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                DECÍA EN SERIO lo de querer asegurarse de que Poli estaría bien al volver a donde pertenecía. Así que después de un rato desapareció sin decir nada para poder saber algo de la situación en la superficie.







Tal como lo pensó, el yate apenas y se había movido de la ubicación anterior. Podía escuchar la conversación que se tenía a bordo pero no con suficiente claridad por lo que decidió subir con la agilidad y sigilo que le caracterizaban.







No tuvo que adentrarse mucho para estar al otro lado de la lujosa sala de estar. Se detuvo con la espalda contra la pared estando alerta de todo lo que sucedía a su alrededor.








—Y ahora tenemos que ocuparnos de que en verdad esté muerta o nos podría ir peor que antes—habló un hombre mayor estando de pie—¿no que lo tenías todo bajo control?








—Pensé que traerla de viaje y decirle cosas bonitas sería suficiente—respondió el más joven sentado en el sofá azul oscuro—eso siempre funciona.








—Pues ya viste que no siempre—suspiró negando—bien sabes que desde el sabotaje del mes pasado todo depende de esta nueva base. ¿Crees que el papá de Poli querrá invertir dinero si le cuenta que casi la matas? Por Dios, Luis.








—No hace falta que me lo repitas otra vez—se levantó—yo me encargo. Organizaré una búsqueda sin que nadie se entere, si está viva deseará no haber sobrevivido.







Se dirigió a la puerta sacando el celular de su bolsillo, en los shorts perfectamente planchados blancos. Frunció el ceño por un momento al notar el suelo de madera mojado pero no le dio importancia alguna. Tenía problemas más grandes que preocuparse por agua bajo sus pies.







No mucho después y con demasiado en la cabeza, Namor había regresado a su hogar. Estaba decidido a cuestionar a Poli sobre lo que acababa de oír y advertirle del plan que tenían para ella en cuanto apareciera arriba.







Sin embargo, todo eso quedó en segundo plano ante la imagen que tenía enfrente; Poli sentada en una de las largas bancas improvisadas con las rocas junto a una de sus ayudantes. La mujer mayor que pasaba gran parte del tiempo sirviéndole estaba trenzando el cabello castaño de la chica y ninguna notaba su presencia a lo lejos.







Lucía tan familiarizada con su entorno, como si llevase allí años. Tan tranquila. Namor suspiró sin darse cuenta. Sacudió un poco su cabeza concentrándose a lo que iba antes de continuar caminando en su dirección.







La de piel azul recién había terminado con el peinado por lo que retrocedió un paso en cuanto le vio. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Poli al tenerle enfrente.







Nib'oolal—agradeció mirando a quien le había hecho compañía en la ausencia de Namor.







Ella asintió despidiéndose de ambos, dejándoles solos una vez más. El recién llegado miró a Poli con los ojos entrecerrados.







—Te dije que sabía un poco de maya. Y siempre estoy dispuesta a aprender más.








—Eso puedo ver—aún con el cabello húmedo, se sentó a su lado sobre las telas acolchadas.








—Sigo sin entender de dónde van y vienen. Este lugar no tiene salida.








—La tiene. Pero no la encontrarás si sigues pensando como alguien de arriba—Poli frunció el ceño confundida haciéndole reír.








—Tienes linda sonrisa. Digo, sé que te estás burlando de mí pero...es agradable.








Se miraban directamente a los ojos, ninguno era capaz de romper aquella conexión.









—Pude encontrarlo—cambió de tema temiendo a lo que podría pasar si no lo hacía—y está decidido a que no vuelvas.









Finalmente Poli miró al frente observando la figura en cono que tenían las rocas que colgaban del techo. Le recordaban en cierta manera a las paletas de dulce que sí madre le compraba saliendo del colegio a los 12 años.









—Ellos son quienes pusieron esa máquina a unos kilómetros de aquí ¿verdad?









—No sé la ubicación exacta pero sí—le miró de nuevo—nunca entendí porqué el papá de Luis estaba tan empeñado en ponerla en ese lugar en específico. Literalmente era en medio de la nada.







Namor sí lo entendía. Lo hacía no sólo porque él fue quien dirigió el sabotaje, si no porque estaba consciente de lo que en verdad buscaban con aquella máquina disfrazada.









—¿Por eso discutieron?









—Discutimos porque convencí a mi papá de no involucrarse en esas cosas. Necesitan de sus contactos y fondos para arreglarlo—bajó los ojos hacia las piedras azuladas que decoraban su pecho junto al metal dorado.









—Hiciste lo correcto—se puso de pie—hay algo que quiero enseñarte.









Le ofreció su mano para levantarse, misma que tomó sin pensarlo mucho.

poli  ⊹       namorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora