poli ⊹ namor

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                ENTRARON juntos a la tienda de Namor deteniéndose en una mesa a la que Poli no le había prestado atención cuando estuvo allí. Varios objetos metálicos yacían en ella, siendo algunos de joyería y otros puntas de lanzas.

Él tomó una de las piezas triangulares para mostrársela a Poli. Tenía un patrón tallado parecido al de las pinturas de los muros.

—Lo que buscan no es petróleo como los demás—comenzó a hablar—es esto. Vibranio.

La castaña miró a Namor tras conectar los puntos. Tenía sentido por la específica ubicación y la insistencia.

—Es un metal que sólo se puede encontrar en esta área del mar hasta donde sé. Pero no me puedo arriesgar a que lo encuentren.

—¿Por qué?

—Hay cosas que son mejores fuera de su alcance—dijo en voz tranquila para luego tomar un pequeño arreglo para el cabello con una pluma azul turquesa en él, se giró en su dirección poniéndolo con cuidado cerca de su oreja. Entonces le miró a los ojos—que tengo que proteger.

Le miraba atenta, hipnotizada con cada una de sus facciones. Namor no pudo contenerse y dejándose llevar por la intimidad del momento llevó su mano al rostro de Poli, rozando con los nudillos su mejilla. Ella permaneció inmóvil ante su tacto: tan delicado, tan lleno de vida.

—K'uk'ulkaan—fue llamado desde la puerta.

Él desvió los ojos en dirección de Namora quien esperaba a cierta distancia y a espaldas de Poli.

—Ya vuelvo—le dijo casi en un murmuro antes de soltarle y posteriormente, alejarse.

Que estuviese allí significaba que había problemas abajo por lo que se escabulló en el agua con facilidad junto a ella. Todos en Talokan le saludaban con alegría al verle pasar pero no tenía mucho tiempo para detenerse con todos por la actitud de Namora.

Attuma ya le esperaba en la sala del trono confirmando sus sospechas con que algo pasaba.

—K'uk'ulkaan—le saludó levantando ambas manos y agachando un poco la cabeza.

—¿Por qué fui llamado?—habló ya sentado en su trono.

—Es sobre la mujer de la superficie que mantiene en su lugar—Namor le miró fijamente lo que le hizo dudar de continuar.

—Es una amenaza—completó Namora—puede ser una trampa para encontrarnos. ¿Qué tanto sabe de ella?

—Sé lo suficiente como para asegurar que no hará daño alguno su breve estadía. Sigue aquí porque tiene información valiosa sobre la máquina que destruimos hace unos días.

La irritación era evidente en el moreno, cosa que no pasó por alto Namora. Nunca actuaba de esa manera y a juzgar por lo que vio momentos antes...

—Planean arreglar la máquina, pero no se los permitiré—hizo una pausa—¿eso es todo?

Ambos bajaron la cabeza en señal de confirmación.

—Bien.

Tenía la intención de volver a su tienda, de volver a Poli pero aún podía sentir a Namora siguiéndole. Redujo su velocidad para que le alcanzara y hablar en el camino de regreso.

—No confías en mis palabras ¿no es así?

—Es difícil hacerlo cuando es obvio que le está seduciendo. Cegándolo.

Namor soltó una risita.

—Supongo que lo hace. ¿No dicen que el amor es ciego?

—No es de mi incumbencia pero de ser así, ¿qué es lo que les espera a ambos? Son de mundos diferentes.

No lo negó ni lo confirmó más su silencio lo decía todo.

—Tienes razón—le miró—no es de tu incumbencia.

Acto seguido le dejó atrás.