-¿Señor? Sigo teniendo miedo...- Dijo Tim a su ahora jefe mientras miraba como metían sus cosas en el camión, es decir, la mayoría de las plantas.
-No es para tanto- Dijo seriamente.
-¿Señor, está bien? Nunca le he visto así de enfadado.
-...No estoy enfadado- Se cruzó de brazos.
-¿Seguro? Parece
-...Alex, en cinco minutos lo quiero todo listo- Ordenó dirigiéndose al camión.
-Si, señor- Contestó la chica apilando cajas en el camión.
-Que mal rollo...- Susurró Tim.
-!Ey, majo! ¡Ven a ayudarnos, anda!- Gritó Skittles desde el camión.
-¿Yo?
-Si, alaja, tú. Ven a ayudar, anda- Dijo Alex dándole una caja a Tim -Tienes que empezar a acostumbrate a las órdenes.
-¿De que hablas?
-Ahora trabajas para él, ¿no? Algo tendrás que hacer- Explicó.
-Tengo miedo...- Dijo Tim mientras seguía ayudando con las cajas.
-Normal, Oswald es acojonante, parece muerto por dentro- Explicó Skittles.
-Y no quieres verle enfadao- Añadió Alex.
-¿Me queréis asustar más?
-¡No! No nos malinterpretes, perdón si parece que intentamos otra cosa pero... esto es enserio, chaval, una vez que aceptas ya no hay escapatoria, ahora eres un peón en el tablero.
-¿No estáis exagerando?
-Puede que un poco... jeje...
-Y vosotros vais a limpiar el comedor y las habitaciones lo que queda de mes como no cerreis la puta boca- Habló el Comandante a sus espaldas.
-¡Señor, me están asustando!- Exclamó Tim corriendo hacía él.
-¡Nooooo!.... Si- Admitió Skittles.
-¡Señor, no me deje solo con ellos!- Se abrazó fuertemente a su compañero, recibiendo una simple palmadita en la espalda.
-Ya basta, Tim, no es para tanto.
[*⏰*]
Hay que ver las vueltas que da la vida, un día estas tranquilamente en tu casa, y al día siguiente te vas a la guerra. Tim no estaba del todo convencido, sentía un gran dolor de cabeza y ortigas en el estómago, si, ortigas, no mariposas, las mariposas se estaban dando un descanso.
Había aceptado el irse con el Comandante, Tim se quedaba con él, que es lo que quería y a cambio solo tendría que trabajar para él, le parecía racionable.
Mientras acariciaba a Medio Día, que se encontraba descansando en su regazo, observaba por la ventanilla del camión como el invernadero se quedaba atrás, pero no solo el invernadero, si no que también estaba dejando atrás todo lo que conocía, toda su infancia, su vida, y por la tristeza de dejar sus recuerdos atrás no pudo evitar soltar una pequeña lagrima.-¿Podremos volver algún día?- Preguntó Tim, mirando cristalino a Oswald.
-...Si, estate tranquilo, ya verás que volveremos.
-Bueno...
-Y dime... ¿Sabes conducir?
-No, señor, pero si se arreglar vehículos.
-¿Y usar un arma?
-Bueno... Algo tendré que haber aprendido de ver a mi padre cazando.
-¿Tu padre nunca te enseñó ninguna de esas cosas?
-No tengo muy buena relación con él, me incomoda un poco hablar del tema pero no, nunca me enseñó nada, solo a arreglar cosas esenciales de la casa.
-¿Entonces quién te enseñó a arreglar coches?
-Mi primo mayor, Rubén, es mecánico.
-Bueno, eso sirve de bastante ayuda.
-Supongo que si.
-...
-...
-¿Como es que has estado solo tanto tiempo? Digo, te podrías haber vuelto loco.
-Me pregunta eso todos los días, señor- Rió un poco.
-Lo sé, pero lo pregunto enserio.
-Pues... no lo sé... la verdad es que lo pasé muy mal por mis fobias pero supongo que Medio Día de ayudó.
-¿Quién coño es Medio Día?- Se escuchó a Skittles hablar desde la parte trasera del camión.
-Es mi gato...- Contestó Tim de mala gana.
-¿Y porqué ese nombre?
-No sé, supongo que es porque siempre venía a la cafetería dónde trabajaba al mediodía para pedir comida.
-Espera, ¿Trabajabas con 16 años?- Preguntó Oswald extrañado.
-Era solo un dinero extra, señor, además la gente de esa cafetería era muy agradable.
-Joder...
-Oiga, señor, ¿puedo poner música?- Se escuchó a Alex preguntar desde atrás del camión.
-Mientras que no pongas la puta mierda esa de reggaetón, está bien.
-Tranquilo, señor, yo si tengo buen gusto musical.
-Más te vale...
Tim empezó a ignorar la conversación, volvió a mirar a la ventana, y suspiró profundamente, y dejó que su mente se perdiera en sus más borrosos recuerdos. Volvió a mirar por la ventana. Volvió a derramar algunas lágrimas, lágrimas que lo decían todo, lágrimas que expresaban un profundo hundimiento, más hundimiento del que ya sentía desde hace años, y su respiración se dificultaba.
Sentía algo raro, sentía pena inmunda, pero a la vez parecía sentir un extraño alivio, algo como una liberación de aquellos recuerdos esenciales de su vida que le hacían atascarse en ese invernadero, esa casa.
Algo que le corcome por dentro, pero no puedo hablar, sabe que si lo hace se undira más. No puedo hablarlo.[***]