Ya habían pasado varias semana desde aquella tarde lluviosa, pudo cerrar de a poco las heridas que ese día le dejo y, milagrosamente, aquella flor que recibió del lindo moreno todavía no se había marchitado, seguía tan linda y reluciente como cuando la tuvo en sus manos. Cada que la miraba, una sonrisa se le dibujaba en su rostro y su madre siempre tomaba eso para burlarse de él y preguntarle de nuevo sobre aquel muchacho.
En este momento, estaba sentado en una mesa junto a sus amigos, mientras esperaban a que la comida les sea entregada. Mientras bromeaban, no se dieron cuenta que en el fondo del restaurante un chico junto a sus amigos no despegaban sus miradas de ellos y se murmuraban vaya a saber dios que cosa. A excepción de alguien claro.
—Okey, no sé si estoy delirando por mi falta de atención, o aquellos chicos del fondo no nos sacan la mirada desde hace media hora— cortó la charla de sus amigos, haciendo que todos miren hacia donde el miraba, volviendo a mirarse todos con cara sorprendida, menos uno que tenía la cara completamente roja.
—¡Uy! Chay, ¿por qué la cara roja? —dijo en tono de broma— ¿Acaso te acostaste con uno de ellos y no nos dijiste?
Chay solo pudo atinar a pegarle en el hombro mientras se paraba diciendo que iría al baño a refrescarse; y con las burlas de sus amigos detrás de el, empezó a caminar, sin ver qué alguien más lo seguía.
Cuando entró, quiso cerrar la puerta, pero una mano lo detuvo, giro sobre sus pies para ver quién era y su cara se puso aún más roja de lo que ya estaba. Si es que eso era posible.—Hola, lindo— dijo con una sonrisa mientras pasaba al baño y cerraba la puerta detrás de el— Volvemos a encontrarnos — Chay no podía decir nada, solo daba pasos hacia atrás al ver cómo el moreno se iba acercando a el, hasta que sintió que su espalda golpeaba con la pared— ¿Te comió la lengua el ratón?
—No es eso— exclamó rápidamente mientras levantaba la cabeza para mirarlo a los ojos. Muy mala decisión si no quería que su vergüenza del momento se note cada vez más— Solo, uhm, m-me sorprendí, no creí verte de nuevo, es decir, no ahora, porque claramente te podría haber visto hace unos días, o horas porque debes salir siempre como yo, no estoy diciendo que sé que sales todos los días, porque solo te vi una vez en mi vida, pero te vez como alguien que si sale todos los días y estoy hablando mucho, el tema es, que no creí verte de nuevo.
Los ojos del mayor solo atinaron a abrirse y dibujar una leve sonrisa mientras caminaba hacia atrás para ya no asustar al lindo chico delante de él.
—Hey, tranquilo —solto una risa mientras se apoyaba en el lavamanos y cruzaba sus brazos sobre sus pechos— Yo tampoco creí verte de nuevo, es increíble encontrarte y que no estés mojado— ambos soltaron una risa y siguieron hablando un rato más hasta que decidieron salir y separarse para volver con sus amigos, obviamente sin antes pasarse sus números.
Mientras el menor volvía a su mesa, el morocho iba hacia el mostrador junto a uno de sus amigos y miraba las cosas que había, restándole importancia que los ojos de su amigo estén clavados en su nuca esperando a que hable.
—Ah~ deja de mirarme o voy a pensar que te gusto
—¿Quien era ese muchacho? —ataco rápidamente su amigo mientras lo agarraba de los hombros y hacia que lo mire— nunca lo ví y nunca nos dijiste que tenías un amigo menor que tú. Habla macao.
—¿Te acuerdas del día de la cita? — pregunto mientras se alejaba de su amigo y volvía a mirar las cosas que estaban exhibidas— luego de que Sam se molestara conmigo, me fui a un parque y ahí lo ví, estaba todo mojado por la lluvia y con una cara triste. —dejo de mirar las cosas y empezó a caminar con su amigo a su lado mientras se dirigían a la mesa con los demas— Claramente no te voy a contar por qué estaba triste, pero lo consolé un rato y antes de irme le di la única flor que Sam no rompió.
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Flores amarillas | MACAUCHAY
Random"No se si son tus flores favoritas, pero siempre que las veo me recuerdan a ti."