Capítulo 3.

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La noche cayó en su auge más esplendoroso. Cuando la luna alumbraba las calles de Londres era el escenario más vigoroso que los ojos humanos podrían apreciar. Sin embargo, para Soobin no existía otra belleza natural más que la de su esposo con cara de pocos amigos mientras se arreglaba para la cena que tenían en un tris. El de pelo negro lucía unos simples vaqueros con una camisa básica de color azul cielo.

—Si no quieres ir amor, no te obligaré ¿Lo sabes no?—Expresó Soobin desde la comodidad de su sofá en la habitación—Sé que no toleras a Kim.

—Oh, claro que iré—.Volteó para mirar con reproches a su amado—Iré porque conociéndote y con lo débil que eres con respecto a Kim, capaz le cedes el 50 por ciento de la empresa, o peor.

—No soy tan estúpido Beomgyu y sí así fuera ¿Qué problema hubiera? Yeonjun y yo somos prácticamente la misma persona, es mi mejor amigo y mano derecha.

Beomgyu vislumbró la inocencia vívida en los ojos de Soobin, es que confiaba ciegamente en su amigo. En cierta parte aquello lo entristecía, si bien es cierto Yeonjun podía ser hasta su hermano si el decidía darle ese lugar, pero Beomgyu sabía que Yeonjun tenía una daga tras la espalda para clavarsela a Soobin cuando este menos lo esperara. Lo siente, lo ve en la manera en que mira a su marido cuando este no se da cuenta. Con envidia morando en sus ojos.

—Como sea Soobin. ¿Nos vamos?

—¡Hasta que al fin!—Se levantó feliz de que ya su esposo estuviese listo—Me encanta que uses esos pantalones tan apretados. Hacen ver tu trasero más deseable de lo habitual.

Y si bien era cierto, Beomgyu era un chico bendecido por tener unos glúteos firmes, esponjoso, regordetes.

—Eres un provocador—Besó tiernamente los labios de su marido—. Tenemos que irnos—Susurró.

Soobin soltó una risa leve y asintió. Tomando la mano de su marido y juntos caminaron hasta el auto de Soobin, era una noche espléndida; sin ningún indicio de que fuese a llover aunque ya el invierno tocaba a su puerta. Soobin abrió la puerta del elegante Cadillac para su marido, un gesto que, si le permitían ser sincero, enamoraba a Beomgyu de una manera sin retorno. En definitivo, su matrimonio era perfecto. Para él lo era.

El transcurso del tiempo que estuvieron juntos en el auto con marcha a la casa de Kim, fue el momento más divertido del día; en la radio sonó la canción que Beomgyu y Soobin bailaron el día de su boda. Ese día los nervios del mayor salieron a flote como una flor que se abría para recibir los cálidos rayos del alba. Sus manos sudaban, inhalaba y exhalaba tratando de calmar la inquietud de su cuerpo, a todo eso Soobin le susurró que todo estaría bien. Bailaron I don't wanna miss a thing, canción en la que se prometían tantas cosas que hasta ahora han cumplido al pie de la letra.

El hermoso Cadillac fue aparcado en la rotonda de una casa con un estilo demasiado británico para el gusto de Beomgyu ¿Qué Yeonjun no podía hacer algo bien? O por lo menos algo que agradara a Beomgyu. Soobin abandonó el auto para abrirle la puerta al menor, ofreciéndole su mano para levantarse, la cual Beomgyu aceptó dichoso y con sonrisas en sus labios se encaminaron a subir los escalones correspondientes para llegar a la puerta.

Una rubia que Soobin conocía a la perfección fue quien les abrió. La chica dibujo una sonrisa en su rostro al ver al alto chico de sonrisa infantil frente a ella.

—¡Soobin!—. Exclamó con felicidad al ver a su amigo y sin oscilar, abrazó a Soobin gustosa, siendo correspondida por el mismo—. Dios, cuánto has crecido. ¡Y Beomgyu! Qué gusto verte—Saludó al mencionado con la misma sinceridad que lo hizo con Soobin. Ganándose una sonrisa a medias como respuesta.

𝙀𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙘𝙞𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙡𝙖𝙘𝙚𝙧 | YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora