Epílogo

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Let's Start a Revolution

3 meses después...

Todos esperaban a la novia en la gran iglesia ubicada en el centro de Londres. La alta cumbre de Reino Unido asistieron a aquel deslumbrante evento como lo era la boda la presidenta de la revista más famosa de Londres, Taylor Moore y el empresario multimillonario Taehyun Kang.

Soobin y Beomgyu se burlaban en secreto sobre lo nervioso que lucía Taehyun parado en el altar, incluso apostaron a que se desmayaría. Taylor reía de los chistes de Soobin mientras que Helena lo regañaba como una madre enojona. Yeonjun no había podido lograrlo, ese día tenía dos reuniones en suiza de las cuales no podía escaparse y Taehyun lo entendió. Desde que había asumido por completo el cargo de su papá Yeonjun no había tenido tiempo ni para respirar.

Una orquesta armónica comenzó a tocar la sublime melodía de la entrada nupcial, la novia había llegado, un hermoso vestido en corte de sirena entallaba su figura. Todos los invitados se pusieron de pie. La novia hacía su caminata tomada del brazo de su padre. Beomgyu pudo ver la felicidad que mostraba el rostro de Taehyun mientras veía a su pareja. Kai no había asistido porque según él, tenía mucho trabajo, pero Beomgyu conocía las verdaderas razones de su ausencia. Kai quería a Taehyun, el morocho no lo admitiría nunca en voz alta aunque le pusiesen un revólver en la cien. Y no solo lo quería por ser el padre de hija, no, lo quería desde la adolescencia, Beomgyu podía asegurar que Taehyun fue el primer amor de Kai, pero el morocho prefería morir antes de admitirlo.

Todos volvieron a tomar asiento, el discurso del padre comenzó...

( . . . )

Kai descansaba en su armonioso hogar mientras tomaba una copa de vino acompañado de una de sus películas favoritas cuando el timbre de su puerta sonó, ¿Era tan difícil un día paz? dejó la copa sobre la mesa y se encamino a abrir la puerta para encontrar a Brandon detrás de esta . Kai gruñó. Genial.

—Hola—Saludó Heeseung.

—Tienes 2 minutos antes que busque mi arma.—Amenazó.

—Solo quiero hablar... traje comida china—Señaló la bolsa que cargaba. Era de su restaurante favorito.

—Oh, ¡Que bueno! —Exclamó con fingida emoción— Creo que tengo un poco de insecticida en la cocina, podría darte un poco. Escuché que es delicioso si le agregas un poco a tu comida y encima, te ganas un pase al VIP al infierno.

—¿Podrías dejar de ser tan sarcástico?—Rabió.

—¿Y tu podrías morirte y dejarme paz? Ya te dije que no quiero nada que ver contigo ni con tu familia.

—Kai no me hagas esto ¡Yo no elegí nacer en esa familia! Yo no pedí esta vida, me estas condenando por algo que no está en mi control. —Heeseung lucía arrepentido, triste... cansado— Yo me enamoré de ti con mi corazón. Si nunca te conté de acerca de mi familia fue porque ellos nunca iban a estar incluidos en mi futuro contigo—Pasteñeó rápido para disipar las lágrimas—Algún día iba a hacerlo pero, no los quería en mi vida. La vida que tanto sueño a tu lado...

Kai decidió bajar la guardia por un momento—No solo es tu familia... es la mía... es la guerra que tienes con los Kim, no puedo estar en medio de eso ni arrastrar a mi familia conmigo...

Cerró la puerta... dejando todo atrás

4 años después...

Se había levantado hacia tan solo un par de horas, encontró la casa sola como todos los días ya que Soobin se iba a trabajar muy temprano todos los días, el solía salir más tarde para la oficina. Pero aquel día no deseaba salir, no deseaba hablar ni ver a nadie, era la fecha más horrible que había vivido, era el cumpleaños de su pequeña. Un día como aquel, trajo al mundo al ser que más amaba en toda su existencia y a quien no dejaba de pensar ni un solo segundo, cosa que con el pasar del tiempo lo había venido carcomiendo día tras día. El primer año fue doloso, se sintió tan vacío, con tanto peso en la espalda que decidió ir aquella cabaña, si, a esa misma. Necesitaba estar cerca de ella, cerca de él, escuchar su corazón, llorar en paz, encender un pastelillo con algunas velitas; velitas que sus lágrimas apagaron. Intentó llamarlo, en un momento donde su mente se nubló, intentó llamarlo; no sabía si para su suerte o su desgracia el teléfono sonó desconectado, el número ya era inexistente. Todo había acabado se repitió.

Era su cuarto año y se preguntaba si lo estaba celebrando en grande, si su nuevos padres cuidan de ella como debería ser. ¿Ya le habrán salidos todos sus dientes? ¿De qué color serán sus ojos? ¿Cuales habrán sido sus primeras palabras? Eran tantas las preguntas que arrasaban sus pensamientos. Allí estaba, sentado en la isla de cocina, con un cupcake rosa y una velita encendida sobre él. Era estúpido pero de alguna manera aquello lo hacía sentir un poquito cerca de ella.

—Feliz cumpleaños, mi amor— sopló. Deseando con toda su alma que ella supiera, lo sintiera o algo.

El ruido del teléfono retumbó en sus oídos. No era el momento de hablar con nadie, no quería pero debía.

Levantó el teléfono de la base y contestó.

—Hola.

—¿Beomgyu?

Su corazón se detuvo por un instante—Yeonjun... —Era él, podría reconocer sus voz.

—Si..

El silencio invadió la línea, ninguno de los dos sabía que decir.

—¿Cómo estás? —Preguntó Louis.

—Mal. Hoy es su cumpleaños... yo... te llamé porque quería saber si... no sé...

—¿Si estoy sufriendo? Lo estoy. Gracias por llamar para asegurarte.

Estaba dispuesto a colgar cuando la voz de Yeonjun pidiendo que se esperara lo detuvo.

—No llamaba para eso. Solo... solo necesitaba escucharte, lo pensé muchas veces antes de llamarte pero no pude. Necesitaba escuchar tu voz, hoy no quiero sentirme solo.

Beomgyu retiró el teléfono de su oído unos segundos y cerró fuerte sus ojos.

—Aquí estoy. Junnie... —Susurró.

—Te amo, Sung Beomgyu.

Los latidos de Beomgyu eran errantes, no esperaba eso. Pero... no podía.

—Que tengas una buena vida. No me llames más. Adiós Junnie.—Colgó la llamada.

Tomó asiento en una de las sillas de la isla, dejando el teléfono a un lado. Cerró sus ojos con fuerza para evitar llorar pero, como siempre, el dolor era más fuerte que la voluntad.

—Te amo, Kim Yeonjun. Te amo con mi alma—Dijo para si mismo entre sollozos—Los amo a los dos...Youngji... Yeonjun...

Ni los años pudieron cerrar aquellas heridas.

( . . . )

El Mercedes negro paró en frente de aquel castillo. Se colocó sus lentes de lecturas, no podía ver sin ellos y colocó un poco de colorete en las mejillas para disimular lo pálida que estaba, no eran sus días, después de su divorcio las cosas se pusieron color de hormiga. Gracias a los abogados pudo quedarse con gran parte de la fortuna de su esposo y no quedar en la completa ruina.

La castaña salió de su vehículo con su bolso en mano. Una de las monjas esperaba por ella como era costumbre todos los jueves.

—Hola señorita. La estaba esperando —Saludó la amable señora envuelta en un hábito.

—Si... ¿Dónde está la señora Ghelergher? Usualmente ella es la que me atiende.

—La madre superiora se encuentra en un retiro en Suecia, me pidió muy encarecidamente que la atendiera. Sígame.

La chica asentó y siguió a la monja a dentro del castillo.

—Tengo que infórmale que esta semana ha tenido un avance muy espléndido. Ha hecho una nueva amiga y sus calificaciones son sobre salientes.

—Me alegra escuchar eso—Respondió la castaña con una sonrisa.

Llegaron a un jardín lleno de bancas y flores para que los niños puedan salir a recrearse en la naturaleza. La chica buscó por todo el panorama hasta encontrar a una pequeña rubia que sostenía un libro de dibujar, iba acompañada de otra niña y ambas reían mucho mientras coloreaban su libro.

—¿Quién es la otra niña? —Preguntó la castaña.

—Ouh, su nombre es Hailee. Acaba de llegar hace unos días y se llevan muy bien—Dijo la señora— Se ve que la quiere mucho señorita...

La chica se giró a ver a la monja, no le había dicho su nombre—. Helena, mi nombre es Helena Price.

Abandonó a la monja para caminar directo hacía las niñas...

𝙀𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙘𝙞𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙡𝙖𝙘𝙚𝙧 | YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora