Capítulo seis. Convivencia

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Nose en qué momento sucedió, cuando me di cuenta tenía a mi pareja ya viviendo el día a día conmigo...

Todo empezó con un "querida, te prometo que antes de final de año estaremos viviendo juntos"

Yo por mi parte lo veía poco probable, una sola persona con mi nivel de estudio y trabajo le cuesta bastante subsistir, un día estaba en labores de pintura en casa, cuando me dijo que me ayudaría en su tiempo libre, es decir todo el tiempo, me preocupaba su salud, así que le dije que no se esforzará tanto y fuera despacio, soy una persona muy paciente, cuando llegue del trabajo tenía casi todo echo, el regaño que le eche por inconsciente, su salud me preocupa más que la mía, eres lo más importante para mí en estos momentos, puso su carita de gatico regañado y me sentí culpable, una disculpa y seguimos, esa noche anuncio a su familia que se quedaría unos días, sin previa anticipación y sin querer, pasamos una semana agradable juntos empezó bien y de paso ví sus costumbres, me cocinaba al desayuno, le dije que no lo hiciera, no quería que se esforzará, me hacía el almuerzo en la noche con mucho cariño, y me aseaba la habitación, que lo digan los empleados que trabajan todo el día y solo limpian los fines de semana, apenas descansar si podemos, me sentía bien con su presencia, me calmaba después de un día agitado, era mi paz y mi sitio favorito, descansar a su lado aunque fueran unas pocas horas era un privilegio que estaba dispuesta a pagar por siempre. Entonces llegó lo imposible, una loca pandemia azotó el mundo entero, estando en cuarentena todo el mundo tuvimos que sobrevivir de mis ahorros, mi lindo príncipe era quien me ayudaba con las compras pues solo podia salir una persona por hogar, la situación era crítica, el ambiente desolado y le veíamos la mejor parte a todo, el sexo se volvió un pasatiempo y en pandemias era una delicia.

Fue la época más desolada y sucesos imprevistos pasaron, el jefe de mi trabajo fue asesinado, preocupada y sin saber que hacer fui contactada por sus familiares quienes dijeron que ellos tomarían la empresa y que no me preocupara, que iban a disponer de mi a su debido momento, cuando toda esta pandemia haya pasado. Confíe en ellos, los días de encierro eran como días de la nada, a veces pasábamos un día entero en cama sin nada que hacer, a veces nos poníamos a hacer cosas divertidas, tenía proyectos y planes pero, en ese tiempo si llegara a suceder algo que nos hiciera mal temíamos no volvernos a saber nada del otro, veíamos las desgracias que acontecian en un mundo entero encerrado, gente desesperada y unos cientos de miles de víctimas, existían formas de precaución  ante esto pero los márgenes de protección eran del 90%, los días pasaban, y nosotros seguíamos viviendo bien, mis ahorros ayudaban a mantener nuestros alimentos y servicios, no hubo día que no comieramos y no hubo día en que no descansaramos, fueron unas largas vacaciones, éramos yo, mi pareja, mi madre y mi hermano, fue una suerte para él haber quedado en mi casa antes de que todo esto sucediera, su familia es de escasos recursos y aunque él siempre hablaba mal de ellos yo los veía como buenas personas, incluso les prestaba dinero, que me pagaban, los días, el tiempo, el encierro se hacía más pesado y de pronto se volvió a habilitar la salida de gente, limitados de tiempo y yo con un nuevo jefe, vimos una luz sobre las sombras que avecinaban, en ese tiempo me di cuenta que lo que hice había sido algo consiente y una de las más grandes y mejores decisiones de mi vida, cómo lo sospeché, el solo aparentaba la ayuda o al menos lo que parecía ser, me cocinaba los almuerzos un tiempo hasta que se canso, cómo se sentía inútil y encerrado le pagaba los fines de semana por los queaceres de la casa, pero poco a poco fue dejando todo, hasta que ví su primer gran fallo, sabemos que no es justo que una persona esté todo el tiempo en casa así que salía de vez en cuando a saludar a sus familiares, sin embargo dejo de realizar los queaceres, dejo de cocinarme cosas ricas para almorzar, no le pedía ni exigía por qué le amaba mucho y no le quería presionar, no le quería perder, fue entonces que nuestra sana existencia poco a poco se fue convirtiendo en una rutina solitaria con salvajes momentos en las noches una o a veces ninguna a la semana.
Llegaba cansada, le veía chateando con su celular, el baño sin lavar y me ponía en ello, no quería hacer nada, salió a la luz una parte de su verdadero ser, y comprendí entonces que me mintió al principio.

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