Acto II | Parte I

186 26 9
                                    

Iba tarde a la escuela, sin alarma en su celular se había quedado dormido, no pensó en eso antes de irse a dormir, ahora estaba en serios problemas, definitivamente no llegaría a la clase de álgebra.

Después de un baño rápido, salió corriendo de casa. Había buscado a su amigo el gatito para llevarlo con él a la escuela y conseguirle algo de comer, sin embargo, el pequeño parecía haberse esfumado, era una lástima, volvería a estar solo, aunque esperaba que el michi hubiera conseguido una casa mejor. Más tarde preguntaría por él con los vecinos. Ahora, tenía que correr más rápido si quería llegar a tiempo a la clase de arte.

La clase había empezado hacía diez minutos, pero un retraso como ese podría pasar desapercibido, dió una vuelta en uno de los pasillos y a solo un par de metros estaba su aula, estaba rezando porque una explicación rápida convenciera a su profesor.

Estaba corriendo con tanta prisa, que no alcanzó a notar el pie extendido de uno de los matones del equipo de americano; se tropezó y cayó de cara al suelo, las carcajadas se hicieron presentes.

Se levantó sobándose, su semana iba de mal en peor. Sus lentes se estrellaron y la nariz le dolía. No iba a perder su tiempo con ellos, recogió su mochila y siguió su camino a paso más lento.

—¿Ni siquiera vas a saludar, rata? —habló uno aún riendo.

Un escalofrío de terror lo recorrió, no quería llegar llorando de nuevo con la enfermera, y ser regañado por los moretones, con el cuerpo tan tembloroso que le fuese imposible hablar. Estaba tan cerca del aula, seguro que podría librarse de ellos.

Ignoró las risas y corrió, estaba a punto de abrir la puerta cuando fue empujado bruscamente y cayó al suelo de nuevo.

—No nos des la maldita espalda, rata —gruño ese intento mediocre de futbolista.

—Eh, vamos a divertirnos con él, como un castigo por llegar tarde —sugirió otro.

—Eso me gusta —aceptó el líder, tomándolo del cuello de la playera y levantándolo del suelo.

—¡No, déjenme! —suplicó sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos.

Era tan injusto, por qué no podía tener un poco de calma, por qué no podían dejarlo en paz. Estaba agotado, física y mentalmente, no había comido nada desde el día anterior, y su cuerpo no se había recuperado de la golpiza que le dió su padre. Se hubiera quedado en casa a descansar, si no tuviera tanto miedo de que ese monstruo se apareciera ebrio de nuevo. Pero qué sería mejor para él, ¿soportar a un ebrio imbécil o soportar a tres musculosos idiotas?

Comenzaba a sentir el nudo en la garganta, mientras intentaba que sus pies tocaran el piso; cuando el matón que lo sujetaba fue detenido por una mano en su hombro, lo sujetaron con tanta fuerza que el idiota se quejó y lo soltó, entonces el capitán imbécil fue empujado con una fuerza brutal contra los casilleros.

Katsuki lo había salvado de los matones, parándose frente a él, protegiéndolo. Mientras Ejiro, Denki, Shoto, Sero y Ojiro se encargaban de los otros tres.

—¿Tres contra uno?, qué injusto es eso —habló Ejiro con una voz animada que escondía una amenaza—. Ahora que el número está un poco más balanceado, ¿qué tal si lo arreglamos?

—Este no es su puto asunto —declaró el idiota que estaba contra los casilleros—, esa rata es nuestro maldito problema.

Las miradas amenazantes se oscurecieron con esa última parte, casi pareció que los chicos extranjeros gruñian.

—¡¿Pero qué está sucediendo aquí?! —gritó el profesor de la clase de arte, interrumpiendo la pelea que estaba a punto de estallar.

El alboroto recorrió la escuela rápido, más profesores de ese pasillo salieron de sus aulas a ver qué sucedía, y los alumnos que había dentro no perdieron la oportunidad de sacar sus celulares y poner atención a todo el asunto, sería un jugoso chisme. Los seis extranjeros protegiendo a la rata de biblioteca de tres de los mejores futbolistas del equipo.

Antología del horror (Bakudeku scaryweek 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora