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ChanYeol no había recibido la orden de quitarse la ropa antes.

Claro, había tenido sexo antes, pero nunca se había puesto delante de nadie mientras lo observaba quitarse su ropa. Podía sentir sus dedos temblorosos, mientras trataba de desabrocharse los pantalones, pero las malditas cosas no cooperaban.

Mirando a SeHun, ChanYeol sabía que no iba a conseguir ninguna ayuda de esa dirección. Tomó una respiración profunda para calmar sus nervios, y luego con éxito se desabrochó los pantalones. Bien por mí.

Una vez que se había quitado toda su ropa, ChanYeol la dobló cuidadosamente, sintiéndose un poco fuera de lugar siendo el único desnudo, y luego metió su ropa en el armario.

Realmente se sentía extraño ver a SeHun con la ropa puesta, bueno, semidesnudo, de todos modos, mientras que ChanYeol tenía el culo al aire.

Deslizó sus manos delante de la ingle, haciendo todo lo posible para no retorcerse o ruborizarse. El rubor fue una lucha inútil, pero se las arregló para quedarse quieto.

―Aparta las manos, ChanYeol ―dijo SeHun, mientras señalaba a un espacio en el suelo delante de él―. Ven aquí.

ChanYeol obediente, se acercó a SeHun, parándose donde el hombre le había indicado. Era incapaz de encontrarse con los ojos de SeHun, allí de pie, desnudo, así que se quedó mirando el pecho del hombre. Y era un buen pecho el que tenía. Era suculento, con un bronceado que cualquier hombre envidiaría.

Amplio, pero no lo suficientemente amplio como para considerarlo voluminoso. SeHun tenía unos músculos definidos, esas pendientes y curvas abogaban por ser lamidas.

ChanYeol seguro como el infierno esperaba poder lamerlas.

Quería chupar un pezón y rodarlo en su boca hasta que oyera gemir a SeHun. Su polla comenzó a llenarse, y ChanYeol sintió como su cuerpo entero se ruborizaba. ¿Se le permitía tener una erección?

―Muy impresionante, ChanYeol. ¿Entrenas? ―preguntó SeHun cuando las puntas de sus dedos rozaron la espalda desnuda de ChanYeol. Este se estremeció con el sensual toque, que lo recorrió hasta los dedos de los pies.

―Dos veces por semana, señor ―respondió ChanYeol con la respiración entrecortada. Tener los dedos de SeHun en su piel estaba haciendo estragos en sus nervios. Se sorprendió de tener el suficiente cerebro para poder responderle al hombre.

―Esto lo demuestra ―comentó SeHun mientras caminaba alrededor del cuerpo de ChanYeol. Sus manos tocaron sus hombros, y ChanYeol saltó ligeramente. SeHun no dijo ni una palabra.

Simplemente se fue. ChanYeol no estaba seguro si debía seguirlo o no, así que lo hizo.

―No te muevas a menos que te diga que lo hagas.

ChanYeol rápidamente corrió hasta donde estaba parado.

Maldita sea’. Iba a arruinar esto magníficamente, y luego SeHun le daría una patada. Lo sabía. ChanYeol se maldijo a sí mismo en voz baja, perdiéndose lo que SeHun le había dicho.

―ChanYeol, ¿me escuchas? ―preguntó SeHun.

ChanYeol aventuró una mirada en dirección a SeHun, con la esperanza de no recibir una mirada de desaprobación a cambio.

No estaba seguro de cuáles eran las reglas.

SeHun estaba junto a la silla en la sala de su casa, pero sus emociones eran ilegibles. El hombre podría haber sido una estatua.

ChanYeol se tragó el nudo en su garganta. Dios, estaba tan nervioso. Realmente no quería arruinar esto. Ya se veía como un idiota completo por el anuncio personal que había intentado publicar y que, a continuación le había enviado a SeHun por error. No escucharlo sólo se añadiría a su estelar actuación hasta ahora.

𝐿.𝐿.𝐷.𝐶 || sᴇʏᴇᴏʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora