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SeHun se maldijo por lo que se le había escapado por su boca. Desde que le había llegado el correo electrónico a su bandeja de entrada, ChanYeol había sido un gran peso en su mente.

El neófito no tenía ni idea del tipo de problemas en los que se podía haber metido colocando un anuncio así con ese pedido.

¿No era consciente de los peligros?

SeHun se sacudió recordando el anuncio que había memorizado.

Joven, alegre, veintiún años, en busca de un Amo.

Nunca he jugado, pero estoy dispuesto a someterme.

Llámame


A continuación, ChanYeol dejó su nombre y número de teléfono. Todos los psicópatas caerían sobre él en una fracción de segundo. No quería ni imaginar en las manos en las podría haber caído el lindo sumiso. Por eso SeHun le había hecho prometer que no publicaría el anuncio. Habría sido desastroso.

SeHun se estremeció al pensar en las muchas posibilidades de lo que le podía haber ocurrido al muchacho.

―¿Uh, señor? ―Los ojos de ChanYeol abiertos como platos.

Comenzó a retorcerse en su asiento mientras miraba confundido a SeHun.

SeHun sabía que no podía retirar sus palabras, ahora que colgaban en el aire, ¿pero realmente lo quería? ―Ya me has oído. Responde a mí pregunta.

―Yo... no sé cómo responder a eso. Señor ―agregó ChanYeol rápidamente.

El pequeño no tenía idea de lo que esa sola palabra le hacía a SeHun cada vez que la decía. La necesidad de poner a ChanYeol sobre su regazo y nalguear su trasero desnudo, hasta que se pusiera de un atractivo rojo, lo sacudía hasta la médula. ChanYeol iba a jugar con un experimentado Dom y ni siquiera lo sabía. La palabra era música para los oídos de SeHun.

―Es una pregunta simple que requiere una respuesta simple, ChanYeol. ―SeHun tuvo que luchar contra la erección que amenazaba con florecer directamente al nivel de los ojos de ChanYeol, pero rechazó retirarse detrás de su escritorio. Si ChanYeol la veía, que la viera. SeHun dejaría que las fichas cayeran en su lugar.

―N-No, señor. ―Eso era mentira, y SeHun lo sabía. Los labios de ChanYeol podían estar diciendo, no, pero el brote de lujuria en los labios del pequeño sub decía lo contrario.

―Tienes dos opciones, ChanYeol. ―SeHun levantó su mano y agitó un solo dedo―. Una, puedes retractarte de esa mentira y decirme la verdad.

―¿Y la segunda? ―ChanYeol cortó con demasiada emoción―. Señor. ―La última palabra lo clavó con un pensamiento de último momento. SeHun apretó sus manos debajo de sus brazos, suprimiendo la necesidad de llegar y tocar la suave piel de ChanYeol.

―La segunda opción es aceptar el castigo ―señaló SeHun con la mayor naturalidad.

Reproduciendo la escena, SeHun había estado a la búsqueda del perfecto sumiso, que se ajustara a lo que estaba buscando. Siempre encontraba, en aquellos con los que jugaba en los clubes, que algo les faltaba. ¿Quién habría pensado que lo veía todos los días en el trabajo?

SeHun tuvo que admitir que ChanYeol encajaba a la perfección, en su gusto. Tenía un pequeño y delgado cuerpo, rasgos suaves, con una mirada impresionante. Su suave pelo castaño con reflejos dorados halagaba su piel pálida y cremosa.

En una palabra, precioso.

SeHun pensaba en lo que le haría si ChanYeol fuera su sub, e iba entre darle nalgadas a su atractivo culo hasta que estuviera rojo y atar al hombre a su cama y follarlo hasta que le pidiera clemencia.

𝐿.𝐿.𝐷.𝐶 || sᴇʏᴇᴏʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora