Capítulo 4

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Desperté con un dolor insoportable en mi cabeza, en una habitación extraña y con un mueble lleno de medicamentos. 

¿Cómo es que llegué aquí?

De repente una serie de imágenes pasaron por mi cabeza.

-Para que no vuelvas a meterte conmigo, perra- decía y sus amigas estallaban en carcajadas

Dani me mira desde la esquina apenada.

¡Cierto! ¿Cómo estará Dani?

Levanté la cabeza en un rápido movimiento que me causó una puntada de dolor que me recorrió todo el cuerpo.

-¡Por fin has despertado!- una voz chillona entró por mis oídos.

Me di la vuelta y no lo pude creer.

Ashley.

Fingía estar muy preocupada por mi... si, sólo para salvarse, la muy cobarde.

-Ahora que despiertas, ¿Nos puedes explicar qué te ha sucedido? - preguntó la enfermera.

Ashley me miró con una expresión de: "Si mencionas algo de esto sufrirás las consecuencias".

Y por desgracia, le hice caso.

-Em, me tropecé en el pasillo y me golpeé contra los casilleros- mentí.

La enfermera no me creyó mucho, pero no dijo nada.

Ashley se acercó a mi oído y susurró.

-Si alguien sabe cualquier minúsculo detalle, me las pagarás. ¿Entendido?- advirtió.

Asentí levemente con lágrimas en mis ojos.

Sonrió con suficiencia, antes de darse media vuelta e irse.

Cerré los ojos un momento para asimilar todo, pero una voz muy sutil me interrumpió.

-G-Gracias p-por salvarme- murmuró.

Abrí los ojos y me encontré de nuevo a la chica de ojos negros, Dani.

Me limité a sonreir.

-De nada, no soportaría que golpearan así a alguien.

-¿Cuál es tu nombre? -preguntó.

-Haley, Haley DiLaurent.

-¿Hija del empresario Charles DiLaurent?

Pensé si se lo podía decir, pero, aunque la acababa de conocer, confiaba en ella.

-Promete que no se lo dirás a nadie -susurré con un nudo en la garganta.

Ella sólo asintió.

La enfermera nos interrumpió.

-Haley, ya te puedes ir, pero no podrás hacer actividad física -advirtió.

Me levanté suavemente de la cama y caminé con Dani hacia el comedor principal del instituto.

Tenía mucha hambre, así que fui a pedir la asquerosa comida que servían.

Me senté sola con Dani en una mesa, pensé en sentarme con Val pero no la podía dejar sola.

-Ahora explícame quiénes son ellas.

Los ojos de Dani se inundaron de lágrimas.

-Ellas me molestan desde que tengo memoria- murmuró.

Un escalofrío me recorrió la espalda.

Comimos en un silencio, pero no era un silencio incómodo, era uno de esos silencios que inundan el ambiente de melancolía.

Se escuchó el sonido del timbre que anunciaba la entrada a clases.

Me levanté de mala gana, seguida por la pequeña figura de Dani. Caminamos las dos juntas hacia el salón y nos sentamos en el último puesto.

La clase estuvo muy aburrida. El profesor de matemáticas era un viejo que ya había perdido su gracia y hablaba muy bajito, incluso se podría decir que murmuraba para él mismo.

Iba caminando hacia la salida del instituto cuando una imponente figura se postró al frente mío.

- Veo que ya entendiste, perra, que es mejor que no te metas conmigo. Si yo estoy golpeando a alguien, lo golpeo todo lo que se me dé la gana. ¿Entendido? - me advirtió Ashley con su chillona voz.

Lágrimas inundaron mis ojos. No Haley, tienes que ser fuerte.

Asentí temerosamente mientras ponía su cínica sonrisa y se iba cotoneando sus caderas.

Salí del instituto y tomé el autobús que me llevaba a casa.

Me fui mirando todo el camino por la ventana, pero sentí la necesidad de bajarme en el centro.

-Pare aquí, porfavor- le solicité al chofer.

Él me miro extrañado, ya que nunca interrumpía la rutina de ir a mi casa, pero luego de unos momentos de vacilar me dejó irme.

Bajé rápidamente las escaleras del autobus y caminé hacia el centro.

Lloré.  Lloré como nunca había llorado en mi vida, pero tenía el presentimiento de que lloraría así frecuentemente.

-Hola- dijo una voz.

Bullying.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora