Nostalgia

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Solo una hoja escrita con caligrafía perfecta ha dejado.

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Cole tocó la puerta del cuarto del nindroide. Pensaba que Zane pasaba mucho tiempo retirado de ellos, quería que se volviera integrar. Extrañaba que estuviera cerca con ellos disfrutando.
Frunció el ceño al no recibir respuesta a su llamado.

—¿Zane? —preguntó volviendo a tocar la puerta.

Normalmente recibiría una respuesta. Supuestamente Zane debe estar en su habitación porque no se encuentra en Ningún lado del monasterio.

—¿Zane, puedo pasar? —Cole empezaba a sentirse ansioso.

Sin respuesta.

—Zane, voy a entrar ¿sí? —con temblor en sus manos abrió la manija de la puerta.

La oscuridad y el silencio lo recibió, a Cole le asaltó' el miedo y la desesperación.

—Zane —volvió a llamar rogando para que de la habitación silenciosa.

—Zane —se adentró buscándolo sin tener éxito.

Zane no estaba.

No había razón para entrar en pánico, Zane podía estar meditando en algún lugar extraño del monasterio.

Fue a buscar a los demás para preguntar sobre el paradero de su amigo. Su ansiedad fue creciendo mientras iba preguntando a cada uno porque todos contestaban lo mismo. No tenían idea.

Cole regresó a la habitación de Zane con la esperanza de que estuviera, pero no tuvo suerte. Sentía su cuerpo pesado, su cabeza iba a explotar, debía calamar su mente para poder funcionar y buscar a Zane.

Se sentó en la cama perteneciente a su amigo, despeinó su cabello buscando calamar sus nervios. Fijó su vista al frente, ¿había algo pegado a la puerta?
Volvió a enfocar la vista, fue directo a puerta con rapidez tomando las hojas pegadas en la parte trasera de la puerta.

Era la caligrafía de Zane. Él había escrito lo que tenía en manos. Cole temblaba, inhaló con fuerzas y desechó el aire para empezar a leer la carta de Zane. El cuerpo de Cole volvió a temblar aún más, su vista empezó a nublarse, se talló con fuerza los ojos para poder seguir leyendo.

Cole se iba desmoronando con cada palabra sin querer creerlo, sin poder detener las gruesas lágrimas de sus parpados.

Con dolor recorriendo cada fibra de su cuerpo salió de la habitación corriendo lo más veloz y con voz quebrara por el llanto llamó al sensei y a los demás.

Porque Zane se había ido, se marchó dejando solo una hoja escrita con caligrafía perfecta de despedida.

Zane no iba a regresar porque al final no pudieron salvarlo, Zane no quería ser salvado.

Aún cuando intentaron de todo para encontrarlo como las otras veces, esta vez no llegaron a tiempo.
Zane se la había arreglado para dejar este mundo sin que ellos intervengan.

¿Por qué de alguna manera siempre pierden a Zane?

Aunque ahora no podían recuperarlo, no regresaría a ellos, y en sus corazones se había instalado un crudo invierno. 

El Hielo se derriteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora