𝐷𝑎𝑢𝑔ℎ𝑡𝑒𝑟 𝑜𝑓 𝑉𝑎𝑙𝑘𝑦𝑟𝑖𝑒𝑠 [ Hvitserk Ragnarson ]

V

>> El sol de aquella mañana se reflejaba en el agua de aquel fiordo, del cual flotaban los Dakkars, siendo cargados por baúles de comida, ropa, cuero, pieles y lo necesario para el viaje. Los barcos se balanceaban por el peso que iban ganando y, el ruido de la gente yendo y viniendo era hasta irritante.

Después de todo, Gerda tenia razón; Ragnar al poco tiempo de ella haber tenido esa pequeña charla con su amigo, confirmo su retorno a París para volver a saquear aquella ciudad llena de todo tipo de riqueza.

Costo trabajo convencer a su padre de dejarla ir, a pesar de sus duros entrenamientos y de mostrar progreso en la dominación del escudo, Alvis no creía correcto dejarla navegar por aguas lejanas a tan temprana edad. 

-Puedo hacerlo- confirmo con mirada decidida ya con sus cosas en mano, casi rogando a que le de el paso para dejar sus cosas en el dakkar.

-¿Quien te dio la idea?-

-El Rey Ragnar me invito, ya que Ubbe y Hvittserk irán también. Es su primer viaje con él- contó buscando convencerlo; debería de ser un alago para su padre enterarse que su hija fue invitada a viajar a Paris, pero los gestos del mayor mostraban duda.

-En ese caso, creo que ya deberías de tomar un poco de madurez ante los viajes- continuo- juraras que te lo tomaras en serio, harás todo lo que te diga y seguirás cada regla que Ragnar te demande, porque aunque sea tu padre, él dirige.-finalizo reposando sus brazos en las rodilla, para estar mas o menos a la altura y poder mirarla profundamente; no fue tan difícil recibir un si firme de la niña, la cual con alegría cambio su semblante serio para correr tras sus amigos quienes guardaban sus cosas.

Aquella hermosa sonrisa era decorada con rizos cayendo a sus costados, los cuales se habían escapado de la pequeña trenza que recoge mechones peinando su larga cabellera. Una hermosa melena castaña con una trenza y risos perdidos, nuevamente siendo mojados por el agua que se asomaba por el borde del barco.

No le estaba sentando para nada bien el movimiento del mismo, pero podía aguantar; esa sensación de mareo era pesada pero podía llevarlo, sabia que con el tiempo se le iría. 

Los días pasaban y el malestar igual, ya comenzaba a acostumbrarse; su padre siempre a su lado soltaba carcajadas por ver como era el primer viaje de su hija, envolviéndole el cabello al verla cansada pero con un brillo en los ojos, mirando a sus costados con curiosidad y admiración; aquel interminable fondo azul oscuro que mas de una noche la dejo temblando del miedo por lo que tuviera en mente el mismísimo Thor, temiendo que en algún momento aquel dios quiera jugar con su destino haciendo estrellar su martillo logrando que aquel océano se abalance sobre ella sin piedad alguna.

Sin embargo, esta aventura le estaba encantando; ansiaba con todo su ser ver las murallas de París, ansiaba prepararse para en algún futuro ser ella quien este por pelear. Porque sabia perfectamente que en este viaje ella no pelearía, no estaba lista para tal acontecimiento y no lo negaba, una cosa era viajar y otra es ir a pelear.