Physical [L.S] ✔

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La silueta estoica de Louis se encuentra erguida bajo el reflector en la parte delantera del escenario. Sus manos absurdamente tatuadas se aferran al palo del micrófono. 

Sus labios, dulces y suaves, de ese color cereza que te hace querer comértelos de un sólo mordisco, esos que son una fantasía pura y que parecen una total utopía, se presionan contra el metal enrejado del micrófono.

La adrenalina sube por sus piernas como un cosquilleo, un hormigueo que corre por la parte alta de sus muslos y trepa por su cadera, que se aferra a su abdomen e intenta llegar a su corazón para hacerlo bombear más rápido de lo que debe ir.

El tatuaje de una mariposa en su cuello es lo único que lo une a su familia, seguido del color azul eléctrico de sus ojos.

Su cabello lacio cae en forma de flequillo hacia cada lado de su rostro, remarcando así el hueso de sus pómulos. 

Las luces de colores sobre su cabeza permiten notar atisbos del hueso angular de su mandíbula.

—But I never come close.

Con el último rasgueo de la guitarra de Niall, termina la canción.

La multitud en frente de Walls vitorea vívidamente, Louis los observa con sus ojos irritados, completamente drogado.

Se siente tan feliz de poder estar de pie frente a esta multitud de personas, de tener todo lo que alguna vez quiso.

Es como ser el rey del mundo.

Pero sabe que todo se sentiría vacío si no tuviera a un estúpido, inútil, miserable pero hermoso humano alentándolo desde la primera fila.

Sus hombros anchos no llegan ni a alcanzar las clavículas de Rafael y Bael, quienes son encargados, desde el primer día, de mantener en su lugar al loco viajero en el tiempo.

En su rostro resalta una sonrisa, mimada por facciones angelicales que empiezan por unas mejillas coloradas y terminan en unos perfectos ojos verdes cubiertos por largas pestañas.

 Los vítores cesan antes de que Karla aparezca con su bajo colgando del cuello.

Su largo cabello está recogido en una alta cola de caballo, que mantiene su rostro despejado. Aquellos rebeldes se encuentran fijados con gel, brindándole a su rostro esta postura de estiramiento natural.

Un maquillaje oscuro oculta dos fanales azules que son una máquina de romper corazones. 

Viste un pantalón de latex, combinándolo con un top de la misma textura. Botas largas y de tacones altos enfundan sus delicados pies.

Louis no sabe si sentir celos por cómo los hombres miran a su hermanita, o si comenzar con la siguiente canción para desviar su atención de ella.

Luego recuerda que, al igual que él, Karla desprende sexualidad y hormonas por donde se pasee.

Una vez que ella está en posición, Louis regresa su vista hacia el frente.

No, aún no puede creer que él esté viviendo todo esto. Siente que la maldición se rompió en el momento que su padre decidió que este sería su siguiente calvario.

Supone que lo malo vendrá cuando, enamorado hasta los huesos de un humano que se muere por sus besos, tenga que explicarle que es un jodido demonio.

Los reflectores cambian de colores cálidos a luces blancas, girando a través de todo el recinto.

La ansiedad en sus venas se mezcla poderosamente con la cocaína que inhaló hace un par de minutos atrás, justo antes que pusiera un pie en el escenario.