Hace muchos años en una casa, donde nadie iba y casi pasaba nunca por delante, vivía un señor llamado Antonio. Era un caballero de unos ochenta años. Tenía el pelo grisáceo, muchas arrugas en la cara, con barba. No era muy alto pero tenía unos pies...
Cuando los hijos de Antonio celebraron el funeral fueron directos a hablar con el notario de su padre.
-Buenos días Carlos, venimos a hablar sobre la herencia de nuestro padre. - le explico la hija de Antonio, Juliá.
-Si aquí tengo todos los documentos si os parece bien vamos a mi despacho y hablamos.
Una vez en el despacho...
-Aparte de los papeles vuestro padre me dio un vídeo para vosotros.
Los hijos de Antonio se emocionaron tanto que no podían ni hablar.
-Ojalá hubiera pasado más tiempo con nuestro padre - le comentaba Marcos a Julia.
Estuvieron hablando un buen rato hasta que firmaron los papeles de la herencia. El notario les sugirió que fueran a la vivienda de su padre para ver el estado de la casa y recoger todas las cosas valiosas que tenía Antonio.
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