1.

340 31 10
                                    


❚ CAMELOT - 1224 ❚

El sol se presentó y cubrió a todo el reino, las personas caminaban, se tropezaban y una que otra compraba ingredientes u objetos para llevar a su hogar y darles alguna utilidad. Entre ellos una pequeña de larga cabellera dorada lograba resaltar entre los demás, viendo con emoción cada cosa con la que se cruzaba, las decoraciones, las frutas de todo tipo de tamaños y colores, juguetes de madera, etc. Corría con una sonrisa en su rostro, la gente que la miraba sonreía enternecida, pues sabían que la pequeña era el regalo que llegó en un fuerte invierno.

Un hombre de edad mayor, llevando un baculo en una de sus manos exclamó preocupado intentando verla entre la multitud.

— ¿¡Pequeña Sira, dónde está!?

— ¡Aquí estoy Merlín!  —corrió de vuelta a él. En sus brazos llevaba todo tipo de objetos, libros, un caballo de madera, dos rosas rojas, y unas frutas.

Queriendo llegar hacia Merlín, esquibava a unas cuantas personas, chocando con ellas accidentalmente, pedía apenada y avergonzada disculpas.

— Lo siento, p-perdón ¡Ay, como lo siento!

Llegando ya al frente del hombre de avanzada edad, sudando y respirando agitada, empezó a contarle emocionada como la gente de los diferentes puestos le habían regalado todo tipo de cosas, que ella había insistido en que no era necesario pero los vendedores le pedían o otras veces le suplicaban para que los aceptara, a regañadientes se llevó algunas cosas, pero cuando ya no podía más, se disculpó. Claro qué, ella no sabía que la razón por la que le regalaron dichos objetos y frutas, era porque nada les alegraba el día que ver a la sonrisa de esa pequeña niña.

— Vaya cosas que te pasan mi joven ayudante,—alzó una ceja— a propósito... ¿Dónde está lo que te pedí de la lista?

Sira palideció.

— ¿L-la lista...? ¡O-oh, esa lista! Ve-verás yo, —suspiró apenada— cuánto lo siento Merlín, me distraje tanto con lo que estaba viendo que no recordé comprar lo que me pediste, discúlpame.

Su voz había sonado como si quisiera contener las ganas de llorar. El contrario tan solo sonrió y apoyó una mano en su hombro.

— Joven Sira, no tiene porqué disculparse, más bien debería ser yo quien se disculpe. Pedirle cosas como 'diente de ajo', 'cola de sapo' y demás, creo que no fue la mejor idea que tuve. Tan solo tiene 7 años. Así qué, —hincó una rodilla, apoyando ambas de sus manos en los hombros de la de dorada cabellera, esta misma lo vió a los ojos sorprendida— ¿Podría usted perdonar a este tonto anciano?

Sira rió, rápidamente se tapó su boca con sus manos. Asintió con una sonrisa. El de cabellera blanca asintió y se levantó, ofreció su mano a la pequeña.

— ¿Nos vamos mi querida ayudante?

— ¡Sí! —tomó su mano.

Justo cuando ya estaban alejándose del lugar para volver al castillo, las personas volvieron a aglomerarse, tanto así que la joven Sira terminó separándose del hechicero Merlín de Ambrosía. Miró a todos lados buscando a alguien con un baculo, sintió como alguien de la multitud jalaba su cabello, asustada se alejó de donde estaba y se tropezó con un caballero.

— ¡Oh jojo! Cuidado pequeña Sira.

— ¿Lancelot?

Parecía reconocerla.

— ¡Muy bien, muy bien, reunanse caballeros y damitas, prueben su suerte con el chico de la fortuna!

Sira curiosa se acercó a donde la voz, seguida del caballero.

You colored my world ©     | 𝗪𝗶𝘇𝗮𝗿𝗱𝘀 | [P A U S A D A]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora