MARIE
El fuerte sonido de un rayo me despierta con un brusco movimiento que si bien no hace que me caiga de la cama, pero sí que me dé un buen golpe en la cabeza.
Odio las tormentas, siempre han sido mi cosa menos favorita de la naturaleza desde que era niña y ahora no es que las cosas hayan cambiado mucho. Aún me sigue pareciendo aterradora la forma que tiene de apoderarse del cielo y por un instante hacernos creer que va a caerse y aquella luminosidad que lanza dándonos solo una mala interpretación de que es bonita para al final detonar en un estallido que deja un corazón desbocado a su paso. Al menos el mío.
Un nuevo fuerte trueno se deja oír pareciendo que el cielo va a partirse en dos, por lo que mi grito apenas y se escucha en medio del terrible agitar del río cerca de aquí y la gran cantidad de agua impactando contra mi ventana.
Me levanto de un salto dispuesta a cerrar las cortinas, pero me quedo observando por un momento el desastre que es afuera, pero lo que daría por no estar aquí dentro así fuera estar en medio de una tormenta.
Las odio, pero odio más estás cuatro paredes.
—Espero que ni siquiera lo estés pensando, querida. —La voz de Vanya me hace dar un sobresalto—. Una mundana como tú no sobreviviría ni dos segundos en esta tormenta.
—Lo mismo dijiste cuando me trajeron aquí y mírame, aquí sigo por más que te moleste.
—Creo que a ti te molesta más.
A pesar de la oscuridad, su sonrisa se deja ver malévolamente con la luz de un relámpago, haciéndola lucir espeluznante.
—Es que aún no lo entiendo. —Dice, acercándose a pasos lentos hasta mí—.
—¿Entender qué?
—Como es que aún no te haces adicta a Draven.
—¿Hablas de enamorarme de él? —Pregunto con repulsión—. Sé que no parezco muy cuerda, pero te aseguro que el Síndrome de Estocolmo no figura entre mis defectos.
—Lástima, hubiera sido un cliché muy bueno.
—Pues siento decepcionarte.
En un movimiento demasiado rápido, considerando que es una vampira, me toma con una mano ambas mejillas, apretándolas, haciendo que no me pierda ni un solo detalle de sus rojos ojos hambrientos de sangre.
—De hecho no lo haces, solo sigo muy intrigada contigo. —Saca a relucir sus colmillos, haciendo que mi corazón se acelere del miedo—. Porque en realidad parece que quien se hizo adicto a ti fue Draven.
—Pues entonces no todo está perdido. —Contesto con una valentía que no siento en absoluto—. Aún puedes obtener el cliché del secuestrador que se enamora de su víctima.
Entonces, sorprendiéndome como todo lo que hace, suelta una risa maquiavélica, de esas que solo escuchas en villanos hechos y derechos, pero algo en Vanya la hace lucir mucho más siniestra. Más peligrosa.
—No confundas el enamoramiento con la adicción, Marie. —Niega con la cabeza—. Él es adicto a tu sangre, no a ti.
—También tengo mis encantos. —Me zafó de su agarre, pero sé que si lo hice es solo porque ella así lo quiso—.
—Nunca nadie te ha amado, ¿Cierto, querida? —Al ver que no tengo intenciones de responder ante su verdad tan solo ríe—. El amor no aprisiona, no te encierra, no te atrapa.
Vuelve a acercarse a mí, aunque esta vez se mantiene sin tocarme, solo deja poca distancia para poder susurrarme al oído.
—Y Draven no ha hecho contigo otra cosa que no sea eso y creo que eso es la muestra de amor más real que has conocido. —Suelta un corto suspiro—. En serio lo siento.
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Mi Mate. Mi Luna
WerewolfLa Diosa Luna nunca se equivoca y está vez no es la excepción. El amor nace. Las mentiras yacen. La verdad surge. Enamorarte de alguien que es capaz de dar su vida nunca resultó tan fácil, ¿O difícil? [...] -¡Sueltame! -Me grita-. -¡Deja de huir! Le...