| PREFACIO |

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Otoño de 1990

La sala del hospital se llenó de un frío ambiente.

El sonido de los aparatos dentro de la habitación era estridente.

— ¡Aumenten la carga el doble! ¡Ahora! — la energía subió en forma de revolución.

El cuerpo de Sea se sacudió fuerte entre las sábanas celestes.

Cada momento era peor que el anterior, la vida se le escapaba de las manos.
Mientras detrás de la puerta Dralva se desvivía contra ella gritando su nombre en aullidos desesperados.

Claus lo tomo de los antebrazos mientras sollozaba a su lado, la fuerza de un Dominante herido.. lastimado, era demasiada contra Claus, aún cuando los dos compartían la misma fuerza.

—¡Dijiste que nunca me dejarías! — Grito Dralva con todas sus fuerzas pensando que así Sea lograría despertar.—¡¿Recuerdas que lo prometimos?!

Entre la puerta y la habitación se debatía la desesperación.

— Doctor lo estamos perdiendo....

Silencio...

Un sollozó.

El bebé que Diabla sostenía entre sus brazos pronto lloriqueo y el fuerte grito retumbó por todo el pasillo.

— Dralva.... ¡Mira!— el pequeño lloro como si su vida dependiera de ello.

Con pasos débiles Diabla se acercó a el nombrado y trago fuerte mientras colocaba el bebé a su costado.

— Alejate...— El tono áspero y crudo la recibio.— ¡Aleja esa cosa de mi!— sus ojos entraron en pánico cuando Dralva grito haciendo estremecer a todos los presentes.

Fue la primera y última vez que ese hombre lloro.

— Dralva, es tu bebé por favor.. N-no digas eso...— Diabla trato de calmar al pequeño mientras su vista también se nublaba.

— Esa cosa.. Esa cosa me robó a sea.— Las feromonas de choque eran tóxicas mientras se esparcian como el humo.
Su mirada se volvió tan negra como la noche mientras se levantaba caminando amenazante, los hombres cayeron uno tras otro ante el efecto que producía su cercanía.

— Diabla llévatelo ¡Ahora!

Claus trato de detenerlo con las pocas fuerzas que le quedaban mientras Diabla se habría paso con sus brazos pesados.

No dejaría a un ser inocente, un ser que no tenía la culpa de que su padre estuviera muriendo.


— •°•°• —

El trozo de tela que colgaba del candelabro se movía de un lado a otro mientras algo se dejaba caer enrollado en este.

Como si de una serpiente se tratara.

El rostro cubierto por el cabello lacio sonrió desde arriba haciendo frente a la persona que había pisado la habitación en silencio.

Estas aquí...


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| VINO DELICTUM | © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora