Especial 2-Cosas de Hombres

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JUNGKOOK'S POV

Dejé el cuenco en la mesa frente a Avery mientras leía unos apuntes del examen que tenía después en la tarde.
Avery ya había terminado prácticamente el curso mientras que a mí me quedaban dos. Escuché un ladrido que identifiqué de inmediato, me estaba exigiendo su comida. Bam había crecido bastante.

—Te noto estresado—comentó Avery con la cuchara con las lentejas en su boca.

—No me digas, ¿Cómo lo supiste?—pregunté sarcástico.

Obviamente estaba estresado. Me dormí en la madrugada, desperté temprano y tenía ojeras. Necesitaba acabar los exámenes cuanto antes. Ya con Bam comiendo me senté a alimentarme yo. Avery seguía sugiriéndome que debería echarme una siesta antes del examen. Ella hacía unos días estaba igual que yo y no la obligué a nada. Pero ella era así siempre, se preocupaba por los demás más que por ella misma y por esa razón necesitaba alguien encima de ella...y lamentablemente yo también. Ella porque pensaba demasiado en los demás y yo porque era demasiado autónomo.

—Necesitas despejarte—repitió tras haber fregado.

Bufé en el sofá, llevaba allí sentado sin hacer ni pensar en nada media hora y no le parecía suficiente descanso. Me senté de nuevo en la mesa para seguir repasando hasta que Avery se acercó cruzándose de brazos tras cerrar mi portátil.

—A la cama, ahora mismo.

Acabé obedeciendo a mi chica. Me tumbé en la cama oliendo ese aroma característico de Avery, abracé la almohada quedándome dormido al segundo.

Salí de mi último examen completamente relajado. Ni siquiera esperé a que mi clase saliera, fui disparado a mi moto para llegar a casa lo antes posible. Avery ya estaba allí, al fin y alcabo no tenía que ir al haber terminado todos los exámenes. Estaba tumbada en el sofá leyendo, se veía graciosa con una camiseta y unos pantalones cortos míos. Tenía una cinta en la cabeza para echar la cabellera hacia atrás, —se veía tan linda...

Dejé las llaves en el cuenco y me acerqué tras dejar en el salón la mochila. Mi pantalón le estaba tan grande, que al flexionar las rodillas formando una pirámide, se le cayeron hacia abajo mostrando sus muslos. Iba descalza como siempre, y la camiseta se le había levantado ligeramente mostrando su ombligo. Le quité el libro para estampar mis labios contra los suyos. Sólo esa imagen de ella había conseguido que mi cuerpo tuviera necesidades. Me siguió el beso rodeando mi cuello con sus brazos echándome hacia el sofá. La intensidad del beso iba aumentando según mis manos subían desde su muslo hasta su rostro. La levanté del sofá siguiendo enredando nuestras lenguas, hasta llegar a la habitación. La dejé en la cama mientras bajaba sus pantalones, o más bien los míos. Sonreí al tener sus manos bajo mi camiseta. Agarré sus muñecas y las puse sobre su cabeza, seguí besando cada centímetro de ella, su cuello permanecería marcado un par de días, sus pechos igual, cada milimetro de ella recordaría mis labios. Avery suspiraba, siempre hacía eso cuando la besaba, y me encantaba. La puse en cuatro y comencé a quitarme la ropa. Me acerqué a por un condón de la mesilla y preparé su entrada con mis dedos.

—Con unos besos te vuelves una cascada...

—P-por fa-

—No te dije que hablaras.

El sonido de mi mano contra su nalga izquierda fue satisfactorio, pero más el sonido que salió de la boca de Avery. Sonreí acariciando sus redondos glúteos sin dejar de jugar con su entrada y mis dedos. Lamí mis dedos antes de apretar su nalga derecha.

—Ábrete más—exigí.

Cuando tuve la vista que necesitaba comencé una serie de falsas embestidas. La desesperación de Avery la podía casi tocar de lo densa que era, no podía hablar y por eso sólo soltaba sonidos asociados a la frustración...y alguno que otro de placer. De pronto entré completo sintiendo un alivio que al instante me quitó el estrés de la última semana. Avery gimió mi nombre activándome al instante. Mis manos hicieron un leve repaso al cuerpo de mi dulce Avery, por sus piernas, caderas...no entendía cómo podía gustarme tanto. Comencé con embestidas duras, profundas a un ritmo constante. El sonido de nuestros cuerpos chocar era música para mis oídos, más aún con Avery gimiendo casi sin dejar silencio entre cada uno. Me había vuelto adicto, adicto a ella.

Giants - JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora