Día 3

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Comía libro tras libro con la mirada, mientras estaba haciendo memoria de aquella gran revelación que había sucedido hace algunas horas, en lo que me enteré que los fieles llamaban las puertas al eterno, donde supuestamente los ángeles que encontraban su otra mitad iban allí a tomar su forma celestial junto a su pareja y salir de este mundo para siempre, una locura, lo sé, mientras procesaba todo lo que Ángel hablaba solo podía pensar en una cosa.

Debo haber muerto arreglando la lamparita en el porche de casa.

Ángeles, demonios, almas gemelas, reencarnación, humanos luchando para encontrar su origen divino, mi madre parte de todo esto que se siente tan lejano a mí ser, pero no era lejano, era totalmente cercano y estaba allí justo frente a mis ojos en forma de alas blancas y tersas pegándome en la cara para despertarme del adormecimiento en el que viví durante muchos años.

Incluso aunque no quisiera despertar, el peso de toda esta verdad ya estaba sobre mis hombros, peso que ni siquiera comenzaba a comprender pero que ya me había alcanzado para posarse en mis sobre mí y no dejarme dormir nunca más ante el conocimiento.

Pasadas las dos de la mañana unos golpecitos en la puerta de la habitación me pusieron alerta, no podía dormir por lo que había decidido leer pero no contaba con alguien más despierto dentro del castillo, las luces se habían apagado temprano y el silencio que reinaba era espeluznante.

Si, más espeluznante que saber que la humanidad entera está compuestas de ángeles que sin pensar el por qué buscan su otra mitad durante toda su existencia y que solo mueren cuando su cuerpo material ya no soporta su interior divino.

-Adelante- sostengo la daga entre mis dedos más firmes que nunca sabiendo que en verdad está vez si puedo hacer daño con ella.

-Les traigo paz- una voz profunda inundó mis oídos y el perfume dulzón de la colonia de Fin llegó a mis fosas nasales.

-¿En serio los ángeles citan a los Simpson?-

-Técnicamente tú también lo eres y vives citando a los Simpson-

-Primero, no soy un ángel, segundo, nunca he citado a los Simpson desde que estoy con ustedes, tercero no deberías estar en cama y cuarto y lo más importante, ¿has estado espiándome?- pregunto indignada mientras guardo la daga bajo mi almohada una sonrisa blanca perlada apareció en sus labios contrastando perfectamente bien con su piel color canela.

-Primero... ya me olvidé y si he estado espiándote, tu madre me lo pidió, era por tu protección...-

-Si secuestrarme también- cierro el libro un poco más fuerte de lo que debería y lo lanzo contra él, por obvias razones lo toma en sus manos como si no hubiese pasado nada y lo deja sobre la silla.

-Eso fue... medidas desesperadas para tiempos desesperados- se rasca la parte trasera de su cuello mientras toma asiento en la cama.

-Claro si yo te invité- bufo recostándome en la pared mientras que el silencio se forma entre nosotros.

-¿Cómo te sientes?- pregunta señalando la herida.

-Bien, tira de a ratos pero nada que no pueda soportar, por otro lado, la que tendría que preguntar eso soy yo, después de todo tus alas casi nos matan a los dos- otra vez Clara escuchaba ese sonido que podría escuchar el resto de su vida sin suponerle una molestia.

-Estoy bien, hiciste un buen trabajo escuchándome allí abajo-

-Sí, no te acostumbres-me cruzo de brazos.

-En lo absoluto- su mano se posa por unos segundos sobre mi rodilla desnuda a causa del pantalón corto que le robe a Ángel, por unos momentos no sucede nada hasta que se da cuenta de su acción y saca la mano de mi piel como si fuese repelente- em...vine, vine porque dijiste que tenías un millón de preguntas más y yo dije que las contestaría luego de una siesta...-

Sirvientes de la Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora