Pansy Parkinson y la realidad alternativa

Capítulo 10

Ser prefecta siempre fue una de mis metas, mis padres lo fueron, tía Cissy y tío Lucius lo fueron, así que para mí era como una obligación moral, cuando me dijeron que sería prefecta se me escapó una lágrima de la emoción y cuando me enteré de que Harry sería también prefecto todo fue aún mejor.

Pero en este momento me hubiera gustado que al menos mi yo de este lugar no lo fuera, porque sin duda, si ella no fuera prefecta no tendría que estar junto con Draco en dirección a las rondas, en su lugar estaría en mi cama llorando por el literalmente maldito anillo que tengo en mi dedo y no aguantando mis ganas de derrumbarme en cualquier segundo mientras camino por los oscuros pasillos del castillo.

- ¿Quiénes son los prefectos de las otras casas?

Choco contra la espalda de Draco por la forma abrupta en la que se detiene, cuando se da la vuelta parece como si le hubiera dicho una ofensa.

- Esto se está saliendo de control.

- ¿Por qué?

- Potter es prefecto y Diggory es premio anual.

Quiero dar media vuelta y regresar corriendo a las mazmorras, pero esto no es una opción porque apenas doy la vuelta, veo a los Gryffindor acercándose. Draco hace lo mejor para disimular lo que pretendía ser mi huida al tomar mi mano y fingir que me hacía dar una vuelta, dice un cumplido que llama la atención de los leones cuando pasan junto a nosotros y luego me abraza.

- Tu corazón late muy rápido, Dragón.

- Luego hablamos de eso, por ahora solo evita a ambos tanto como sea posible.

Decirlo era más fácil que hacerlo, más aún cuando al sortear las rondas termino ligada a Harry y Cedric, aunque Draco intenta cambiar conmigo, sus protestas no son escuchadas y nos separamos según los grupos asignados.

Durante los primeros minutos nadie habla y lo agradezco demasiado, pero no es algo que dure mucho, más al considerar que las rondas se realizan por 3 horas.

- Te traje una rana de chocolate.

Verde, verde fosforescente, eso había dicho mamá cuando le pregunte el color de ojos de Harry, aunque había oído una vez en el callejón Diagon, que era el mismo verde que el de la maldición asesina. Tuve que limpiar mis ojos para poder verlo bien, quizá todo inicio ese día o quizá fue la primera vez que me di cuenta de lo que sentía, pero ver sus ojos y tenerlo extendiéndome algo dulce en un momento tan amargo me generó dos sentimientos que me acompañan hasta el día de hoy, la debilidad por las ranas de chocolate y la debilidad por sus ojos.

- Gracias, Cedric.

- De nada, solo... solo me acordé de lo mucho que parecías disfrutarla hace unos días.

Es una gran ventaja estar caminando por los pasillos oscuros, pues esto ayuda a ocultar el color de mis mejillas. No la abro, la guardo en mi bolsillo y comienza otro renovado silencio una vez más, aunque por lo visto el premio anual no aguanta mucho el mismo.

- ¿Te quedarás en el castillo para navidad?

La solo idea de ir a casa de Pansy me hiela la sangre, solo espero que sus padres no me obliguen a regresar porque sin duda no creo poder mantener la fachada durante tanto tiempo y menos con ellos.

- Espero que sí.

- También yo, es mi último año en Hogwarts después de todo y quiero recordarlo.

- Yo también haría lo mismo en tu lugar.

- Si te quedas, quizá podríamos hacer algo juntos y...