El sonido del timbre me despertó de mis horrorosas pesadillas una vez más. Me levanté de la cama mientras mi brazo se estiraba para tomar mi sudadera y acomodarla en el lugar correcto, metí mis pies en los tenis negros y corrí escaleras abajo para averiguar quién podría ser, pero era obvio quién.
– Robert – junté mis labios y esbocé una sonrisa.
– Hola, damita – se acercó y plantó un beso delicado en mis labios. Lo tomé del cuello y lo besé todavía más. Se apartó un poco de mi rostro y acarició mi mejilla. – Te traje éstas – sacó unas flores que se escondían tras su espalda y las puso en medio de nuestros cuerpos.
– ¡Son preciosas! Gracias – me di vuelta y lo tomé de la mano para que entrara conmigo a la casa. Cerró la puerta detrás de nosotros.
Dejé las flores en una mesita y me volví para jalar a Robert hacia mí y apretar mis labios contra los suyos, juntándolos en un misterioso pero sabroso beso. Él siguió con el beso y me apretó contra él demostrándome que seré suya, no importa lo que piensen los demás. Movió su mano por mi espalda hasta encontrar mi trasero, lo acarició de una manera que no me incomodó sino me gustó, subió de nuevo su mano y sonrió delicadamente aún sobre mis labios.
– ¿No te molesta que haga eso? – me preguntó tierno.
– Para nada.
Regresó a mis labios para morderlos y aplastarlos con los suyos. Lo abracé por el cuello y él me abrazó por la espalda. Me tomó un poco de tiempo acostumbrarme a sentir un cuerpo que no fuera el de Sam, pero al final terminé queriendo quitarle la ropa a Robert y llevarlo a mi cama. Cuando menos me lo esperé, detuvo el beso para acurrucarse conmigo en el sofá. Me acariciaba el cabello mientras yo sobaba su abdomen por encima de la playera de algodón que llevaba puesta. Subí la mirada para contemplar sus ojos verdes, esos ojos que desde el principio me habían hipnotizado.
– Eres realmente perfecto – solté.
Era la verdad. Este hombre era pura perfección andante; cabello castaño, ojos verdes, cuerpo escultural, piel bronceada, alto y siempre con buen aroma.
– Tú eres más que eso – susurró en mi oído. Sonreí y oculté mi pequeño cuerpo junto al suyo. – ¿Tienes frío? – me preguntó.
– Un poco.
– Podemos ir a mi apartamento. Es pequeño, pero tiene chimenea.
– ¿De verdad?
– Sí. Podemos beber chocolate caliente, acostarnos en la cama y besarnos todo lo que queda del día. Puedes quedarte si quieres – me ofreció. Asomé mi rostro por el gorro de mi sudadera y besé su mentón. Bajó su rostro y plantó un beso en mis labios, de esos ricos y cálidos.
– Bueno, solo déjame ir a hablarle a mi mamá y decirle que me quedaré en casa de una amiga, ¿sí?
Asintió. Me levanté del sofá y justo en cuanto mis nalgas se despegaron de éste, Robert soltó su mano en ellas con una nalgada. Hice un pequeño gesto del cual se rió y corrí escaleras arriba para empacar mis cosas y avisarle a mi madre. Ya en mi cuarto, tomé el móvil y marqué el número del hospital donde trabajaba mi madre.
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Sex Instructor - Sammy Wilk-Cancelada
Fanfiction"La primera clase es gratis" decía el letrero que había llamado la atención de ______. Se acercó a la puerta negra de madera. El cristal estaba sucio y pañoso. Jaló de la manga de su sudadera cubriendo la palma de su mano y limpió un poco el cristal...