Verlaine

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Antes de que Dazai pueda intervenir en la situación, Chuuya de alguna forma consiguió darle una patada a Verlaine, tal que lo hizo rodar hasta la pared más cercana.

Este chico que había recogido de la montaña ¿Realmente era tan fuerte?

Puede ver el miedo en sus ojos mientras parece que está a punto de huir, pero Verlaine se aproxima nuevamente y toma su mano.

—Chuuya ¿No me recuerdas?—

Chuuya forcejea, pero esta vez Verlaine no cede.

Dazai desea intervenir al ver a Chuuya tan aterrado, pero esto es algo que tiene que dejar que suceda si quiere evitar que Chuuya regrese al culto.

Sabe que Verlaine no va a lastimarlo, entonces no está preocupado, pero se siente desolado, como si el hecho de ver a Chuuya tan asustado le rompiera el corazón.

Entonces aprieta los puños y finge indiferencia ante la imágen de Chuuya aterrado incluso con los ojos cristalizados.

«¿Qué tanto miedo le provocaron a este pobre chico?» piensa Dazai.

—¡No sé quién eres! ¿Cómo me conoces? ¿Qué es lo que quieres?—

Y entonces Verlaine lo abraza, Chuuya está envuelto en pánico.

—Oh dios, Chuuya, cuando ma belle chérie y yo no te encontramos luego de esa explosión creímos que habías muerto— (mi adorado cariño)

Chuuya tiembla, una de las pocas cosas que recuerda de su infancia, su primer recuerdo. Estar recostado en un cráter, perdido y solo, únicamente usando una bata azul de hospital con la etiqueta “Nakahara Chuuya”

Esta persona le conoce, esa persona sabe quien era Chuuya antes de ese día.

¿Es él su padre? Entonces a quien llama “ma belle chérie” ¿Podría ser su madre?

Chuuya se tranquiliza en los brazos del hombre rubio ante esa posibilidad, también, el abrazo se siente cálido.

—¿Quién eres?— Pregunta Chuuya.

—Paul Verlaine, soy papá— Le dice, cuando esa noche convenció a Rimbaud de no matar al niño ambos decidieron ser sus padres.

Incluso habían decidido traicionar a Francia, pero todo se salió de control tan rápido.

—¿Y mamá?— Cuestiona con cierta ingenuidad, pero también con muchísima esperanza.

El padre le dijo que su familia seguramente había muerto en la explosión, que todo era parte del plan de Dios para él, el salvador.

Que Chuuya debía verlo como un acontecimiento triste, sí, pero que las pérdidas son necesarias en el plan de Dios y que ese sufrimiento lo acercaba aún más a su padre real, Dios.

Chuuya está feliz de que no sea así.

De todos modos, Dios lo ignora.

—No sé dónde está tu madre— Le dice.

—Pero tú dijiste que me buscaban, ambos —

Verlaine ríe y acaricia el cabello de Chuuya con ternura.

—Hablas de mi marido, ven, te llevaré con él —

«Él…» Piensa Chuuya. «Oh…»



«¡Oh!»

Él y Verlaine también es un “Él”, entonces es Él+Él, no hay una “ella” entonces “Marido” Chuuya se siente un poco mareado.

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