Ya habíamos llegado. Estaba parada frente aquel imponente edificio sin creerme aún lo que me estaba pasando. Todo aquello era demasiado para mi, para Astrid Scott. Todo lo que conocía estaba segura que cambiaría. Mis amigos no estarían aqui, ni mis padres, ni mi hogar. Para terminar los males tendría que conocer a gente nueva, lo que odiaba por encima de todas las cosas. Lo mejor, para lo que estaba allí era una cosa que me encantaba: entrenamiento para luchar. Además, pensandolo bien no todo era tan malo ya que quien me conociera y viera esto diría que es perfecto para mi, hasta yo misma lo dudaba. Me asusta la idea pero a la vez me... me fascina. Encanja perfectamente con mi ropa siempre negra y mi. punto un tanto macabro y siniestro. Amo lo paranormal y aunque sé que aquello es una simple institución que lo único que hace es enseñarte defensa personal, me gustaba inventarme en mi cabeza todo tipo de tonterías sobre aquella institución.
El edificio que se elevava frente a mi es lo que mucha gente diría que sinietro y lo que yo diría que genial ya que todo eso me gustaba en gran medida. El edificio era más bien como un castillo y en realidad creo que en otra época pudo serlo perfectamente, estaba todo hecho con piedra, con varios torreones a los lados y los tejados en pico con tejas de pizarra. Apenas tenía unas diminutas ventanas con rejas y varias gárgolas distribuidas por las paredes exteriores del castillo. Debía de haber como 100 habitaciones allí, sin contar el espacio atribuido a las clases. Las paredes del catillo estaban recubiertas de enredaderas, supongo que crecidas a lo largo de los años. Alrededor de aquello apenas se podía divisar la alambrada a los dos lados y el bosque alrededor ya que la vista de atrás me la tapaba el majestuoso castillo y el resto la capa de niebla que había empezado a aparecer. Me quedé un buen rato observando estupefacta hasta que el sonido del claxón de mi padre llamó mi atención. Me despedí de él con la mano y me adentré en lo que de aqui en adelante sería mi hogar.
Por dentro aquello no tenía nada que ver con el exterior. Seguía teniendo aquel encanto de castillo pero se notaba que había sido reformado para ser útil para vivir y como escuela. La puerta principal daba a un enorma recibidor con vidrieras en las ventanas y unas escaleras que suponía dirigian a los dormitorios. En aquella sala estaban también muchos alumnos que venían nuevos como yo. En realidad no tantos, habrían unos 20 o 30 alumnos. Estabamos todos allí parados cuando una voz procedente de las escaleras retumbó toda la sala.
-Queridos alumnos del Instituto Neverhood, yo, como vuestra directora os doy la bienvenida a nuestro centro de enseñanza. Como ya sabeís no solo cursareis vuestro estudios aquí, también os enseñaremos y prepararemos para luchar y poder desenvolveros en vuestra vida diaria, que como gerreros, protectores o lo que seaís de aquí, necesitareis. Vuestras habitaciones las sabreís porque vendrán en la hoja ya dada donde también figura el horario. Como alguien se retrase lo más mínimo tendrá serios problemas. Ya esta todo. Si alguno tiene alguna duda, ni se moleste en preguntarme y como ya sabreís no todos valen para esto.
Después del discurso todos nos quedamos un momento petrificados hasta que la gente comenzó a moverse. Yo por mi parte tardé más de la cuenta puesto que me quedé mirando el folio con el horario y ante mi horror descubrí que los entrenamientos empezaban a las seis y las clases como normal a las ocho y media. No había un solo día de descanso. Guardé la hoja, no quería ver más por ahora. Memoricé el lugar de la habitación y cuando llegué descubrí que mi compañera ya estaba allí.
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Nerverhood: Nacidas para luchar
Teen FictionSelene y Astrid ingresaran en un misterioso internado del que no podran salir... Allí descubriran de que va todo eso y que a ellas les une un vínculo no muy agradable. Para cuando salgan, sí salen, nada será lo que recordaban.