Capitulo 3: Astrid

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Entre a la habitación y lo primero que vi fue a una niña asustadiza. ¡Estupendo! Eso justo lo que menos quería. No solo me tendría que ocupar de sobrevivir yo, sino también de que ella sobreviviera, porque de esa manera no creo que durara mucho. Por lo pronto mejor entrar y hacerme la simpatica.

-Hola, tu debes de ser mi compañera de habitación. Yo soy Astrid, Astrid Scott.

-Ho... hola, yo soy Se... Selene Vryzas.

-Encantada - dije acercandome a ella dandole la mano.

-Igualmente -  parece que se relajo un poco.

-¿Has guardado ya tus cosas?

-Pues no. Estaba esperando a que llegara mi compañera para organizarnos - en ese momento me fijé en aquella habitación que tenía el mismo aspecto que el castillo exterior. Por lo visto lo único que había arreglado de aquel castillo serían las aulas que se usan para estudiar y entrenamiento porque la habitación más bien carecia de reforma alguna pues seguía con los ladrillos en las paredes. La habitación apenas se iluminaba por una pequeña ventana y una luz que no alumbraba mucho. Había dos camas casi juntas en la esquina de la derecha, dos armarios justo enfrente y una mesita un poco pas allá. Por suerte la habitación era bastante amplia y constaba de un baño.

Me levanté y fui a ver los armarios. Eran pequeños y no cabría mucha ropa allí, aunque total, tampoco usaría mucho el armario ya que casi toda mi ropa era para el entrenamiento que bien podía usar para ir a clase. Solo tenía varios vestidos y conjuntos de invierno y verano para alguna fiesta. 

-¿Qué armario o cama prefieres?- le pregunté.

-El armario me da igual pero la cama me gustaría la que no esté pegada a la ventana. Siempre me han dado miedo - esa niña era peor de lo que esperaba. Si le daba miedo dormir al lado de una ventana, no sé que sería de ella aquí.

-Vale, pues yo duermo ahí y ese es mi armario- señale la cama cerca de la ventana y el armario que había enfrente.

-Gracias - me dijo abrazandose a mi y poniendose a llorar. Joder y encima tenía que consolar a una niña indefensa. 

-No llores, no te pasara nada.

-Lo prometes - aun estaba llorando.

-Solo si tu haces lo que yo te diga porque sino las cosas iran mal.

-Va.. vale.

-Ahora pongamos en orden todo esto- señale nuestras cosas cuando ella dejó de llorar.

Recogimos la habitación, lo pusimos en orden y como aun quedaban dos días para empezar las clases fuimos a dar un paseo por toda la institución. No había nadie, excepto los empleados, rondando por allí. Normal, después del discurso de hoy quedrán descansar para lo que les espera. Compramos dos bocadillo en la cafetería y nos lo comimos en nuetra habitación. Esa noche nos acostamos tarde ya que estubimos hablando. Selene me contó que estaba muy asustada con todo aquello y que su padre había muerto. Aparte de eso no se más de ella ni ella de mí pues solo le conté que estaba allí por voluntad propia, cosa que la dejo un poco descolocada. Ya estaba a punto de dormir cuando Selene me desveló.

-Astrid, ¿estás dormida? - susurró Selene.

-Ya no.

-¿Te e despertado? Lo siento. Ya me callo - me quedé callada un momento pensando si preguntar o no. Había algo en esa chica que me inspiraba confianza. 

 -No. ¿Qué querias?

-¿Tu sabes de qué va todo esto? Me refiero a lo de la lucha y todo eso - mierda, lo único que no tenía que preguntar.

-Es un programa estudiantil - le mentí -  No le preguntes esto a nadie más o te tomaran por tonta, los entrenamientos tomatelos en serio, muy enserio y sobre todo, no te dejes matar.

-Oh - fue lo único que dijo.

-Ahora duermete y descansa o te pasara factura - me dí la vuelta dispuesta a dormir.

-Pero yo se karate - me divertía mucho esa chica.

-Quizás te sirva - ahora si que me iba a dormir.

A la mañana siguiente cuando me desperté Selene aun estaba dormida. Me vestí y salí de la habitación. No sabía que hacer hasta que pasé por el gimnasio y la puerta estaba levemente abierta. Decidí entrar a ver que había.

Nerverhood: Nacidas para lucharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora