Cuando entré en el gimnasio alguien estaba soltando golpes a un saco de boxeo. Me acerqué un poco más y pude distinguir quién era. No sabía que hacer. Estaba paralizada. No sé seguro si aquel tipo es él pero algo en mi me decía que sí. Después de tantos años y verlo allí era demasiado para mí. Sus movimientos, su espalda, el pelo. Era él. No pude reprimirme más y salté encima suya haciendo que parara de golpear. Él se asustó y me derribó al suelo por encima de su cabeza. En ese momento nos vimos las caras.
-Balthazar - grité.
-Astrid, ¿qué haces aquí? - preguntó.
-¿Acaso no te alegras de verme?
-Claro que sí. Anda ven a mí. - me dijo abrazandome - y ahora dime qué haces aqui.
-Lo mismo que tu, supongo.
-Veo que bienes preparada. ¿Qué te parece si entrenamos en un cuerpo a cuerpo?
-Te advierto que he mejorado.
-Ya veremos que sabes hacer pequeña.
Estubimos luchando un buen rato. Ninguno de los dos sufría lo más mínimo. Esa no era nuestra intención. Cuando nos aburrimos paramos para comer. Después de comer volvimos al gimnasio para esta vez prácticar esgrima. Estabamos batallando ya casi de noche cuando la puerta se abrió de golpe. En cuanto vi quien estraba ya sabía que era lo que la traía por aquí. El segundo día y ya había problemas.
-Astrid, ¿te has enterado del numerito montado por tu querida amiga?
-Señora ella no es mi amiga y no puedo estar pendiente de que no monte follones. No voy a estar las 24 horas del día pendiente de ella. Es injusto. Que aprendan a cuidarse solos o que no esten aquí.
-Ha llegado a mi despacho en pijama y muy altera preguntando qué era esto y por qué estaba aqui - habló, ignorando todo lo que yo había dicho.
-Y vosotros os la habeís llevado y montado el numerito de siempre para qué se vaya o no vuelva a meterse en vuestros asuntos, según su grado de valentia. ¿Cómo se puden creer siempre qué ese es real?
-Por su bien que esa señorita no vuelva a entrometerse.
-Creo que es más lista de lo que parece. De todas maneras, si se queda, ¿le puedo decir almenos que lo de los dragones era mentira? - pregunté.
-¿Aun usaís el viejo truco de los dragones? Venga ya, nadie se lo cree - fue la primera vez que habló Balthazar.
-Esa chica es muy lista Astrid, no creo que se lo haya creido - dijo la directora.
-Ya sé el protocolo. Mantenerla alejada de aquí y por ahora ocultarle todo. Ya lo sé. Me voy a buscarla antes de que sea demasiado tarde.
-Buena suerte señorita Scott - encima de todo cachondeos- la veo mañana en clases.
Cuando entré a la habitación me encontre a Selene acurrucada en la cama.
-Selene - la llamé pero no respondió aunque si alzó la cabeza - ¿Se puede saber en qué estabas pensando esta mañana¿ ¿Tu estas loca o qué te pasa? Es la mismísima directora.
-Ya... ya lo sé Astrid pero... pero quería respuestas.
-¿Qué repuestas? Selene te dije qué no preguntaras. Muchas como tú han ido a hacer lo mismo y por eso la directora creó lo de los dragones. Por cierto, son mentira. Yo ya pasé por eso y si te advertí fue por tu bien. De aqui en adelante hazme caso en todo lo que te diga, ¿entendido?
-¿Todo ha sido una falsa? ¡Qué tonta he sido! Te haré caso, tranquila - no sé si me hará caso y si aquello lo decía de verdad pero más le valía por su bien o las pagaríamos, las dos. Decidí no tocar más el tema y dormir. No es que fuera muy tarde pero tenía que irme a dormir ya que mañana a las seis teníamos entrenamiento. Solo espero que no sea el entrenamiento de los duros o esa era la últuma noche de mi amigita.
-Mañana a las seis hay entrenamiento. Levantaté veinte minutos antes y no llegués. Buenas noches- dicho esto me fui a la cama.
Desperté con un insoportable pitido. Era la alarma. Me levanté, me duché y me vesti lo más rápido posible y parece que Selene me hizó caso a lo de anoche porque también estaba vestida y en la puerta cuando yo. Bajamos a la sala B de entrenamientos que era la que nos tocaba hoy. Como yo había predicho era entrenamiento de los flojos. Aprenderíamos técnicas de batallas en una lucha cuerpo a cuerpo sin tocarnos. Hoy nadie saldrá herido.
ESTÁS LEYENDO
Nerverhood: Nacidas para luchar
Novela JuvenilSelene y Astrid ingresaran en un misterioso internado del que no podran salir... Allí descubriran de que va todo eso y que a ellas les une un vínculo no muy agradable. Para cuando salgan, sí salen, nada será lo que recordaban.