2K 477 132
                                    

Jimin tenía acumuladas unas enormes ganas de compartirle a los demás que conocía a un hombre selkie, que éste le pidió matrimonio y que ahora estaba durmiendo en sus brazos después de jurar que no se dormiría de nuevo mientras miraban películas de romance.

Habían pasado alrededor de dos días desde su primer encuentro y Jungkook se pegaba a él como una sanguijuela. Le acompañaba cuando preparaba la comida, él aportaba picando los ingredientes y alcanzando aquello que se encontraba demasiado alto. No sabía hacer nada aparte de prepararse un café, por lo que Jimin lo amenazó con que tendría que aprender a cocinar si quería quedarse gratis en su casa.

De momento no le comentó ni siquiera a sus amigos más cercanos que tenía un invitado. Esperaba que nadie lo visitara, aunque no era común que le pasasen a saludar. Normalmente lo evitaban porque él mismo decía que odiaba salir de su cama para atender a otras personas. Era del tipo perezoso que salía a fiestas, pero que no pasaba de ese límite. Ya era suficiente salir a beber con sus amigos, no tenían por qué esperar algo más.

Ahora se estaba levantando temprano por obligación. Jungkook lo sofocaba con su cuerpo, se movía mucho en la cama y siempre estaba hambriento. Agradecía que al menos le ayudase y fuese considerado, le prestaba atención a todo lo que hacía, seguía las instrucciones que éste le daba al pie de la letra y todo lo que intentaba hacer le salía bien. Era hasta frustrante verlo siendo tan perfecto, podía entender por qué tantas mujeres mayores lo amaban, pero él era un hombre joven y uno competitivo, le estaba dando un poco de rabia.

— Dijiste que no sabías cocinar, ahora lo estoy dudando. — Le miró con una ceja levantada mientras preparaban un postre para la tarde.

Los dos pasaban más tiempo en la cocina que en otra parte de la casa. Era la habitación más iluminada, había muchas ventanas que daban hacia el jardín. Jimin tenía varios rosales y un árbol de cerezo. Era un espacio pequeño, pero perfecto. Un pequeño tronco servía como silla por si quería pasar su tiempo en el exterior en lugar de encerrarse a mirar películas. Jungkook miraba de reojo el jardín, deseando conocerlo cuanto antes, aunque esperaría.

— Es que quiero dar lo mejor para poder cocinarte. — Jungkook le sonrió inocente, sus intenciones eran puras, él realmente quería aprender rápido para consentir a Jimin.

Siendo una persona tan independiente casi toda su vida, Jimin no estaba acostumbrado a que alguien le prestase ese nivel de atención. Sus padres se separaron cuando era pequeño, algo de lo que no guardaba muchos recuerdos si era sincero, pero sí que recordaba lo solo que estaba todo el tiempo. Su madre trabajaba gran parte del día, luego se enamoró de un sujeto que capturó toda su atención. La soledad le hizo aprender a cocinar, limpiar y actuar como un adulto. Nunca sintió pena por su situación, al contrario, lo prefería de ese modo.

Ahora, teniendo a Jungkook actuando con tanta dulzura, se sentía raro, pero bien. Era agradable tener a alguien que se preocupara por él después de pasar toda su vida solo. Temía un poco que el hombre selkie decidiera volver al mar, incluso si decía no querer hacerlo, ya se estaba acostumbrando a tenerlo sobre él con esa sonrisa dulce y sus ojos que realmente le recordaban a una foca.

— Igual no podrás superarme. — Jimin le sonrió arrogante mientras lo empujaba hacia un lado.

— Bueno, es cierto, tienes la mano de un ángel.

— Dices cosas vergonzosas sin nada de vergüenza. Enséñame tu secreto.

Jungkook se volvió un poco más tímido después de ese comentario, se mordió los labios y miró hacia abajo evitando que notasen su sonrojo, sin embargo, no era consciente de como la punta de sus orejas le delataban continuamente.

SELKIE FOWK アザラシ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora