SELKIE FOWK アザラシ KOOKMIN

五

Jimin informó de manera general que tenía un novio. Fue un aviso en una de sus redes sociales, algo simple como "ya no estoy soltero" e ignoró las preguntas que llovieron después de eso. Sus amigos siempre lo hacían, siempre comentaban que estaban en pareja y desaparecían para evitar todas las preguntas que venían después de eso.

La relación con Jungkook fluyó lentamente, después del primer beso los dos se unieron un poco más, compartiendo besos que no iban más allá de un jugueteo inocente. El hombre selkie amaba expresarse a través de las caricias, Jimin era de los que se expresaban a través de detalles que no llegaban a ser exagerados.

Después de conocerlo, Jungkook decidió pedirle matrimonio de una forma distinta. Tenía las llaves del sitio que compró, planeó limpiar todo un día donde Jimin tenía que levantarse temprano a recoger unas cosas en casa de su mejor amigo, un trámite que había extendido porque no quería ser interrogado. Se fue quejándose, le dio un beso a Jungkook y desapareció por las tranquilas calles del barrio, caminando entre medio de los niños que jugaban con sus bicicletas en la vereda.

Jungkook no perdió nada de tiempo, fue hacia el terreno y con sus propias manos comenzó a arrancar la mala hierba que crecía en el camino. Dentro de su cabeza estaba el único pensamiento de dar lo mejor de sí mismo por el bien de Jimin. Tenía puestos unos pantalones de chándal y una sudadera vieja que había adquirido en una de sus primeras aventuras sobre la tierra. Se agachó para que su espalda no sufriera las consecuencias, y arrancó la máxima cantidad de mala hierba posible.

Sus manos comenzaron lentamente a enrojecerse por la fuerza bruta que ejercía, ni siquiera se dio cuenta de que tenía varios cortes en los brazos después de pincharse varias veces con las espinas de algunas plantas. Se arrastró por todo el terreno que se mantuvo abandonado por un año, intentando aprovechar todo el tiempo que le quedaba.

Si sus cálculos eran certeros, Jimin tendría que responder todas las dudas que tenía su mejor amigo, por ende se demoraría más tiempo del que había planificado. Le dijo que llegaría en máximo unas 4 horas, pero esa visita se extendería hasta la tarde, casi a la caída del sol.

Con torpeza, Jungkook decidió utilizar las pocas herramientas que Jimin manejaba en casa. Tenía unas tijeras para podar, pero eran pequeñas, solamente podría cortar las ramas de las plantas más grandes, también sacó con la pala todo aquello que se veía feo. A pesar de que su cuerpo era grande porque se trataba de una criatura marina que realmente pesaba toneladas, se estaba cansando más rápido lo que creía. Tal vez por sus músculos comenzó a sudar exageradamente. Las gotas de sudar corrían por su frente, deslizándose hasta caer por su cuello, escondiéndose en el interior de su sudadera que ahora se sentía mucho más pegada a su torso.

En cosa de 2 horas avanzó muchísimo, pero su estado no era el más apropiado. Sabía que no podría terminar de arreglar el terreno en su totalidad, pero al menos podría dejarlo decente. La apariencia estaba mejorando, viéndose más como un campo bonito, de esos que utilizaban para tomar fotografías. Dejó los dientes de león sabiendo que le gustaban a Jimin y que de vez en cuando les pedía deseos.

Se conformó con todo lo que hizo y volvió a casa para ducharse y cambiarse de ropa. El baño era pequeño, siempre tiraba todo cuando entraba e intentaba lavarse bien el cabello. No sabía si era por culpa de su torpeza, o porque tenía los brazos demasiado largos, pero los productos caían uno por uno como en efecto domino.

Cuando arregló todos los productos, dejándolos como suponía se encontraban antes de entrar a ducharse, se miró en el espejo y analizó su rostro, esperando verse lo suficientemente bien para que Jimin le dijera lo lindo que se veía. Nunca le gustaron los halagos sin sentido que le hacían las mujeres con que llegó a salir en el pasado, los odiaba demasiado, le hacían sentirse utilizado y nada más que como un objeto, pero cuando estaba con Jimin amaba escucharlo decirle lo precioso que se veía con cierta prenda.