•Marsh•

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La chica me miró fijamente esperando a que yo recuperara la compostura. Se sentó a mi lado cuando vio que tardaba demasiado en reaccionar.

- Es broma- continuó- Lo sabes, ¿verdad?

- Ahm...- tragué una gran cantidad de saliva y me recompuse- Claro, si, lo sé- ambos reímos con alivio, abrí la caja de cigarrillos dejando que ella tomara uno. No tuve la molestia de ponerle mi encendedor, ya traía uno en el bolsillo de su vestido.

- No me digas, ¿de vacaciones en Derry?- en lo que encendía el cigarro, puse atención a sus manos, muy bonitas y delicadas pero, algo dañadas- Tuviste suerte de que fuera yo y no alguien realmente extraño. Derry no es un lugar para andar por ahí solo.

- ¿Entonces no vienes sola? Parece que si conoces esa advertencia.- señalé sus manos con la vista.

- Que te importa- tenía una sonrisa coqueta y maliciosa. Le devolví el gesto y bajé la cabeza para contestar su pregunta.

- Nos mudamos, no creo que este sea un lugar para vacacionar.

- ¿Ah si? ¿Y por qué?- alzó una ceja como retandome- ¿Crees que vivo en una pocilga?- volví a alzar la vista hacia ella.

- No no, no yo nunca dije eso- ella rió- Solo que no creo que haya algo que disfrutar aquí.- tal vez ella podría ser una de las pocas cosas que si se podrían disfrutar.

- ¿Viene con doble sentido?- me miró maliciosamente, no lo sé, es como si supiera lo que estoy pensando o tal vez fui muy obvio.- Como sea, tienes razón. Pero el lugar no es malo, mientras sepas con quien juntarte y bueno, cosas.

- ¿Cómo te llamas?- le ofrecí otro cigarrillo cuando vi que lanzó el que tenía casi entre cenizas, se negó.

- ¿Cómo te llamas tú?- evitó responder.- Y si, prefiero guardarme esa respuesta para mí sola.

- William. ¿Soy el único que no sabe tu nombre en esta ciudad, acaso?

- Mejor que ni lo sepas, Bill- sonrió de nuevo y se levantó, sacudiendose el las hojas y la tierra del vestido.- Me esperan en casa- avisó como despedida y se marchó. Pensé en seguirle el paso, pero no creo que lo quiera, además se ve como si me pudiera golpear enserio.
El camino a casa se pasó volando, perdí la noción del tiempo pensando en lo que acababa de pasar, es que esa chica, santo dios, apareció de la nada allí en el bosque y conforme más pienso más preguntas sin resolver vienen a mi cabeza, siquiera su nombre sé y mucho menos tengo conocimiento de si la volveré a ver, tal vez en la escuela... ¡claro! Ahí está, mañana la buscaré sin duda e incluso Richie o Eddie podrían saber su nombre.
Olvidé el tema luego de encontrar esa solución. Llegando a mi casa solo esperaba a mi madre abrazándome para olfatear en olor a tabaco, pero afortunadamente teníamos visitas, lo cual es raro porque se supone que somos nuevos y aquí no vive nadie conocido.

- Él es mi hijo mayor, William- no tuve tiempo de subir a mi habitación a escabullirme, caminé hasta la cocina donde me encontré con mi madre que la veía desde lejos y, un hombre.- Hijo, el señor... disculpe olvidé su nombre.

- Alvin- asintió queriendo sonreír- Alvin Marsh, un gusto.

- Igualmente- me quedé ahí junto a mamá. Claro que encontrar a mi madre con un hombre desconocido no me causa nada de gracia, pero finalmente es problema de ella, solo me incomoda la apariencia tan inquietante que tiene el tipo. Estaba arrecostado al desayunador pero aún así se ve que es muy alto y fuerte, además su cara es, inexplicable de describir, pero no me gusta.

- William, el señor Marsh se ofreció a cargar las compras por mí y por Georgie esta tarde- presumió mi madre, no me importaría a no ser que es un reclamo indirecto por llegar tarde y no ser yo quien le ayudara.- Además es jardinero y se va a encargar se mantener nuestro jardín.

- Que bien- traté de alegrarme e ir arriba.- Bueno, muchas gracias por ayudar a mi madre.- dije despidiéndome.

- ¿Cómo te fue en la escuela?- gritó Sharon, sabe que me fue bien.- Oh si, es su último año ya- escuché que le comentó al hombre. Entré a mi cuarto y dejé de poner atención a su conversación.
Me duché y tiré a lavar mi ropa antes que mi madre llegara a buscar el olor del cigarrillo. Un rato después Georgie me buscó para cenar, además quería que le ayudara a deslizarse por la barandilla de la escalera.
Riendo nos dirigimos a la cocina para ayudar a mamá, pero para nuestra sorpresa, Alvin aún permanecía en la casa, cenó con nosotros.

- ¿Y siempre has vivido aquí?- solo mi madre le hacía conversación. Georgie estaba tan aburrido que se fue a ver televisión.

- Así es, en un callejón allá por el río. Mi difunta esposa y yo...

- ¿Difunta?- se me salió decir, no lo sé, el tipo es extraño y bueno.

- Murió cuando tuvo a la bebé- vi que se corrigió- Se suicidó.

- ¿Qué?- mamá se llevó las manos a la boca, toda la mesa quedó en silencio, tal vez eso no era algo que yo debía preguntar.

- Depresión post parto- continuó mirando a un punto fijo, noté que sus manos se apretaban.- Pero fue hace muchos años.

- Lo... lo lamento- agaché la cabeza para evitar ver los fulminantes ojos de mi madre. La mesa permaneció en silencio por un rato, cuando Alvin terminó, recogió su plato, se puso de pie y se dirigió al lavabo.

- Muchas gracias por la cena, Sharon- soltó fríamente mirando su reloj de mano- Pero ya es hora de irme.

- Te abriré la puerta. Hijo, recoge lo que falta- la mujer también se levantó, ambos desaparecieron por el pasillo y lo último que presencié fue el sonido de la puerta cerrándose de un golpe. Seguidamente, mi madre dando pasos fuertes hasta el comedor.
- ¡¿Cómo se te ocurre?!- no le vi el rostro pues estaba a espaldas de ella, aeguramente estaba roja del enojo y la pena- ¡William, el pobre hombre se ve deprimido!

- No dije nada malo, madre. Me disculpé por entrometerme.

- Pues parece que dudas de él. ¿Tienes algún problema?

- ¿Con un extraño que apareció de repente en mi casa?- me volteé, secando mis manos con un trapo- No, no tengo dudas o problemas.

- Quita ese tono- advirtió señalandome con un dedo- Él solo fue amable. Además no tengo que explicarte nada, si ya estás bastante grande.

- Madre por dios- me causa gracia que saque todo así como si yo le hubiera cuestionado algo.- ¿Te gusta? No me importa, ¿Solo te agrada? Tampoco es de mi interés. Podría dormir hasta conmigo en mi habitación y no tendría algo para decir- reí, ella estaba furiosa.

- ¿Entonces cuál es tu problema?

- Ninguno- levanté los hombros- Solo me impactó lo de su esposa... ¿Qué crees que pasó con la bebé?- mi madre al parecer había ignorado esa parte.

- Bueno... no lo sé. Es muy difícil que un hombre solo críe a una niña y...

- ¿La habrá matado?

- ¡William Denbrough!- intentó buscar algo para aventarme, al no encontrar nada se me acercó para golpearme. - ¡¿Que te sucede?! ¡Alvin Marsh está destrozado!

- ¡Ya mamá!- intenté cubrirme.- Está bien, lo siento.- la mujer se apartó y recuperó el aliento.

- Dijo que fue hace muchos años. Quizá fue hace más de 20 años y la niña ahora es una mujer casada en otro estado. ¿Bien?

- Bien.- se quedó mirándome un poco convencida, yo no volví a decir nada. En segundos se me volvió a acercar y me dio un beso de buenas noches en la mejilla para ir con Georgie a dormir.
Estuve parado en la cocina por casi una hora, no sé si pensando en lo de la difunta esposa de ese tipo o en su cara, alguna de ellas o ambas me dejó en otro estado antes de irme a dormir.
Quizá Derry alberga más peculiaridades de las que creí, o tal vez es solo una coincidencia y mi madre no pudo pedirle ayuda a un hombre más normal.


•Secreto O Fantasía• Billverly Donde viven las historias. Descúbrelo ahora