𝐈

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"Está cordialmente invitada a la fiesta de cumpleaños número veintiuno del Marqués de Basilweather". Basilweather Hall. Febrero 25, 1888.

Enola leyó el frente de la invitación con detenimiento, una y otra vez mientras bebía un relajante té para apaciguar sus ya muy alterados nervios. Destrozados. Hechos polvo. Añicos.

Leer eso la torturaba lentamente hasta hacerla agonizar. Sentía como se clavaba el filoso puñal en su ya mal trecho corazón «Sí, ahí estaba». Tenía la peculiaridad de latir muy fuerte cuando Tewkesbury era lo que sucedía. Cuando flores en su puerta sucedían. Cuando notas sutiles pero muy explícitas a sus ojos sucedían. Y también cuando ella no soportaba que no sucediera, razón por la que lo espiaba... aún. Por si las dudas. Aunque no había contestado a algunos de sus obvios mensajes en un buen tiempo fingiendo que pensaba en una posible respuesta cuando no era el caso. 

Tener un misterio entre manos y no haber visto a su madre hace ya un año, aunque le reconfortaba el saber que se encontraba con vida, seguía siendo en extremo un martirio. Y como si no fuera suficiente, no había prescindido de Sherlock, quien seguía siendo un dolor en el...no había manera sofisticada de decir que él y, ¿Por qué no?, Su querido hermano, Mycroft, eran un real dolor en su ya cansado trasero.

No huía de los problemas, por desgracia. Estos llegaban solos.

Entonces, ahí estaba, con una impecable y envidiable caligrafía; digna de un Lord cómo Tewkesbury.

«El bobo tenía encanto, por desgracia». Suspiró antes de leer en voz alta.

— Sal de tu escondite , Enola Holmes.

Solo eso decía. «¡Solo eso y ya! ¡Descarado! ¡Insufrible e idiota descarado!» «¿Y qué esperaba él? ¿Que aceptara y fuera corriendo a sus brazos?»

Ella podía tomar ese mensaje de muchas maneras distintas, en su mayoría se esforzaba porque no incluyeran ni siquiera una mirada de anhelo o afecto. Ya había pasado por eso antes, simplemente no lo haría otra vez.

El problema era que Tewkesbury no estaría siendo inoportunamente oportuno en una reunión de ese calibre. Era, nada más y nada menos, que una recepción en honor a él.

No misterios. No problemas. Solo él; sonriente y distinguido, listo para bailar con alguna interesada jovencita.

—¡Ja! ¿Y eso cómo por qué debería importarme?

«Cicely». Le fue imposible no recordar.

Aunque técnicamente se trataba de su vieja amiga Sarah Chapman, cuyo corazón ya le pertenecía a alguien en ese entonces... Era una bendición y una desventaja para su salud mental poseer una maravillosa memoria que le permitía recordar hasta el más mínimo detalle. «Hasta lo que no necesitaba recordar, para variar» Como ella estando incómoda con el alter ego de la hermosa Sarah, pensando equívoca que podría gustar de ese bobo con todas las señales que su propia cabeza se inventó cuando aún no conocía su plan.

No se le iba a revolver el estómago por pensar en ello. ¡Se lo prohibía a si misma! La última vez que ella asistió a un baile tenía diecisiete. La primera vez que se sintió incomoda de ver a una mujer cerca de Tewkesbury fue a los diecisiete. La primera y última vez que besó a Tewkesbury tenía diecisiete. La última vez que ambos estuvieron al borde de la muerte tenía diecisiete. Y la última vez que ella respondió con un fuerte y claro "no" a un baile, también tenía diecisiete. Casi dieciocho, pero ese no era el punto.

El punto era...que Tewkesbury tenía mucho trabajo por hacer en la cámara de los Lores con tantas cosas que le había confesado, planes por desarrollar de manera justa y pulcra. Transparente. Cómo debería ser un político real. Y sabía que lo lograría porque tenía un espíritu y una convicción únicos. Tenía todas las armas dentro de él y ahora que sabía usarlas ya no la necesitaba más. En su lugar, ella tenía mucho trabajo por hacer en su agencia aun tres años después; resolviendo casos, tratando recuperar la relación con sus hermanos, siguiendo las pistas sin fin de su madre y...lidiando consigo misma y su cabeza dura. Aun así, alejarse del todo del joven marqués, promesa de la revolución, era algo que escapaba de sus manos y que simplemente era incapaz de cumplir.

GOLD RUSHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora