Prólogo

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Navidad, hermosa época del año, donde el frio se hace presente y el olor a chocolate caliente y galletas inunda el aire, pero sobre todo las buenas intenciones y amor prevalecen en tan hermosa fecha. Aunque claro, esa no es la realidad que rodea a la familia Jaeger, dado que para ellos la celebración, era una simple excusa para alocarse. Cada fin de año se reunían con los Ackerman; socios de negocios y amigos cercanos. Estos no solo llegaban a celebrar las fiestas decembrinas, sino que también celebraban el cumpleaños de su hijo mayor. Lo que nos lleva de vuelta al veinticuatro de diciembre.

Eren estaba terminando de colocar los adornos y demás cosas que ocuparían esa noche. El de mirada esmeralda suponía que la velada no sería del todo acogedora, dado que acababa de romper con Emma, una linda chica con la que salía desde hacía tres años. Sus padres adoraban a la encantadora joven, que no sólo era hermosa, sino que además provenía de una familia bastante influyente. Por lo que era de esperar, el enojo de sus padres al enterarse de la noticia.

Cabía aclarar que su familia, se volvía intensa en la cena de navidad; por ejemplo, era seguro que su padre iniciaría una pelea con Kenny Ackerman por cualquier cosa trivial. Primero se decían verdades entre bromas y luego pasaban a retarse a dar el primer golpe, y todo el acto culminaba con los dos abrazados y entre copas confesando lo importantes que eran para el otro.

—Eren, podrías apresurarte —la molesta voz de Carla le hizo saltar en su sitio—. Si sigues así, llegará el año nuevo y todavía estarás decorando. —El joven; acostumbrado al humor de su madre antes de cualquier actividad, solo asintió.

Se apresuró a acabar su parte, pero antes de poder escapar a su habitación, el timbre resonó en toda la locación.

—¿Puedes abrir? —Ordenó Grisha, mientras seguía su camino a la cocina, con el pavo entre manos.

A paso lento el joven se aventuró a la puerta, al abrirla, su enojo se hizo evidente. Al contrario del rubio, que lo veía con una gran sonrisa.

—Gracias, hermanito. Olvidé mis llaves otra vez. —dijo a la vez que desordenaba los cabellos del moreno, pero su semblante cambio a uno más serio al ver a sus padres—. Por cierto, ya les dijiste que terminaste con Emma. —Cuestionó señalando hacia la cocina donde se encontraban Grisha y Carla.

—No, no le veo el caso, al fin y al cabo, es mi vida —respondió a secas el menor—. No me digas que ya les fuiste con el chisme. —Más que preguntar, afirmó molesto, deteniendo su andar.

—No, por quien me tomas —dramatizó, llevándose las manos al pecho—, pero deberías hacerlo antes que vengan los Ackerman, será incomodo y te pondrán en vergüenza. —Aconsejó el blondo, mientras dejaba unas palmaditas en la cabeza contraria.

Eren sabía que su hermano tenía razón, pero ¿qué vela tenían sus padres en ese entierro? Molesto se dirigió hacia donde se encontraban ambos adultos.

—Mamá, Papá... —ambos voltearon a verlo, dejando de lado lo que estaban haciendo— Solo quería decirles que Emma, no vendrá hoy.

—¿Qué le pasó? —Cuestionó preocupada Carla.

—Nada, sólo que ya no estamos saliendo —dijo sin rodeos, pero al ver la rección de sus padres, creyó que habría sido mejor no decirlo tan brusco.

—Y por qué terminaron. —Atinó a preguntar su madre, antes de que Grisha tomara la palabra, por lo que este se dedicaba a darle una mirada furiosa.

—Ella y yo... Ya no conectábamos. Íbamos en sentidos opuestos. —Y es que ciertamente dese hace tiempo ya no se querían, seguían juntos por costumbre, pero esa dinámica era desgastante para ambos. Por lo que, lo dejaron en común acuerdo.

Let's PretendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora