2: "Los hermanos sean unidos"

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MARCO.

Demonios.

¿Por qué es tan dificil hablar con ella?

- A veces creo que ustedes son los hermanos inmaduros aquí -lo fulminé con la mirada-. Ella tiene razón -alegó-. ¿Sabes? Admitir que te equivocaste no te va a matar.

Mara resoplo cual toro enojado, si había algo que a mi hermana mayor le molestara, era equivocarse, y peor aún, que su hermano menor se lo demostrara.

-En primera, no me equivoqué, y, en segunda, segun tú, ¿sobre qué tiene razón exactamente? Por favor, Max, no seas dramático -Max la miraba con el ceño fruncido-. Minerva esta encaprichada solo porque nos fuimos de Sicilia, ya se le va a pasar -esto no va a acabar bien-. No hay porqué hacer una montaña de un granito de arena -le restó importancia.

Se va a desatar la guerra.

Les doy tres segundos, ¿tú cuánto crees que tardarán?

No hago apuest...

-¿Te atreves a juzgarla? ¿En serio? -Mel ya había dejado de llorar, pero estaba mas enojada que nunca-. ¿Puedes usar el razonamiento y dejar de lado tu soberbia por cinco minutos? -creo que hasta yo me asuste con la mirada asesina que le lanzó Mara- Nos obligaste a venir aquí, ni siquiera nos permitiste opinar al respecto, y cuando te pedimos una explicación, nos dices que todo esta relacionado a las muertes de mamá y papá, dime, ¡¿cómo carajos esperabas que reaccionara?!

Te lo dije. Tres segundos exactos.

-A mí no me hables así, Melissa -advirtió la mayor.

-¡Y tú también! -Me acusó-. ¡¡Sabes cuanto detesta las órdenes, y tú vas y le dices estas castigada, ¡¿quién te crees que eres?! -agaché la cabeza, ahora me sentia la peor escoria del planeta- ¡No puedes tratarla de inmadura cuando sabes que ella es la mas adulta de todos nosotros!

-¡Oye! -refunfuñó Max.

-¿Quieres quejarte, en serio? -aunque me hiriera el ego admitirlo, Mel había acertado, otra vez.

Minerva y Mauro a pesar de ser los mas jóvenes en nuestra familia, se comportaban como adultos, sensatamente hablando.

Mi hermano menor parecio meditar mis palabras y acabó asintiendo.

Mel rodó los ojos.

-Hablaremos de esto después, iré a ver a Min...

- No -los tres nos volteamos para ver a Mau, a veces me costaba entenderlo, por lo general, es el que nunca opina sobre nada, pero supongo que cuando se trata de su melliza es diferente- Voy yo -y sin decir más, comenzó a subir las escaleras.

- Mau, está enojada, no creo que sea una buena ide...

El menor nos miro con cara de aburrimiento, porque si se lo están preguntando, sí, aunque son mellizos, Minerva nació treinta segundos antes.

-Por favor, es mi melliza -objetó con obviedad- Si hay alguien que puede hablar con ella, aún cuando parece estar poseída por los mil demonios, soy yo -nos sonrió levemente y siguió su camino hasta perderse en los pasillos de la casa.

Me recosté en un sofá de cuero marrón y cerré los ojos. Medité lo que había ocurrido.

Muy en el fondo, sabía que tanto Minerva como Melissa tenían razón, en todo.

Sabia que no era su padre, sabia que no tenia ningun poder o derecho sobre ella, sabia que solo era su hermano mayor y que tenia que comportarme como tal, pero una parte inconsciente de mi, me hacia actuar como un padre.

Todos caerán al finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora