Capítulo 24: Pasado

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-Hijo, ¿podemos hablar un momento?-


-¿Qué es lo que quieres ahora?, no tengo tiempo, tengo cosas que hacer-dijo sin voltearlo a ver, su voz era fría y seca, en la cara del Padre se podía notar cuanto le dolía que su hijo le contestara de ese modo, recordaba con añoranza cuando era un niño, los juegos y risas, momentos padre e hijo, y ahora sólo conservaba esos preciados recuerdos con mucho anhelo, de que algún día su hijo, Jake Han, volviera a ser el mismo chico amable de hace unos años-


-Hijo, realmente me duele que te comportes así conmigo, dime, ¿en qué fallé, para perder tu cariño?


-...- se dirigía ya hacia las amplias y grandes escaleras para ir directo a su habitación, ante la pregunta de su Padre paró en seco-No tiene importancia-hablaba con los ojos cerrados y con los puños ligeramente apretados en ambos costados, sin dirigirle la mirada por enésima vez desde que comenzó a sentirse de esa forma, reanudó su marcha- .... lo siento mucho, papá-dijo en un susurro, el Padre no escuchó esto último, contempló como su hijo ascendía, su corazón le dolía y su cabeza no encontraba explicación del comportamiento de Jake Han, sin preverlo en sus ojos relucía lo que en ese momento su corazón de Padre sentía-.


 En otra casa pasaba algo similar, sólo que la que sufría por la indiferencia de su familia era ella. Desde bebé la trataron como la muñequita de la residencia Yeom, la procuraban minuciosamente para que creciera de una forma saludable, jugaban con ella a lo que se le ocurriera y el tiempo que quisiera con todo la paciencia del mundo; pero todo ese cuidado y atención no provenía de sus padres, sino de sus nanas, las cuales fueron elegidas desde antes de ser concebida, su nacimiento fue planeado estratégicamente, todo por un testamento familiar; la señora de Yeom al fallecimiento de su padre, heredaría una fortuna en dinero y propiedades, todo le resultaba bien sólo por una cláusula que había impuesto en ella, en cuanto tuviera a su primer hijo le sería entregada dicha herencia, su marido supo de ello, consideró que no había prisa en formar una familia, puesto que no llevaban mucho tiempo de casados, pero la señora de Yeom deseaba poseer de los bienes lo antes posible, así que se dio a la tarea y unos pocos meses después en la residencia Yeom en el ambiente se podía palpar el sentimiento de júbilo, el señor Yeom esperaba ansioso tener ya entre sus brazos a su primer hijo o hija, la servidumbre se emocionaba con la idea de oír pasitos y pequeñas risas por toda esa gran casa, en cuanto a la señora de Yeom, estaba feliz y satisfecha al saber que pronto lograría su objetivo y tendría por fin en su poder la herencia. Después de un mes de su nacimiento su padre fue ascendido como Presidente General en la empresa en la que laboraba, cada día disponía de menos tiempo para poder convivir con su hija, en las mañanas que tenía que salir a trabajar se acercaba a su cuna, le encantaba admirar como dormía, oír su pequeña respiración y acariciarle su carita diciéndole: "Mi pequeña Na Ri cada día eres más bella, me gustaría quedarme a admirarte todo el día pero papi tiene que ir a trabajar, descansa mi corazón", finalizando con un suave y amoroso beso en su cabecita. La madre hacía de todo menos cuidar y pasar tiempo con la bebé, la dejó completamente a cargo de las nanas en cuanto nació. Así ha sido la vida de Na Ri, a causa de esto, con el tiempo se volvió voluntariosa  y caprichosa, y su nuevo caprichoso estaría a punto de conocerlo. Cierta tarde cuando tenía diez años se celebró una reunión en el jardín de su casa, el motivo de dicha reunión era su cumpleaños, aquello era más una plática entre socios que una fiesta, uno de los socios asistió acompañado de su esposa e hijo, el muchacho fue casi llevado de la mano hasta donde se encontraba la joven Na Ri por varias razones, para entregarle el regalo delicadamente decorado para la ocasión y que le hiciera compañía, ya que Na Ri estaba sentada sola en una mesa muy apartada de los invitados y así poder hablar de negocios tranquilamente con el padre de ella y los demás socios:

Terco corazón... no te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora