Corazón Roto

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-¡Más! ¡Sí! ¡Oh, sí! ¡Más! ¡Más fuerte!

No se cómo habían acabado así. Durmieron abrazados, sí. Se besaron, sí. Se acurrucaron, sí. Se acariciaron, sí.

Pero un beso un poco más largo, por aquí. Una caricia algo más arriba, por allá... Y habían acabado quitándose la ropa entre besos hambrientos, apretones de piel, arañazos y pequeños gemidos.

Él se puso contra la pared, con la manta por encima. Ella se le agazapó con besos y mordiscos también con la manta por encima. No tardó en hundirse en ella, y ella en montarle con precisión y fuerza.

Estaban muy deseosos el uno del otro. No les importó la suciedad en sus cuerpos, el exceso de vello y pelo, el cabello enmarañado y las uñas rotas y sucias. Solo les importaba darse placer mutuo y llenarse de besos, lamidas, sexo y caricias.

Se incorporó, atrayéndola por la cintura, ayudándola a subir y bajar. Su balanceo era delicioso y le trasportaba a un mundo de placer. Ella en sí era deliciosa y le trasportaba a un mundo de verdadero placer. Le abrazó con fuerza por los hombros y le atrajo de la cabeza contra ella. Besó y mordió su cuello. No podían estar más unidos físicamente.

-¿Más? ¿Quieres más?

-¡Sí! ¡Quiero más! ¡Necesito más!- Mientras ella seguía subiendo y bajando, él la apretó con mucha más fuerza contra él mismo- ¡Oh, joder! ¡Joder! ¡JODER!

Continuaron. Con sus manos subiendo y bajando en el cuerpo de ella y viceversa. Lamiéndose, arañándose y mordiéndose. Los movimientos de ambos se volvieron erráticos, desincronizando de vez en cuando las embestidas... Pero se tenían tanta hambre.

No entendía como había pasado de la tristeza y la desesperanza, al verdadero hambre y deseo en cuanto la tuvo cerca. Nunca se había sentido tan excitado con alguien cerca de él, con tantas ganas de hacerlo, con tantas ganas de hundirse alguien, con tantas ganas de... De todo.

-No voy a aguantar más... ¡Santo cielo! ¡Por todo lo...! ¡Ah! ¡Ah! ¡Severus! ¡SEVERUS! ¡SEVERUS! ¡¡¡¡SEVERUS!!!!

Su nombre dicho con esa locura, su interior apretándole, sus jugos saliendo- Joder, joder... ¡Sí! ¡SIRIUS! ¡SIRIUS!- El orgasmo le alcanzó con fuerza. Llenando a la chica en lo más profundo que pudo.

Seguían agarrados el uno al otro. Él seguía dentro de ella, con las respiraciones de ambos entrecortadas. Ella abrió sus ojos muy lentamente, tenía ligeras lagrimitas en las comisuras y estaban brillantes, con las pupilas dilatadas. Ella sonrió y se abrazó con más fuerza a él- Ha sido muy bueno...- Se besaron. Su respuesta fue abrazarla con más fuerza- Tengo frío, ¿nos vestimos?

Asintió. Se separaron despacio, con un sonido de fluidos. Ella se levantó, para recoger su ropa y ponérsela, él lo hizo sentado. A pesar de estar en los huesos, era muy atractiva. Vio su semilla escurrirse entre las piernas de ella y eso le gustó de una manera muy sexual y erótica. Pegaba con su carácter, pero como nunca lo había hecho sin protección con ninguna de las parejas con las que había compartido intimidad, pues nunca supo como se sentiría. Pero ya lo sabía: posesividad. Aunque no supo si era por la acción o porque su relación con Black siempre había sido muy intensa.

Ella volvió y se sentó entre sus piernas, cogiéndole del pecho y metiendo su cabeza en su cuello. Él los tapó a los dos con las dos mantas y los hizo caer para atrás para tumbarse. Se pusieron de lado, ella se acurrucó de nuevo en su cuello y él la abrazó besando su cabello.

Ella le besó dulcemente, sabía que estaba sonriendo- Eres muy cariñosa...- Ella paró- Pero no me disgusta.

-Tú también lo eres... Y tampoco me disgusta- Volvió a besarle, rascando su mentón. No dijo nada y no tardó en dormirse con sus atenciones en su piel.

AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora