Existen innumerables historias de amor atrapadas en ese viejo edificio de cuatro pisos. Desde la biblioteca, hasta el salón de ciencias; desde el gimnasio, hasta la enfermería. Besos bajo las escaleras, confesiones en el patio trasero, ¿y por qué no alguna que otra nota secreta dejada entre los útiles ajenos? Si ese edificio hablara, podría escribir las historias más dulces, también las más tristes.
Iniciando por el cliché del chico popular siguiendo a la chica ratón de biblioteca, terminando por la poco común historia de amor entre el profesor de música y el consejero.
Tal vez los pilares alguna vez quisieron darle un empujón a la chica que dudaba en entregarle un chocolate a la persona que le gustaba; y las paredes gritar de emoción cuando la chica que se creía fea obtuvo su primer beso de su mejor amiga.
Pero si un milagro le permitiera hablar por un día, definitivamente esta historia sería la que contaría.
No había un chico popular en ella, tampoco trataba de una chica millonaria, no había un lindo o un feo, ni la tonta o inteligente.
Ellos sólo eran dos chicos, comunes y corrientes para cualquiera; únicos en el mundo desde la perspectiva del otro.
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Canción para comenzar a sentir las vibras del fic...
