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No podía hacer otra cosa que agachar la cabeza para no tener que ver cómo el rostro de su progenitora cambiaba de color rojo a morado.

- ¡Fraude! ¡No puedo creerlo, Jinhwan!

Nunca la había visto tan molesta, ni siquiera cuando tenía seis años y decidió encender el motor de la sierra circular que usaba su padre para trabajar, solo porque ella le había dicho que era peligroso - y quizás le debía una mano por intervenir - pero aunque esta vez él no lo hubiera hecho a propósito - ni siquiera hizo algo malo - no pudo decir una sola palabra en su defensa.
- ¡Tu padre se ha roto la espalda para pagar tus estudios hasta ahora! - hizo una pausa antes de volver a hablar, esta vez con voz temblorosa - Y yo no puedo más ir a tocar la puerta, casa por casa, a pedir trabajo como maestra particular de primaria porque ahora ya todo se encuentra en internet.

Jinhwan alzó un poco la vista por el cambio de tono de su madre, y se arrepintió, porque lo que menos quería era verla en ese estado tan vulnerable.
- Nosotros queríamos que por lo menos tú tuvieras la oportunidad de terminar tus estudios, necesitabas esa beca ¡y eras capaz de conseguirla honestamente! ¿cómo puedes dudar de tu capacidad?
- Y-yo... Estaba muy nervioso -. Empezó a excusarse, lo que menos quería era verla llorar.
- ¿Acaso te presionamos demasiado?
- Mamá, yo no intenté copiar - la escuchó sorber los mocos y dejó de arrodillarse para sentarse al lado de ella en el sofá para poner su mano en su espalda y sobarla en forma circular - se me cayó algo y el chico me lo alcanzó para devolvérmelo. Ni siquiera me dieron tiempo de explicar la situación.

Soltó un suspiro recordando al desconocido e hizo un mohín.
- Hasta me siento culpable por haber arrastrado también a ese chico.

La situación se revirtió inesperadamente y fue su madre la que terminó animándolo.
- Pero ya pasó, seguro a tu padre se le ocurrirá algo ingenioso y lo solucionará todo. Hay muchas otras escuelas.

A pesar de haber dicho eso, la semana transcurrió y él solo pudo ayudar a su padre a alzar madera, no le dejaba ayudarlo con la carpintería porque decía que Jinhwan tenía la piel muy fina y sus manos no servirían para ese oficio.

Aunque sus padres lucían relajados frente a él diciendo tener la solución, sabía que ambos estaban trabajando de más. Había visto a su madre lavar ropa y sábanas que no eran suyas y escuchaba el barullo que hacía su padre por la madrugada en la parte trasera de la casa, donde se hallaban sus maquinarias, tal vez aceptando trabajo de más con un plazo que no podría cumplir si no trabajaba horas extra.

Pero a mitad de mes sucedió el milagro. Su madre entró una mañana y lo despertó llenando su rostro de besos, su padre se encontraba de brazos cruzados recostándose contra el marco de la puerta.
- Llamaron de YG - comentó su madre y Jinhwan se sentó de golpe, terminando por estar completamente despierto - dicen que uno de los estudiantes de confianza presente como supervisor vio lo ocurrido, tardaron en avisar porque tuvieron que hacer una asamblea para discutir el caso, pero lo conseguiste, aunque no acabaste el examen, te consideraron lo suficiente como para una media beca.

Ni siquiera se dio cuenta de las lágrimas que dejó escapar hasta que sintió sus mejillas empapadas.

No era una beca completa, pero las cosas buenas venían así, a medias para frustrar a los codiciosos, incompletas para que el que no pierde la esperanza encuentre un mayor tesoro al final. Después de todo, en el mundo existen dos tipos de personas, el que nunca queda satisfecho, y el que es agradecido con las pocas porciones; entre ellos, el último es más feliz. Y a juzgar por sus sonrisas, la familia Kim era feliz en ese momento.

A Jinhwan le tocó ponerse al corriente ya que las clases habían iniciado una semana antes. Algunas veces se sentía mal por no ver de nuevo a aquel sujeto, después de todo, había sido perjudicado por tratar de ser amable con él. Algunas veces quería preguntar por él, pero el querer no significaba ser algo que fuera a hacer, las personas se tragan muchas preguntas en el transcurso de su vida.

No tardó en agradarle a sus compañeros y pronto aquel chico quedó en un rincón de su memoria, donde están las personas que uno ve solo una vez en la vida.

Dos años pasaron y Jinhwan había destacado en los deportes. Era capitán del equipo de fútbol de su salón e iba por una anotación cuando, maniobrando con el balón cruzó la vista con unos ojos oscuros que lo obligaron a detenerse de súbito.

Estaba allí, en el arco, mirándolo fijamente con los ojos delineados de negro y el tiempo pareció detenerse.
El balón le fue robado y cambiaron a Jinhwan con otro estudiante.

- ¿Estás cansado? ¿No dormiste bien anoche? -. Cuestionó el maestro que hacía de árbitro.
- Estamos de exámenes -. Se excusó Jinhwan.
- Ve a lavarte la cara y descansa.

Jinhwan obedeció, sumido en sus pensamientos. Él era de la sección D, y siempre le tocó hacer deporte con la sección C, nunca imaginó que el otro pudiera estar en alguna de las otras secciones porque normalmente eran para los que estuvieron en YG desde primaria. Se sintió como un tonto por no haberse planteado esa cuestión.

Se lavó el rostro y se sentó en una banca, con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos.
- ¿Te bajó el azúcar? -. Oyó a alguien decir con un tono casi inaudible.

Tardó unos segundos en alzar la mirada y vio a las chicas empezando su juego. ¿Le hablaron a él? - se preguntó - y mirando a su costado derecho, donde había dejado su botella de agua, notó junto a ella un caramelo de fresa.

Desconcertado miró a todos lados y no alcanzó a adivinar quién pudo haber sido, porque sin duda esa voz no le recordaba a ninguno de sus conocidos.

     Desconcertado miró a todos lados y no alcanzó a adivinar quién pudo haber sido, porque sin duda esa voz no le recordaba a ninguno de sus conocidos

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Dulces miradas - (Junhwan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora