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Podría decirse que todo inició aquella ajetreada mañana, en la que los pasillos se llenaron de un montón de chicos entre doce y trece años compartiendo un sentimiento en común; nervios.

El paso de la escuela elemental a la escuela primaria - o también llamada Middle School, exigía un examen de ingreso - y YG se encontraba entre los más reconocidos.

Uno de ellos, bajo de estatura, se encontraba en el baño lavándose el rostro por cuarta vez, intentando aplacar el calor que le producía a su organismo su nerviosismo.
Repitiéndose a sí mismo "tú puedes hacerlo, tú puedes hacerlo" se percató que su mente había quedado en blanco.

¡Necesitaba volver a repasar los folletos!

Con la mochila colgando de un hombro derecho, empujó la puerta para salir del baño sintiendo una fuerte vibración.

- ¡Lo siento! ¡Lo siento tanto! -. Se disculpó con la persona que se había dado un fuerte golpe con la puerta cuando la abrió hacia afuera.

La mirada del chico lo intimidó, le pasaba como dos cabezas y no apartaba de él sus ojos oscuros rodeados por una sombra. Cuando el extraño de cabello negro dio un paso al frente, Jinhwan se encogió cerrando con fuerza los ojos, esperando un golpe que jamás recibió.

Un ligero aire pasó por el lado izquierdo del chico y al entreabrir los ojos ya no encontró a aquel intimidante sujeto. Con desconcierto volteó el rostro y solo pudo ver la puerta del baño tambalearse suavemente de adentro para afuera.

Su corazón había latido tan rápido como el de un colibrí, se llevó una mano a su pecho tratando de calmarlo y con pasos apresurados caminó de vuelta por el pasillo con el miedo de que aquel sujeto lo tomara del hombro en cualquier momento y lo golpeara.

El tiempo no fue suficiente para el chico cuando empezaron a llamar lista. No podía concentrarse, guardó sus apuntes y aguardó a que dijeran su nombre. Quería salir corriendo, sus manos temblaban, mostró su carnet a la mujer que dijo su nombre y dejando su mochila entró al enorme salón únicamente con un lápiz, un borrador, una calculadora y un bolígrafo.

Había un profesor y dos supervisores justo al entrar, revisaron sus bolsillos y le señalaron el lugar al azar que debía ocupar. Ya sentado colocó ordenadamente sus materiales en línea recta sobre la mesa y se secó las manos con la tela de su pantalón. Observó de reojo a los chicos a su alrededor, todos desconocidos; algunos lucían relajados y otros tan nerviosos como él, incluso vio a uno besar la medalla de cruz de su cadena y a otro con las manos juntas al parecer rezando.

- Vista al frente -. Retumbó la voz del maestro provocando el absoluto silencio en la sala.

La mujer que había llamado lista empezó a leer en voz alta y clara las reglas.

- Número uno: El examen deberá ser entregado completamente a bolígrafo. Número dos: En selección múltiple sólo será aceptada una opción, en caso contrario el ejercicio quedará invalidado. Número tres: El Falso y Verdadero será nulo sin su previa justificación en el caso de ser la afirmación Falsa, las enmiendas y borrones invalidan el ejercicio. Número cuatro: Una vez entregadas las hojas del examen al alumno queda prohibido mirar a los costados o hablar, si son sorprendidos llevarán automáticamente como puntaje "cero". Número cinco: Está prohibido prestarse materiales. Número seis: Ser sorprendido cometiendo fraude invalidará su examen automáticamente y no podrá volver a intentar posteriormente otro examen de ingreso en YG. Número siete: Queda prohibido levantarse del asiento con la hoja, si ha terminado el examen levante la mano y un supervisor recogerá su examen y lo acompañará a la puerta de atrás sin hacer pausas. Número ocho: El examen dura exactamente cuatro horas, una vez acabado el tiempo no se le permitirá completar nada más. Mucho éxito.

La mujer salió, entonces los supervisores junto al maestro repartieron las hojas boca abajo, dos alumnos de años superiores estaban parados justo atrás, controlando que nadie girara las hojas antes de tiempo.

La atmósfera era tensa y parecían ser bastantes hojas.
- Pueden empezar -. Anunció el maestro a cargo y todos obedecieron.

Las hojas se ordenaban de la siguiente manera: Ciencias, Historia, Física, Álgebra, Geometría, Lengua e Inglés.

Parecía tan largo que hacía pensar que era imposible acabarlo a tiempo, pero a los pocos minutos algunos ya se encontraban levantando la mano, evidentemente renunciando.

Los supervisores se paseaban entre los espacios que los separaba, anulando algunos exámenes.

Jinhwan sintió una patada y se tensó - si es que eso era posible.
- ¡Psss! ¡Psss! ¡Oye! - Jinhwan se removió en su asiento - ¿Tienes regla?

Lo ignoró, además no tenía. Pero volvió a sentir las patadas en su asiento. Negó con miedo, moviendo ligeramente la cabeza de un lado a otro, completamente agachado, como si estuviera por entrar en la hoja.

El chico alzó la voz, Jinhwan ya molesto arrastró la silla más adelante pegando completamente su estómago a la mesa. Pero el otro igual lo alcanzaba.

Rabiado por el ruidoso chico tras él, apretó de más el lápiz y la punta se rompió.

Se quedó por un momento inmóvil, no había llevado sacapuntas. No tuvo de otra más que seguir a bolígrafo sintiendo las patadas molestas de vez en cuando.

Salteó los temas que no sabía dejándolos para después, pasó a bolígrafo lo que seguía a lápiz, de vez en cuando con trazos irregulares por las pequeñas sacudidas de su silla, y al borrar, el chico tras él enojado pateó con más fuerza su asiento haciendo que el borrador se le cayera de la mano rebotando una, dos, tres veces.

Por aquel acto echaron al chico de atrás de la sala, pero Jinhwan aún necesitaba su borrador, estiró la pierna sin éxito. Se acomodó y reacomodó tratando de alcanzarlo y dándose por vencido observó el diminuto trozo de goma restante en el dorso de su lápiz. Suspiró pesadamente y trató de borrar con él, pero la goma no era de buena calidad, estaba manchando su hoja.

Estaba a punto de tener un ataque nervioso, de esos donde gritaba y se jalaba los cabellos, pero entonces vio al chico que se encontraba delante del que estaba a su costado agacharse y recoger su borrador.

Con un breve contacto visual lo reconoció, era el mismo con el que se encontró saliendo del baño. El chico dejó caer su brazo al costado y suavemente dejó caer el borrador pisándolo. Jinhwan apretó los dientes ¡se estaba vengando!

Pero luego pateó el borrador hacia atrás, más específicamente hacia Jinhwan. Aunque la goma no se deslizó lo suficiente. Sus miradas volvieron a encontrarse quizás no tan discretamente, porque alguien golpeó la mesa de Jinhwan. Era el profesor, quien le arrebató abruptamente las hojas de su examen y luego hizo lo mismo con aquel desconocido.



 Era el profesor, quien le arrebató abruptamente las hojas de su examen y luego hizo lo mismo con aquel desconocido

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Dulces miradas - (Junhwan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora