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No encontraba una explicación a lo que estaba haciendo, pero allí estaba, asomándose a la ventana, con mucho cuidado de no ser visto.

Los exámenes finales estaban por acabar, y con ellos, el año escolar.
Jinhwan observaba al chico sentado hasta atrás en una esquina, completamente solo. No sabía si darle las gracias o disculparse con él, pero allí estaba, por quinto día consecutivo, intentando ya no acobardarse y salir huyendo como en ocasiones anteriores.

Se sentía como un pequeño acosador, hasta había tenido sueños vergonzosos de él siendo descubierto observando al chico. Si tan solo saliera del aula en los recreos le hubiera facilitado el trabajo. A la hora de la salida siempre lo perdía entre el montón de estudiantes, y le intimidaba entrar a un aula lleno de desconocidos a la hora del almuerzo.

Estaba hecho un lío, por algo insignificante quizás, pero para él sí era la gran cosa.

Vio a los alumnos levantarse y saludar al maestro con una leve reverencia al finalizar el horario de clase, Jinhwan respiró profundo y se aferró con fuerza a la correa de su mochila.

Uno a uno, los estudiantes comenzaron a salir del aula. Jinhwan se hizo a un lado dándoles paso, cuando ya nadie salía, asomó la cabeza por la puerta.

Allí estaba él, guardando sus cosas. Había un par de chicas aún hablando entre ellas de un tema que a nadie le importaba y tres sujetos discutiendo sobre unas respuestas.

Él se veía siempre tan solo. Jinhwan se dispuso a entrar, con la cabeza gacha sintiendo la atención de todos. Agradeció no haber chocado con nada y alzó la vista hasta esos oscuros ojos delineados de negro.

Su mente quedó en blanco por un instante, había ignorado las exclamaciones de sorpresa de los presentes, como si se hubiera aventurado a una gran hazaña con tan solo haberse acercado a él.

-G-racia-s y lo s-iento-. Tartamudeó.
-¿Qué?-. Su voz era grave, más de lo que imaginó.

Su ceño fruncido hizo que Jinhwan diera un paso hacia atrás, que aumentó en número cuando el otro se levantó de golpe de su asiento.

¿Qué había dicho para provocarlo? ¿Qué había hecho mal? Parecía un chico peligroso a simple vista, ¿qué más podía esperar?

Pero todo cobró sentido cuando sintió tras él una silla, con la que había tropezado al retrodecer demasiado. Todo sucedió muy rápido para sus ojos, incluso para sus sentidos.

No se llevó el golpe de la caída, mas sintió unas manos en su espalda baja sujetando su cuerpo; sus manos por acto reflejo estrujaron la tela del suéter ajeno; su cuerpo, inesperadamente no tan ligero como lo aparentaba por su estatura para el otro, hizo que las leyes de la física se aplicaran con tan fugaz acción.

Con la velocidad con la que caía hacia atrás, la fuerza no suficiente empleada en los brazos del otro y en las manos que lo sostenían además, el peso de Jinhwan, crearon una atracción entre ambos cuerpos. Mientras Jinhwan caía hacia atrás el otro se vino lo suficiente hacia adelante como para rozar sus narices, cruzando sus miradas sorprendidas por un casi beso que no se dio ya que el de mayor estatura lo soltó, a la par que Jinhwan tras oír el sonido de los hilos del suéter contrario desgarrarse; y finalmente sucedió lo que en un principio intentaron evitar.

El estruendoso sonido del más bajo cayendo sobre la silla y a la vez golpeando parte de él contra la respectiva mesa de esta hizo eco por todo el salón.

Soltó un quejido agudo de dolor, le dolía todo. En su inmersión en sí mismo no vio la expresión asustada del otro, inmóvil, sintiéndose culpable.
-¡Junhoe déjalo! -. Gritó una de las chicas presentes y cuando toda la atención pasó de él al más bajo, tomó sus cosas y se dio a la fuga.

Siempre pasaba eso, con uniforme solo era el Junhoe-pleitos. No importaba lo mucho que se esforzara, nunca lo verían a él; sino a sus cicatrices, ojos pintados, facha intimidante y expediente escolar manchado.

Aún así esperó fuera de la enfermería, escondido tras una máquina expendedora; cuando oyó las voces de sus compañeros, supo que estos ya iban a casa. Las dos chicas tardaron más en salir, dada su naturaleza más preocupada, acompañaron al chico. Una de ellas llevaba su mochila e insistía en acompañarlo a casa.

Hubo cinco testigos, y aún así cuando Junhoe se dejó ver, ellas lo miraron amenazantes.

Otra vez habían malinterpretado sus acciones, él quiso evitar su caída, no lastimarlo.

Esperanzado observó al más bajo. Detalló en su muñeca vendada, su manera de cojear, su rostro ligeramente rasguñado y la bolsa de hielo que apoyaba a un lado de la cabeza.

Metió una mano en el bolsillo y acabó por pararse frente a ellos, sacó el puño cerrado y su acción le fue interrumpida por la misma compañera.
- ¡Ya basta Koo! ¡Voy a reportar esto!

Un nuevo mal entendido para su expediente. Jinhwan lo miró apenado, iba a defenderlo, a decir que el más alto no lo agredió.
-Vámonos - la chica lo estironeó y arrastró casi corriendo por el pasillo, mientras gritaba lo último - ni te acerques Koo.

Lo vio salir acompañado por sus dos compañeras, aún con el puño en el aire lo abrió. Observó el dulce de fresa por unos segundos.
-Yo solo quería disculparme-. Susurró y tragó saliva tratando de deshacerse del nudo en la garganta.

Aquel accidente sucedió tan rápido que con apenas recordar su cercanía, su corazón reaccionó tardíamente.

       Aquel accidente sucedió tan rápido que con apenas recordar su cercanía, su corazón reaccionó tardíamente

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Dulces miradas - (Junhwan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora