Capítulo tres

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Enid bailaba de forma delicada pero sumamente intensa a la vista.

Le habían dado un solo, un solo que en realidad era un dúo, pero su pareja era propia únicamente de la imaginación.

El baile contaba una historia hermosa y trágica, una enamorada, que había perdido el amor de su vida, y soñaba con bailar con su pareja, que ya no estaba, la canción era emotiva, era una balada de rock en inglés, no mucho su estilo, y considerando que el baile era contemporáneo, le daba una mezcla extraña, era definitivamente algo nuevo y que destacaría.

En secreto, a Enid le parecía una broma de mal gusto.

En el último verso de la canción, la protagonista del solo aceptaba que su amor ya no estaba, y deja una caricia en la nada para después abrazarse a sí misma; una treatalidad que a Enid no le salía nunca y su profesor de baile decía que se quedaba como una tonta con expresión de drogada.

Ya estaba cansada de practicar la misma coreografía una y otra vez, y eso se notaba en su baile también.

Su profesor claro que se dio cuenta de eso, y luego de dedicarle unas palabras bruscas, de que debería poner un poco más de empeño, porque tenía talento y una gran oportunidad de hacerce notar entre las bailarinas de la muestra, que no todos lograban conseguir un solo y que debería valorarlo; le dijo que mejor estire bien, vaya a descansar, comiera algo y a dormir.

Enid respondió con un asentimiento y le hizo caso.

Fue un rato después, donde había recuperado algo el aliento, que escuchó suaves pasos acercarse y alzó la vista hacia Merlina, quién le extendió una botella de agua.

—Lo estás haciendo muy bien, Enid.

La menor negó.

—No, en verdad no...

—No fue tu mejor día quizás.

—Últimamente... No tengo buenos días.

Merlina no respondió. Se sentó frente a ella, mirándola estirar sus piernas sin decir mucho.

—En verdad bailas muy hermoso —murmuró, luego de un largo rato en silencio, ganándose una mirada curiosa por parte de la otra—. Y parece que siempre bailas mejor que el día anterior, pero todo es igual de magnífico.

Enid sonrió complacida.

—Mer, ¿te has puesto sentimental?

—Sólo te estoy diciendo lo buena que eres en lo que amas, por si se te olvida... Eres genial, Enid.

Ella se detuvo un momento, mirando los ojos de su ex novia, volviendo a sentir lo mismo de siempre, sonrió y sus mejillas se encendieron.

—Sí, definitivamente estás sentimental —dijo, se levantó luego de tomar la mitad de la botella en pocos segundos, antes de marchar a la salida de la sala de ensayo.

Merlina no la siguió, se quedó allí, sola, pensando que había quedado como la idiota enamorada que era, que aún era.

Y estaba casi segura que su amor por Enid era lo único que la mantenía allí.

ghost of you; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora