Capítulo cuatro

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Enid se recostó en su cama, cansada, agotada
física y psicológicamente, miró el techo y unas ganas de llorar la invadieron inevitablemente, no sabía bien por qué, quizás era por todo o quizás era por nada.

Cubrió su rostro con su brazo y se obligó a respirar para calmarse, fueron pocos minutos hasta que escuchó los pasos acercarse y supo que era Merlina, sin siquiera verla.

La pelinegra colocó una mano en su mejilla que la terminó de quebrar y rompió en llanto.

—Enid... Enid, no llores —murmuró y se sentó junto a ella, sus dedos acariciaron sus mejillas, no pudo borrar sus lágrimas—. Nid, bebé...

—N-No me digas así... Duele que me digas así, ya no soy tu bebé. ¿Rompimos, no?

—Enid, no-

—Merlina... No es correcto que estés así y seas así conmigo, no lo es.

—Enid, ¿quién dice eso?

—Yo.

—Estas contagiada de la sociedad, uno ya no puede llevarse bien ni cuidar de su ex amor sin que parezca incorrecto, en cambio el odio y el desinterés son lo que está bien visto... No tiene por qué ser de ese modo. ¿Quién lo dice? ¿No que es malo ser malo? Es una contradicción...

—Merlina... No empieces con tus discursos de la sociedad —pidió, apartó las manos de la pálida y limpió sus lágrimas, se sentó frente a ella y mirándola directamente a los ojos, preguntó con el poco orgullo y valentía que le quedaba—. ¿Por qué sigues aquí?

Merlina se congeló ante la pregunta, no sabía si decirlo, no sabía cómo reaccionaría. Su boca se movió sin sentido mientras buscaba palabras y sus ojitos se quedaron mirándola embobados.

—Porque aún te amo —murmuró finalmente—. Y porque quiero que seas feliz... Quiero darte la compañía y la fuerza que necesites cada vez que algo te falte, para que encuentres a alguien más, para que seas feliz y te traten y te amen como se debe, como te mereces... Porque eres la persona más buena que hay en el mundo. Mereces tanto, Enid, en serio mereces muchísimo, y esto es lo mínimo que puedo hacer aún por ti.

La rubia sollozaba bajito, seguía borrando sus lágrimas consecutivamente.

—¿Sabes que puedes hacer mucho más, Mer? ¿Sabes que puedes ser tú de nuevo?

Merlina comenzó a negar.

—Te amo —dijo Enid—. Y no creo ser capaz de amar a alguien más que no seas tú, no después de tener algo como lo nuestro.

—Yo no soy quien te puede hacer feliz ahora —
habló—. Ya no puedo hacer nada por ti, Enid.

Ella negó, aunque por dentro lo sabía, en el fondo, lo sabía.

—Merlina, bésame —pidió y sus manos fueron a las de la pelinegra, tomándolas con delicadeza—.
¿Puedes?

Merlina dudó un segundo completo, sus ojos se abrieron un poco de más por la sorpresa de aquel pedido, pero terminó acortando la distancia, posando sus labios sobre los de su ex novia, sorprendiéndose al sentir el mismo sabor, el mismo cosquilleo en todo su cuerpo y las mismas mariposas en su estómago, que prendieron vuelo y la hicieron temblar de emoción.

Se sentía igual que antes, aunque no era como antes, y nunca lo sería.

Lo triste es que ambas lo sabían.

Por eso el beso fue amargo.

ghost of you; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora