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La preocupación lo sofocó, dejándole sin aire.

No, no era posible. El lugar estaba repleto de seguridad, ¿cómo podrían hacerle algo a Takemichi? Y si así fuese, ¿qué tenía que ver aquel alfa en todo esto? ¿Acaso era algún cómplice? ¿Uno de sus enemigos?

Mierda, tenía que alejarse de él. No hacía más que darle muy mala espina. Quizá, Takemichi se encontraba bien, y ese tipo solo quería ponerlo más nervioso de lo que estaba.

Pero, ¿y si no era así? ¿Y si Takemichi en verdad estaba en peligro? ¿Y si era cierto que pretendían asesinarlo esa noche? ¿Y si no volvía a verlo? La angustia lo acogió entre sus brazos con prisa.

—Via da qua, Leonzio, o giuro che ti sparo. [Sal de aquí, Leonzio, o te disparo.]

Mikey se volteó rápidamente, y el aire retenido en sus pulmones se liberó con gran alivio. Lo abrazó tan deprisa como pudo, aferrándose a su cuerpo con tal fuerza y energía que el pelinegro se sorprendió demasiado.

Escuchó una ligera risa cínica proveniente de aquel imbécil alfa que estorbaba.

—Lárgate de aquí, ¿en que otro idioma te lo digo? —gruñó Takemichi, enfadado, pasando un brazo por la espalda del omega.

—Quizás la próxima tengamos suerte y no regreses, fratello mío. [mi hermano] —dijo este, sonriendo malignamente, antes de alejarse y reunirse con los demás invitados.

Takemichi masculló algo que el menor no logró entender, mas no le interesó. Lo único que le importaba era que el alfa estaba allí; estaba bien. Se separó un poco de su cuerpo para mirarlo y, sin previo aviso, plantó sus labios sobre los de él, besándolo con devoción, ignorando la ligera molestia que sintió por culpa de su pequeño corte en su labio inferior. El alfa volvió a sorprenderse de la actitud de Mikey, devolviéndole el beso con extrañeza, sin saber con exactitud a qué se debía.

—¿Dónde estabas? ¿Dónde te habías ido? No vuelvas a dejarme solo —suplicó el rubio haciendo un pequeño puchero.

—Te había dicho que saldría a fumar. Es tu problema si no me prestas atención.

—Oh... no te escuché, lo siento —se disculpó apenado, viendo de reojo que un camarero se acercaba—. Yo necesito que hablemos.

— ¿De qué? —quiso saber Takemichi sin mucho interés, aceptando una copa de bebida que le ofrecía cortésmente el empleado.

El omega dedujo que era vino tinto por el peculiar tono bordo que poseía, por lo que negó cuando el camarero le ofreció a él también.

Takemichi enarcó una ceja.

—Todo lo que beba, lo beberás tú —declaró, deteniendo al beta antes de que se marchara con las copas.

—No me gusta —se excusó el el de ojos oscuros, teniendo presente que, por mucho que deseara, no debía beber mientras estuviese en estado.

—No te he preguntado si te gusta o no. Tómalo —el alfa demandó con el entrecejo fruncido.

Mikey bufó, sosteniendo entre sus dedos una copa, complaciéndolo. Más, no pensaba beber ni un sorbo.

—Quiero que hablemos de lo que he dicho hoy —dijo el menor con calma, analizando la expresión facial de Takemichi.

—No hay nada de qué hablar —estableció el aludido, impasible, bebiendo un pequeño sorbo mientras le echaba una vista general al salón.

—Si, yo...

—No, Manjiro, no quiero hablar.

—Pero, es que...

𝗌𝗎𝖻𝗅𝗂𝗆𝖾 𝖽𝗈𝗆𝗂𝗇𝖺𝖼𝗂ó𝗇 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora