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Yeonjun reflexionaba sobre su propia estupidez a sus veintidós años

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Yeonjun reflexionaba sobre su propia estupidez a sus veintidós años. Aunque la respuesta era evidente, compararse con Soobin se había convertido en un hábito. A pesar de sus diferentes crianzas, Yeonjun describió a Soobin como un desubicado sin control, lejos de la figura del señor Ji Sub. Soobin demostró ser irrespetuoso, egocéntrico, ignorante e incluso un tanto clasista, mientras que Yeonjun, aunque materialista, no compartía ese rasgo.

La relación entre ellos se había deteriorado debido a la constante crítica de Yeonjun hacia Soobin. Desde prohibiciones sobre qué tocar o no, hasta controlar las luces y las puertas, e incluso tener que consultar antes de contratar personal. Yeonjun nunca dejó pasar el más mínimo error, recordándole a su padre.

— ¿Puedes irte de mi casa? Unos amigos vendrán y no quiero que estorbes — dijo Soobin con desdén, sin siquiera mirar a Yeonjun, como si se tratara de una adolescente hablándole a su madre.

Yeonjun, sereno en el sillón mientras buscaba personal para contratar, bufó con molestia sin voltearse.

— ¿Quién te dijo que puedes usar la casa como salón de fiestas? — preguntó con ironía, evitando el contacto visual.

— Eh... tú — respondió Soobin con obviedad.

— Ugh... dios, es increíble cómo nunca me escuchas pero te ingenias para usar mis palabras en mi contra. Solo oyes lo que te conviene.

— Sería estúpido si no lo hiciera, ¿no crees? — Soobin, apoyando sus manos en el sillón, rodeó el costado para sentarse cerca de Yeonjun.

— No vas a traer a nadie aquí. — demandó Yeonjun.

— ¿Por qué crees que eso lo decide tú? — Soobin arqueó una ceja, desafiante.

— ¿Por qué no lo haría?

— Porque también es mi casa y puedo traer a quien quiera.

Yeonjun volteó la cabeza hacia Soobin, quien lo observaba con ganas de discutir.

— Trae a quien quieras, pero tengo todo el derecho de echarlos a patadas y dejarte en vergüenza — amenazó Yeonjun.

No era su intención molestar a Soobin, pero el joven malcriado creía que podía hacer lo que quisiera después de no haber visitado ni siquiera a su difunto padre. Yeonjun no se lo hubiera negado si Soobin hubiera sido menos grosero, pero se sintió con la libertad de negárselo.

— ¿Pero tú sí puedes traer a tus amigos? — escuchó la voz de Soobin.

— Mi único amigo es Beomgyu. — afirmó Yeonjun.

— Pero qué sorpresa... — murmuró Soobin, su voz cargada de sarcasmo.

— ¿Qué dijiste? — el mayor lo observó fijamente.

— Estoy seguro de que si tuvieras más amigos, vendrían aquí. Así que voy a traer a quien me apetezca y si quieres sacarlos a patadas, primero tendrás que lidiar conmigo.

𝐓𝐄𝐒𝐓𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀𝐑𝐘 𝐋𝐎𝐕𝐄 • 「soojun」 -   en pausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora