demon.

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Un adolescente de hebras doradas lloraba en la soledad de aquel horrible lugar, se veía perdido y desolado, tanto que ni siquiera ese despreciable demonio se pudo resistir.

-Ey, ¿por qué lloras?- Preguntó aquel arrogante ser.

-¡N-ni siquiera yo lo sé! No recuerdo nada, e-estoy perdido.- El de ojos carmines sintió aquel flechazo en su corazón al ver el rostro del rubio, era precioso.

-Tranquilo, estás muerto, supongo que habrá sido por la Gran Guerra.- Aquel rubio estaba intimidado por la presencia de aquel ser, sin embargo, cedió ante su tacto.- Yo voy a cuidar de ti, no deberás preocuparte por cosas tan banales como la mortalidad nunca más. Soy Damien Thorn para servirte.

-Soy Kenneth, no recuerdo mi apellido, lo siento.

-No necesitas uno, ya no.- El de cuernos le ofreció su mano al recién llegado.- ¿Qué tal si te enseño mi castillo? Lo amarás.- Kenneth sonrió y tomó la mano del demonio, caminando juntos hasta la residencia de Thorn. Todos los presentes se veían anonadados ante aquel gesto tan gentil del mismísimo príncipe del infierno.

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Me desperté con pesadez, sentía como si hubiera dormido en una maldita piedra. Fui al baño y me mire en el espejo, tenía unas horribles ojeras. Era lógico, ayer fui a visitar a mi madre a rehabilitación, terminamos peleando como de costumbre. Ni hablar de mi padre, anda más agresivo que de costumbre, después de lo que pasó con mi madre el año pasado no volvió a ser el mismo.

Sonreí al recordar que Kenny estuvo toda la junta a mi lado, en ningún momento me abandonó. No podía esperar para llamarlo, deseaba verlo.

Estaba por salir a la escuela, cuando sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, miré para todas partes pero no había nada, terminé encogiéndome de hombros e ignorando el extraño malestar momentáneo.

Sin embargo, un sentimiento de estar siendo observado me invadió, era extraño, como si alguien me estuviera espiando desde las sombras. Por un momento pensé en Kenny, pero lo descarté enseguida, él me había dicho que casi nunca me vigilaba y menos cuando no había una razón.

Intenté ignorar aquel sentimiento, pero era persistente y extraño sentirlo. Mis amigos me preguntaron si me sentía bien, yo solo asentía y fingía que todo estaba bien, pero claramente era una mentira, alguien me estaba fulminando con la mirada y no sabía quién.

-Hola Craig.-Mi corazón comenzó a palpitar al escuchar la voz de Thomas.

-Oh, hola Thomas.

-¿Está todo bien? Luces cansado.

-Sí, solo no pude dormir mucho anoche.- Rasqué levemente mi mejilla para ocultar, de alguna forma, mi sonrojo.

-Es una pena, a mi tambien me pasa muy seguido, es realmente una tortura no poder conciliar el sueño.- Asentía todo lo que el rubio me decía.- Venía a preguntarte algo.

-¿Qué sucede?

-¿Te gustaría salir el martes? Esta bien si no puedes, es un poco repentino, pero tal vez estabas libre y-

-¡Sí!- Carraspeó su garganta para ocultar la emoción.- Es decir, claro ¿por qué no? Estoy libre.

-¡Genial! Encontrémonos en la plaza a las 5, ¿te parece?

-Por supuesto, allí estaré.- Thomas se despidió y continuó su camino a casa. Yo solo suspiré y continué con mi camino. Estaba emocionado, Kenny se pondrá feliz cuando se enteré que él me habló.

Aunque ni siquiera la cita con Thomas logró distraerme. La sensación crecía y crecía conforme caminaba. Tanto que al llegar a mi casa comencé a sentir una presencia.

my dear angel - crennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora