siete

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Hoy tuve un sueño.

La arena se metía entre los dedos de mis pies y yo solo pedía a la vida que la espuma del mar no mojase la punta de mis dedos porque no hay nada que odie más que la sensación de arena mojada pegada a la piel. Aun así, jugueteaba con la arenilla y me veía entretenido con el sonido del vaivén de las olas en el fondo.

Sentí un peso recargándose sobre mis hombros e inmediatamente supe que eras tú, mis manos alcanzando las tuyas que ahora jugaban con el lóbulo de mi oreja. Con tan solo sentirte, sin verte ni olerte, supe que eras tú. 

Incluso si nunca vi tu rostro, ansío que hayas sido tú visitándome en el subconsciente. 

Juyeon, mi amor. ¿Hasta cuando? 

Me he obligado a vivir sin ti durante ya dos años y medio. Pasé por todo: Ira, negación, tristeza, impotencia. 

Aún me niego a aceptar que algo tan mundano y estúpido como un autobús pudo arrancar tantas páginas en blanco de una historia que todavía no terminaba de definir su conflicto. Teníamos tanto por redactar, ¿huh?

Younghoon eventualmente preguntó un día por ti y yo le conté todo. 

Desde el principio. 

Desde cuando solo eran miradas asustadas topándose detrás del florero, cuando solo eras el tipo que me enviaba postres y yo solo era el chico que se comía los pays que me enviabas. Antes de la costumbre y mucho antes de la traición. 

Atravesamos tanto juntos que me parece ridículo que, incluso cuando yo intenté agregarle drama a nuestro enredo, tú te sentaste, viste y me aplaudiste para luego pararte y enseñarme cómo es que se le agrega tensión a una buena trama. 

Ni las incontables infidelidades, ni que te hayas metido con mi hermanastro, ni yo huyendo de nuestro apartamento echó tanto combustible a mi tráiler como tu hermana haciendo esa llamada. De verdad eres impredecible, ¡cabrón!

Supongo que con el tiempo aprenderé a vivir sin el estado constante de adrenalina que era tenerte a mi lado. No me malentiendas, tenerte fue tan bueno como un café caliente en una fría mañana de diciembre, la fogata en medio del bosque, calor en invierno. Juyeon, fuiste mi oasis. 

Con el tiempo, también, pude confesarle a Younghoon lo que solo había podido confiar a la tinta y el papel que fingía enviarte. Como si pudieras leerme. 

Dijo que estaba bien, aunque sus ojos amenazaban con ponerse a llorar tan pronto como este parpadeara y podía ver como se mordía el interior de su labio inferior. Younghoon entendió y, aunque me pidió un poco de tiempo para recodar él mismo sus pensamientos antes de ayudarme a intentar inventariar y organizar los míos, decidió quedarse. Sigo pensando que soy un ingrato y que no merezco tenerlo. 

Tampoco se molestó por las cartas, ni por el contenido de estas. Después de todo, ¿qué iba a hacer un cadáver con unas cartas de amor y qué iba a hacer yo sintiendo cosas por los muertos? 

Suficiente tiempo ha pasado, supongo, como para que intente moverme, no puedo pasarme toda la vida viniendo a recitar poemas de amor a una tumba de piedra, digo, tu corazón ni siquiera está ahí abajo y habrá acabado en algún paciente terminal o en alguna morgue de universidad, estudiado por otros aspirantes a médicos como lo fuiste tú en su momento. 

Trauma craneoencefálico. 

Siendo un casi-doctor tú mismo, ¿cómo no se te ocurrió usar un maldito casco? Ni siquiera ibas ebrio, o drogado; ni Yuna supo responderme a dónde se suponía que ibas. Idiota. 

Seguramente ahora estarás riendo en tu atuendo de motociclista dándotela de muy macho en el más allá, pregonando sobre cómo te fuiste hace dos años y tu ex, que fue quien te cortó, aún no te supera y sigue yendo a tu tumba para hablarte de vez en cuando.  

A pesar de que moví cielo, mar y tierra para llegar a donde tu hermana en cuanto me dijo lo que había pasado, no quise ver tu rostro desfigurado tras tu dramático cierre. Otra vez, me quedé sin mi beso de despedida. Y quizá sea mejor así, quizás sea mejor quedar a la expectativa de tener siempre una segunda, tercera o decimoquinta oportunidad, porque con y a pesar de todo el infierno por el que pasamos, si eres tú, vale la pena rostizarme. 

Así es como te amé. De esta manera te amo, y de esta misma manera espero algún día volver a tener un beso tuyo. Un cálido beso de bienvenida que me reciba a quizá otro inferno peor que este, pero, ¿qué es la vida sin un poco de complicaciones? La vida es un viaje en coche y, si es contigo, estoy dispuesto a atravesar las bacheadas calles de la ciudad cien veces más, ida y vuelta. 

Younghoon manda saludos y dice que aunque no le caes bien, promete ayudarme tanto como le permita hasta que la vida decida reencontrarme contigo.  Te amo.


Finalmente pegando los pedazos de su alma.

-LH.

The Way I Loved You | JUJAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora