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EN ALGUNA PARTE DE NARNIA, LOS otros Pevensie y los castores se dirigían hacia el campamento de Aslan, pues sabían que él era el único capaz de rescatar a Cecilia y Edmund de las manos de la malvada Bruja Blanca.

Pero por ahora los dos niños eran rehenes de la mujer, al poco de aquella mujer de piel pálida, al poco tiempo de dejarlos solos, la ojiverde dejó de sollozar, alejándose al fin del pequeño azabache pecoso, se levantó del frío piso suspirando.

El pequeño Pevensie solo con una miraba sabía perfectamente que todo lo que les estaba pasando era su culpa, si no hubiera sido tan egoísta probablemente ahora mismo estarían de regreso en casa del profesor Kirke discutiendo sobre cualquier cosa.

El pequeño hombrecillo y dos lobos entraron al frío calabozo y desataron a los niños, guiándolos por aquel castillo hasta llegar al salón donde se encontraban las estatuas.

Cecilia pasó con su vista al frente a diferencia de Edmund que iba viendo todo, por lo que se quedó quieto cuando vio una estatua muy parecida al señor Tumnus y fue en ese momento que cayó en cuenta que las estatuas no eran simplemente estatuas de piedra, eran criaturas reales convertidas en piedra por aquella mujer que se hacía llamar la Reina de toda Narnia.

La gran Bruja ya se encontraba sobre el carruaje cuando la joven Bornolie subió y se sentó en el piso del carruaje al igual que Edmund sentándose a su lado, la bruja los miraba burlona por lo que inconscientemente Cecilia solo rodo los ojos, el pequeño azabache la abrazo haciendo que ella le regresara el gesto para que no tuviera miedo.

El aullido de los lobos se hizo presente, haciendo que por fin la Reina Blanca quitara sus ojos de los niños, la joven Bornolie miro al pequeño y este asintió con la cabeza.

Cecilia quería saber que sus amigos los Pevensie estuvieran bien, temía que algo les hubiera sucedido por culpa del azabache pecoso.

El carruaje se detuvo y pronto los niños y la bruja viendo como una cascada que estaba completamente descongelada casi por completo.

━Hace demasiado calor aquí━dijo el hombrecillo mientras comenzaba a quitarse el abrigo, pero la bruja le envió una mirada amenazante y este dejo de hacer lo que estaba haciendo━.Iré a revisar el trineo.

El pequeño azabache se rió de la actitud del hombrecillo pero Cecilia simplemente lo miró, fue entonces que la jauría de lobos se hizo presente ante su Reina, Maugrim el alfa, traía un zorro con un hermoso pelaje entre su boca el cual arrojó en frente a su gran reina.

━Majestad, este es el traidor que visitaba al enemigo en el bosque tembloroso.

━Ah... Qué agradable sorpresa━contestó la bruja con tono suave acompañada de una sonrisa malvada━. Anoche fuiste de gran ayuda para mis lobos ¿Podrías ayudarme ahora?

━Perdóneme, Majestad.

━Ah, alargarme no te va a servir━dijo la bruja, pero el zorro le miró sin una pizca de miedo.

━No quiero ser grosero pero he hablado en plural, no se lo decía a usted━el zorro dirigió su mirada a los niños, el azabache lo miro recordando la profecía que les había contado el fauno en aquel frío calabozo, en cambio Cecilia lo miró preocupada, la mirada de la mujer de piel pálida se dirigió a los niños, fue entonces que tomó su bastón de hielo al zorro quien dio un paso hacia atrás.

━¿A dónde se dirigen los humanos?━al no ver respuesta de aquel zorro, la bruja tomó vuelo para petrificarlo.

━¡Alto! No lo haga, el castor habló sobre la mesa de piedra y que Aslan tiene tropas ahí━el pequeño azabache había vuelto a decir lo que escuchó en aquella madriguera para salvar al pobre zorro, sin embargo, era información que la bruja no debía saber por lo que el zorro bajó la cabeza.

¹𝗡𝗢𝗦𝗢𝗧𝗥𝗔𝗦 𝗦𝗢𝗠𝗢𝗦 𝗨𝗡 𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧𝗢||ˢᵘˢᵃⁿ ᴾᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora