Capítulo XL

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SIGLO ANTIGUO

CASTILLO REAL DE EVIGHEDEN

LUNA'S POV:

-¿Alguna señal, Zúrich?

Cuestione, impaciente e irritada al no ver aún a mi esposa sana y salva. Mi nuevo guardia personal apenas había entrado a la habitación cuando hice aquella pregunta.

-Nada, Su Alteza Real. El reino de Calanthe fue erradicado por completo, pero no se encontró a Esmeralda allí.

Respire hondo. Debía mantenerme tranquila porque sabía que cada una de mis alteraciones pasaban a nuestro bebé.

Dolía llamarle así cuando no se encontraba Liah en casa.

-Debemos seguir con la coronación como si nada estuviera pasando, princesa.

Comentó, Zúrich.

Muy pocas personas sabían sobre la desapación de toda la guardia élite y la reina Liah. Sólo nosotros dos y la reina madre.

Nadie más podía. Si aquello pasaba se ocasionaría un caos. Sin embargo, hoy me tocaría ir a una junta con los altos mandos. Temblaba de solo pensarlo.

-Debo presentarme en la junta de mi esposa, Zurich, lo miro fijamente -. ¿Cómo piensas que lo haga si esos hombres no me soportan ver como reina?

Se acerca más y colocó sus manos detrás de su espalda mientras piensa las próximas palabras.

-Es su reina y punto- plantea firmemente -. Se presentará y le hará saber de su inteligencia y el por qué Su Majestad le ha elegido para gobernar el reino juntas.

Quise sonreír al escucharlo hablarme así. Parecía ser un hombre muy sereno. Aún que, sus palabras eran más que ciertas no quitaban mi nerviosismo.

-Se oye fácil.

Murmuro. Me mira fijamente y deja salir una pequeña sonrisa tranquilizadora.

-No lo será, Majestad, pero no puede perder la calma, ¿sí?

Respire hondo y asentí. Debía recordar lo que Liah me había comentado dos lunas anteriores.

-¿En qué momento del día debo estar allá?

Había proclamado, no oficialmente, a Zúrich como mi consejero y guarda personal. Confiaba en él, solo porque Liah confiaba en su persona. No quería involucrar a más personas y entramos en un acuerdo de ser así.

-Dos horas antes de la hora del almuerzo.

Asentí.

-¿La investigación? ¿Cómo va?

Suspiró y miro los informes.

-No nos están dejando entrar sin una orden firmada por la Su Majestad. En pocas palabras, sólo de la reina Liah.

Desvíe mi mirada hacia otro lado de la habitación. Que buena para nada me sentía ahora que Liah no estaba a mi lado. No podía hacer nada sin su permiso. Era como si solo fuera un adorno aquí en el reino.

-Acompáñeme, tengo algo que mostrarle.

Comento, Zúrich mientras empezaba a caminar y guiarme fuera de mi habitación. Mis damas de consejería no se encontraban ya que era domingo y no era su día libre. De lo contrario, no tendría la libertad de caminar por estos pasillos en silencio.

-Esto era algo que Su Majestad, la reina Liah, quería hacer ella misma justo hoy, pero dado a las circunstancias debe hacerlo alguien más.

Me puse de pies y le seguí. Noté que nos dirigíamos a la sala personal de Liah y fruncí el ceño. Solo una vez había pasado de aquella puerta de madera con diseños en oro. Ahora, saber que dentro no estaría ella me undía el corazón. Solo deseaba que estuviera bien y pronto se encontrará entre nosotros.

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