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Había pasado algo, Chanyeol había apostado que podía comer más nachos con queso que el ganador del record Guinness, y casi lo logra, si no fuera que la combinación de cerveza y queso había hecho estragos en su estómago cuando iba casi por la mitad y entonces había terminado vomitando en el baño de ese mar de mala muerte, mientras KyungSoo lo miraba con una mueca de asco y le daba un par de palmadas en la espalda, diciendo algo para los demás de "Si sigue vomitando y se muere, yo no estaba aquí", afortunadamente Yeol no murió ese día, no murió, pero estaba seguro de haber visto un ángel, un ángel que se le presentó con una botella de agua, un medicamento para sus náuseas y además un montón de chicles, un ser hermoso y perfecto de cabello castaño que lo miraba preocupado a pesar de que no se conocían de nada.

Byun Baekhyun, de la carrera de leyes, de su misma edad y aun mejor, uno de esos donceles como pocos, SeHun le hecho el ojo de momento, pero aun ebrio, Chanyeol logró patearlo, creía que ese era su chico, porque cuando lo miró, Baekhyun parecía brillar, o quizás era el foco parpadeante del baño de ese bar.

Resultaba que Baekhyun estaba ahí con su novio, otro estirado de leyes, que cuando Baekhyun le pidió que llevarán a Yeol a su dormitorio, hizo cara de asco y con mucho pesar lo hizo, quizás porque de verdad le gustaba Baekhyun, pero Yeol lo miraba de una manera altanera y burlona, porque le iba a agradecer por llevarlo a su casa, pero que no se iba a disculpar por quedarse con su novio, ya le había echado el ojo.

Porque el novio de Baekhyun en ese momento era el perfecto arquetipo de un Ken, con camisa y suéter a los hombros, mientras que él, era más como un Max Steel, incluso podría decir que su cabello era así de lindo como el de esa figura de acción, hasta tenía una cicatriz por ahí, que se había hecho cuando se cayó de la bicicleta a los 10 años, pero que si le inventaba una buena historia, sin duda sería algo muy masculino y podía notar también como Baekhyun lo miraba, quizás porque nunca había estado con un hombre de verdad, pero que no se preocupara, Yeol había llegado en su rescate.

Baekhyun le dejo su número por si necesitaba algo y Yeol claro que lo llamó al otro día, solo para decirle que la medicina había hecho maravillas, que ya casi ni tenía resaca tampoco, pero no era verdad, se estaba muriendo, pero escuchar la linda risa de Baekhyun era la medicina que en verdad necesitaba, de algún modo, su cuerpo entero tenía escalofríos y no podía dejar de sonreír como un tonto también, de verdad le gustaba ese chico y no era justo que estuviera con el arquetipo de Ken de Barbie, que se notaba que no podría ser ni la mitad de masculino que él, así que se atrevió a mucho, invito a Baekhyun al cine como en plan de amigos, para conocerse y agradecerle por cuidarlo esa noche y Baekhyun había aceptado sin más.

Claramente no se conocían de mucho tiempo pero ni bien había comenzado la película, la oscuridad del momento, la privacidad y el silencio, hicieron que esos dos se miraran y cuando menos lo esperaron, ya se estaban comiendo las bocas y tocándose por todos lados.

Podría llamarla la noche de su vida, pero Baekhyun siempre decía que su mejor noche, fue cuando nació Sae y la verdad es que no lo entendía, nadie cambiaría una ida al cine sucia con estar pariendo toda la noche, pero bueno, cuestión de gustos, pensó.

-Quiero un jugo.- gritó Sae y esa era la realidad que tenía ahora, con sus amigos mirando a su bebé, que tenía sentado en sus piernas y no podía controlarlo, porque estaba queriendo darle un poco de comida de la que él había comprado en esa tienda 24 horas, un poco de comida rápida, algunas papas fritas, pero cuando el bebé se cansó de comer papas y robar comida a los amigos de Chanyeol. –Quiero Jugo.- gritó tan fuerte hasta que terminó haciendo que SeHun se cubriera los oídos, de una manera tan aguda que Yeol hasta cerró sus ojos un momento, sacando de su mochila su jugo, para terminar golpeando la mesa con eso y él bebé lo miró y lo empujó a un lado, lejos de su cara. –No quiero.-

El largo viaje de ser padre de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora