Una de las leyendas que existen en la comunidad de Cerro de Oro, acerca de su creación, es que hace mucho tiempo hubo un hombre que venía desde tierras muy lejanas cargando una vasija de barro llena de oro con el propósito de entregarla en el occidente de Guatemala.
El primer lugar que visitó este hombre fue Escuintla en donde decidió descansar por un momento, allí notó que un granito de oro se cayó de la vasija y la tierra empezó a crecer hasta formar un montículo de tierra amarilla, el cual es conocido en la actualidad como el peñón de Siquinalá.
El hombre se dirigió después a Sololá, en donde descansó a orillas del lago Atitlán, en este lugar la vasija de oro se desplomó por completo y nuevamente la tierra empezó a crecer, esta vez de manera extraordinaria hasta formar el cerro que se observa en la actualidad. Por eso, adquirió el nombre de Cerro de Oro.
Otra versión acerca de la creación de este particular cerro afirma que antes de que el lago Atitlán apareciera, solamente existía un charco, por lo que unos ángeles bajaron para cubrirlo de tierra, para lo cual le cortaron la cima al volcán Atitlán.
Sin embargo, cuando estaban bajando decidieron descansar dejando la cima en las orillas del volcán, pero cuando quisieron continuar con su trayecto, ya no pudieron moverla, por eso la cima se quedó ahí para siempre y con el tiempo adoptó el nombre de Cerro de Oro.
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