▶Episodio 3

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—¿En serio vas a dejar que ese alfa entre en tu casa?

Baekhyun le miraba con el ceño fruncido, intentando parecer serio, pero la boca llena de sándwich de atún y las comisuras manchadas de mayonesa no le era de ayuda.

—Traga antes de hablar, burro. — se quejó Kyungsoo limpiando con la manga de su camisa los restos de pan que su amigo le había escupido a la cara.

Baekhyun tragó y se limpió la boca.

—En serio, Soo. No me gusta, no me gusta nada. JongIn da miedo, se comporta como si odiara todo lo que le rodea.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? Sólo vamos a hacer un trabajo juntos.

—¡¿Qué es lo peor que podría pasar?! Pequeño, si apareces en primera plana en los periódicos locales como "chico descuartizado por psicópata homicida", no me vengas llorando, porque yo ya te lo habré advertido.

—¿Cómo se supone que iba a ir llorando si estoy...? Mira, déjalo. Estás siendo un exagerado, además, JongIn nunca ha hecho nada para que pienses así de él, aparte de ser tremendamente serio. ¿Alguna vez has hablado con él? Yo el otro día lo hice y sigo vivo. No seas prejuicioso, Baek.

—Bueno, bueno, pero, si mueres, me quedaré con tu play.

Kyuungsoo rió y negó con la cabeza.

—No tienes remedio.

En realidad, Kyungsoo mentiría si dijera que no estaba nervioso y, quizá, un poco asustado. No había visto al alfa en todo el día, pero habían acordado verse aquella tarde en casa del omega para comenzar el trabajo. Afortunadamente,  el día anterior habían compartido números de teléfono y Kyungsoo podía simplemente mandarle un mensaje con la ubicación.

Kyungsoo:

Hyung, no ha venido hoy a clases, ¿sigue en pie lo de esta tarde?

Kyungsoo:

Le mando la dirección de mi casa por si acaso :3

Kyungsoo enviado una ubicación.

JongIn:

Ok.

Kyungsooo frunció el ceño ante tan escueta respuesta, pero no le dió demasiada importancia. Si tan solo hubiera sabido que, si JongIn no había aparecido por el instituto aquel día, era porque estaba demasiado nervioso por verse con él después de clases.

Eran las cinco y doce minutos exactas, dos minutos tarde de la hora acordada. JongIn  maldijo internamente, quizá ese día debería haber hecho una excepción y dejado que el chófer lo llevara. Había perdido el bus y tuvo que correr desde su casa hasta la del omega en la otra punta de la ciudad. Y no había nada que Kim JongIn odiara más que correr. Llegó a casa de Kyungsoo jadeante y sin respiración, aunque no sabía muy bien si era a causa de la carrera o de su nerviosismo por encontrarse con el menor.

Kyungsoo vivía en una casa modesta, muy pequeña si la comparábamos con la enorme mansión de JongIn, pero tremendamente acogedora. Contaba con dos pisos de fachada blanca y un porche de madera pintada de celeste, con la barandilla adornada por maceteros de geranios de color rojo intenso. JongIn se acercó, las manos temblando y el pulso acelerado, esta vez si estaba seguro de que la carrera no tenía nada que ver con sus reacciones. La madera del porche crujió bajo sus robustas botas militares, estuvo unos minutos de más observando la desconchada pintura del banco columpio del porche antes de atreverse por fin a pulsar el timbre. Pasaron un par de minutos en los que JongIn se planteó volver a salir corriendo antes de que se escuchara un estruendo tras la puerta y el sonido de pasos acercándose le indicara que ya no había marcha atrás.

JongIn  recompuso su expresión a una de indiferencia fingida cuando la puerta se abrió por fin, aunque rápidamente se volvió un gesto de confusión al no ver a nadie del otro lado.

—¿Quién eres tú?

Una voz fina y chillona atrajo su atención hacia el suelo, donde un pequeño niño le observaba desde abajo con la curiosidad reflejada en su infantil rostro. JongIn frunció el ceño, ¿se había equivocado de dirección?

—¿Esta es la casa de Do Kyungsoo?

El pequeño asintió enérgicamente. Su cabello negro se movió arriba y abajo siguiendo el movimiento de su cabeza. El niño tendría seis años como mucho, aún no se había presentado. Su piel era pálida y unas mejillas regordetas redondeaban su rostro.

—¿Para qué buscas a mi hermano?

JongIn abrió la boca sorprendido, pero, antes de que pudiera decir nada, una voz se le adelantó.

—¿Con quién hablas, Moonbin?

—Aquí hay un chico que te busca, Soo-hyung.

—Te he dicho mil veces que no abras la puerta. ¿Qué es lo que tienes que hacer?

—Avisarte a ti primero.

—Exacto.

JongIn  observaba aquella familias escena incapaz de moverse del sitio. Kyungsop había aparecido con el cabello revuelto y ropa de estar por casa, unos holgados pantalones a la rodilla y una sudadera rosa pálido, viéndose tan natural y hermoso que le cortó la respiración. Sencillamente adorable. Había cogido al pequeño niño entre sus brazos y le hablaba con cariño, reprimiéndole con dulzura y una suave sonrisa en sus abultados labios. Los ojos de Kyungsoo se posaron avergonzados sobre JongIn que aún esperaba en el porche.

—Lo siento mucho, hyung. Se me ha hecho algo tarde. — se disculpó tímidamente.

JongIn negó, recomponiendo su fachada despreocupada e indiferente.

—¿Quién es, quién es, Soosie?— preguntó el niño, posando su pequeña mano sobre la mejilla del omega.

—Es Kim JongIn , vamos a hacer juntos un trabajo de clase, así que necesito que vayas a jugar a tu habitación y no hagas mucho ruido, ¿vale?

—¿Puedo jugar con mi camión nuevo?

Kyungsoo asintió con una sonrisa y dejó al niño en el suelo. En cuanto los pies del pequeño tocaron la fría madera, salió corriendo hacia el piso de arriba gritando "¡Soy bombero, niiiii noooo niiiii noooo!". Kyungsoo rió suavemente mirando con cariño a su pequeño hermano. JongIn  no sabía muy bien qué hacer.

—Lo siento, hyung. Se suponía que Moonbin no estaría, pero mi madre vendrá tarde de trabajar y tengo que cuidarlo.

—No... no importa.

—Puedes pasar.

Kyungsoo se hizo a un lado con una suave sonrisa, invitando al alfa a entrar a su casa. JongIn entró, observándolo todo, sintiéndose fuera de lugar. Su madre hacia torcido el gesto y habría dicho con su voz de nueva rica estirada y presuntuosa "Menudo montón de muebles de mercadillo". Pero, mirara donde mirara, JongIn sólo podía ver la esencia de una familia cariñosa, de esas que llenaban las paredes con fotos de sus hijos y cuadros con frases motivadoras. Cuando Kyungsoo no miraba, se permitió sonreír viendo una foto del omega de pequeño. Todo mejillas sonrojadas y rizos alborotados, tremendamente adorable.

—¿Vamos, hyung?

JongIn siguió a Kyungsoo hacia el interior de la casa, hasta el salón, donde montones de libros y un portátil los esperaban sobre una gran mesa de madera. Sinceramente, esperaba que éste trabajo se alargara mucho, lo suficiente como para grabar al rubio en su retina.

𝙄𝙣𝙩𝙤𝙘𝙖𝙗𝙡𝙚[Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora