▶Episodio 6

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—Baek, dilo. Tienes que decirlo.

—No.

—¡Vamos! Sabes que es verdad. Venga, repite conmigo: "Kyungi tenía razón".

—Y, ¿Cómo sé que dices la verdad, eh? A lo mejor sólo me estás mintiendo para que te dé la razón. Acabas de decir que Kim JongIn estuvo en tu casa comiendo galletas caseras como si fuera un chico normal, eso no tiene pies ni cabeza.

—¡Pero es que es un chico normal!

Kyungsoo resopló frustrado, no había forma de hacer cambiar de opinión a su testarudo mejor amigo.

—Además. — habló de nuevo Baekhyun, mientras terminaba de tragar un trozo de sandwich de pavo. — que se haya comportado mientras hacían un trabajo no quiere decir nada. ¿Sabes lo que me contaron el otro día? Dicen que le rompió un brazo a un tipo en los billares. — susurra lo último, acercándose a su amigo y mirando a los lados con cautela. — Te digo que ese alfa no es trigo limpio.

Kyungsoo gruñó suavemente, no le gustaba que Baekhyun hablara así. Él sabía que la mala fama procedía a JongIn, pero no creería ninguno de aquellos rumores hasta que el propio alfa o el supuesto chico al que le rompió el brazo se lo confirmasen.

Muy indignado, se levantó de la silla y cogió su bandeja de almuerzo.

—Juzgar a alguien sin conocerlo no es de buenas personas, Baekhyun, y yo no puedo comerme mis natillas sentado en la misma mesa que alguien que no es una buena persona.

Echó a andar con dignidad, dejando a un boquiabierto Baekhyun mirándole en su sitio. Barrió la cafetería con la mirada, aún no había terminado la hora del almuerzo y realmente tenía hambre, así que necesitaba un sitio para sentarse. Pensó en hacerlo junto a Im Jaebum, era un beta muy simpático que siempre era amable con él, pero, entonces, vio la mesa de la epidemia. Todos la llamaban así porque nadie se acercaba a ella, como si estuviera infectada por alguna clase de virus mortal, y el motivo, era que en esa mesa se sentaba Kim JongIn. El alfa se sentaba con los brazos cruzados, con los auriculares aislándole del bullicio de la cafetería y con una bandeja de comida intacta frente a él. Una idea fugaz pasó por la mente de Kyungsoo, ¿Qué pasaría si se sentaba con él? ¿Le diría que se marchara? No perdía nada por intentarlo.

Antes de que Kyungsoo tuviera la oportunidad de llamar su atención, el dulce aroma del omega golpeó a JongIn con fuerza, tensando cada músculo de su cuerpo. Cerró los ojos, disfrutando de aquella esencia que se había convertido en su droga favorita, y no le dió tiempo a procesar la presencia del omega junto a él, mirando tímidamente sus blancas converse y mordiéndose el labio inferior. Rápidamente se quitó los auriculares.

—Esto... JongIn hyung, ¿Puedo almorzar con usted?

JongIn boqueó como un pez fuera del agua. Kyungsoo estaba ahí de pie, frente a él, incapaz de mirarle a los ojos, preguntándole con esa adorable timidez tan característica suya si podía almorzar con él. Estaba soñando, estaba convencidísimo.

—Despierta. — se dijo a sí mismo y se dió una bofetada.

—Hyung, ¿Está bien?— preguntó Kyungsoo con preocupación.

JongIn pestañeó aturdido, ¿Aquello no era un sueño?

—Eh... Quiero decir, ¡Claro! Sí, sí, puedes sentarte aquí. Claro, sin problema. — respondió nerviosamente, incorporándose en su asiento.

Kyungsoo sonrió ampliamente, y el pecho de JongIn se inundó de cálida miel.

—¿Hoy no almuerzas con tu amigo?

El ceño de Kyungsoo se frunció y su nariz de arrugó, JongIn pensó que no había nada más adorable que un Kyungsoo enfurruñado.

—Estoy enfadado con él.

—¿Por qué?

Kyungsoo se mordió el labio inferior y desvió la mirada, dudando de si debería decirle a su hyung el motivo por el que se había molestado con Baekhyun.

—Hyung, ¿Puedo preguntarle algo?

—Claro.

—Usted... ¿Usted le rompió el brazo a un chico en los billares?

JongIn se quedó en blanco, se habría esperado cualquier cosa, menos eso.

—¡No! Yo ni siquiera voy a los billares, me parecen una pérdida de tiempo.

Kyungsoo sonrió y suspiró aliviado.

—Sabía que usted no podría haber hecho algo así.

Aquello descolocó por completo a JongIn. Sabía que aquello era un rumor que estaba últimamente en circulación, uno de tantos. La gente ni siquiera se molestaba en confirmarlos, solamente los iban pasando de boca en boca como si se tratara de verdades absolutas. Él ya estaba acostumbrado, había aprendido a vivir con las miradas cautelosas y los susurros a sus espaldas, se había ganado la desconfianza de la gente sin saber cómo, y nadie cuestionaba que el fuera capaz de romperle el brazo a otro chico. Nadie, salvo Kyungsoo. Kyungsoo no le conocía, nunca habían hablado antes de hacía dos días, era consciente de los rumores y, sin embargo, había confiado en él y había puesto su palabra sobre las habladurías. Aquello sí era nuevo para JongIn.

—Y, ¿qué tiene esto que ver con la pelea con tu amigo?

Kyungsoo volvió a apartar la mirada algo avergonzado por la actitud de Baekhyun.

—Bueno, él dice que usted no es de fiar, que es una mala persona. ¡Pero él no le conoce! Solo hace caso a lo que las malas personas hacen circular por ahí. Eso no está bien. — sentenció con el ceño fruncido.

JongIn volvió a boquear.

—¿Te has peleado con tu mejor amigo por defenderme... a mí?

JongIn se señaló, como si hubiera alguien más sentado en la mesa. Aquello sonaba incluso más irreal pronunciado en voz alta.

—Sí, y no pienso volver a hablarle hasta que admita que tengo razón.

—¿Razón sobre qué?

—Sobre que usted es una buena persona.

Aquella sonrisa terminó por desarmar a Minho, nunca nadie había dicho algo así de él, llevaba tanto tiempo escuchando críticas que había empezado a creerlas. Tenía que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no envolver a Kyungsoo en un asfixiante abrazo y marcarlo allí mismo, delante de todo el instituto, para que todos supieran que la persona más maravillosa del mundo le pertenecía. Ojalá eso fuera posible.

—¿Y tú cómo sabes eso? Nunca habías hablado conmigo hasta hace dos días.

Kyungsoo se encogió de hombros.

—No lo sé, sólo lo siento. Justo aquí.

Se llevó una mano al corazón y sonrió.

JongIn no aguantó más, necesitaba tocarlo. Alzó su mano y acarició con suavidad la esponjosa mejilla del omega. Una corriente tan fuerte recorrió sus dedos que quedó aturdido, ¿así es cómo se sentía rozar el paraíso? Ambos sonrieron tímidamente, ninguno de los dos se había dado cuenta de que toda la cafetería les estaba mirando como si acabara de aterrizar un platillo volante justo encima de su mesa. Ninguno se había dado cuenta, porque no podían prestar atención a nada más que no fueran ellos.

𝙄𝙣𝙩𝙤𝙘𝙖𝙗𝙡𝙚[Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora